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jueves, 11 de mayo de 2023

La Cirrosis Hepática se Relaciona con una Menor Respuesta a la Vacuna contra el COVID

Si bien las personas con enfermedad hepática crónica generalmente respondieron a las vacunas contra el COVID-19, ser mayor y tener cirrosis hepática se vincularon con respuestas más débiles, según los resultados del estudio publicados en JHEP Reports. 

La buena noticia es que las personas con hepatitis viral y las que reciben tratamiento antiviral respondieron mejor a la vacuna. 

Las personas con problemas de salud subyacentes, incluida la enfermedad hepática crónica, son más propensas a enfermarse gravemente por COVID. 

El riesgo aumenta para aquellos que han progresado a cirrosis hepática, que puede resultar de la hepatitis B, la hepatitis C, la enfermedad del hígado graso, la enfermedad hepática relacionada con el alcohol y otras causas. 

Esto significa que la vacunación es especialmente importante para las personas con enfermedad hepática crónica, pero el efecto de la gravedad de la enfermedad hepática en la respuesta a la vacuna no está claro. Rui Castro, PhD, de la Universidad de Lisboa, y sus colegas evaluaron las respuestas inmunitarias después de las vacunas COVID de dos dosis entre personas con enfermedad hepática crónica. 

La población del estudio incluyó a 357 adultos en Europa con enfermedad hepática crónica y 132 individuos sanos a modo de comparación. 

En el grupo de enfermedad hepática crónica, más de la mitad eran hombres, el 94% eran blancos y la mediana de edad era de 57 años. Las causas más comunes de enfermedad hepática fueron la enfermedad del hígado graso relacionada con el metabolismo (46 %) y la hepatitis viral (45 %). 

Dos tercios tenían fibrosis hepática avanzada, incluido el 62 % con cirrosis, y el 7 % tenía cáncer de hígado. 

La mayoría tenía múltiples comorbilidades. Aproximadamente el 12 % tomaba medicamentos antivirales (principalmente para la hepatitis B) y el 9 % recibía tratamientos inmunosupresores. Aproximadamente el 70 % recibió la vacuna original de ARNm de Pfizer-BioNTech, y un número menor recibió la vacuna original de ARNm de Moderna (19 %) o la vacuna de vector de adenovirus AstraZeneca-Oxford (11 %). 

Las personas sin enfermedad hepática en el grupo de control eran más jóvenes (mediana de 46 años), más probablemente mujeres y más probabilidades de haber recibido la vacuna Pfizer-BioNTech. 

Los investigadores midieron los anticuerpos contra la proteína espiga de la cepa original del coronavirus SARS-CoV-2 de Wuhan y las cepas delta y omicron más nuevas en tres momentos diferentes: antes de la vacunación, 14 días después de la segunda dosis y seis meses después de la primera dosis.

La mayoría de los participantes con enfermedad hepática crónica (96 %) experimentaron una respuesta inmunitaria, similar a la del grupo de control, con niveles de anticuerpos que aumentaron dos semanas después de la segunda inyección y disminuyeron seis meses después de la vacunación. 

Los niveles de anticuerpos de inmunoglobulina G (IgG) dirigidos a la cepa de coronavirus de Wuhan fueron los más abundantes, con niveles más bajos para las cepas delta y omicron. 

Las personas que recibieron la vacuna Moderna tuvieron las respuestas más fuertes, seguidas por las de Pfizer-BioNTech y AstraZeneca-Oxford. 

Los niveles de IgG fueron significativamente más altos en personas menores de 50 años, aquellas con hepatitis viral y aquellas que recibían terapia antiviral. 

Por el contrario, los niveles de anticuerpos fueron más bajos en personas con fibrosis hepática avanzada, cirrosis, enfermedad del hígado graso o cáncer y en aquellas que recibieron tratamientos metabólicos. 

Después de ajustar por otros factores, la cirrosis siguió siendo un fuerte predictor de baja respuesta a la vacuna. 

Sin embargo, las respuestas inmunitarias medidas no se asociaron con las tasas de infección por SARS-CoV-2 ni con la eficacia de la vacuna. 

“Los pacientes con enfermedad hepática crónica y cirrosis muestran respuestas inmunitarias más bajas a la vacunación contra la COVID-19, independientemente de la etiología de la enfermedad”, escribieron los investigadores.

Con base en estos hallazgos, aconsejaron que "los pacientes con enfermedad hepática crónica, en particular los mayores y con cirrosis, deben tener prioridad para recibir dosis de refuerzo y/o vacunas adaptadas recientemente aprobadas". 



Website JHEP Reports: 
https://www.jhep-reports.eu/