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martes, 18 de noviembre de 2025

EACS 2025: Menor Aumento de Peso con Dovato® que con Biktarvy® tras 96 Semanas

Un estudio realizado en España muestra que las personas con VIH que cambiaron a dolutegravir/lamivudina (Dovato®) ganaron menos peso que quienes pasaron a bictegravir/emtricitabina/tenofovir alafenamida (Biktarvy®). 

El ensayo, conocido como PASO-DOBLE, se presentó en la Conferencia Europea del Sida (EACS 2025) en París y aporta evidencia sobre los efectos metabólicos a largo plazo de los tratamientos frente al VIH. Un estudio español con seguimiento prolongado 

El ensayo PASO-DOBLE incluyó a 543 personas con VIH y carga viral indetectable, atendidas en diferentes centros españoles. De ellas, 277 recibieron Dovato® y 276 Biktarvy®. 

La mediana de edad fue de 50 años; casi tres cuartas partes eran mujeres. Llevaban una media de 11 años en tratamiento antirretroviral, y su régimen actual era estable desde hacía unos cinco años. 

Las personas que habían usado antes dolutegravir o bictegravir fueron excluidas, para comparar ambos tratamientos en condiciones homogéneas. 

El objetivo principal era mantener la supresión virológica; entre los secundarios, evaluar el peso corporal y los parámetros metabólicos. 

A las 48 semanas, los datos ya mostraban que el régimen de dos fármacos no era inferior al de tres. Con 96 semanas de seguimiento, la eficacia se mantuvo: solo 0,4 % de quienes tomaban Dovato® y 1,1 % de las que usaban Biktarvy® presentaron carga viral superior a 50 copias/ml. 

No hubo fracaso virológico confirmado en el grupo Dovato® ni mutaciones de resistencia nuevas en ninguno de los dos brazos. Las reacciones adversas relacionadas con el fármaco fueron algo más frecuentes con Biktarvy® (13,4 % vs 7,6 %), aunque las interrupciones de tratamiento fueron escasas y similares en ambos grupos. Diferencias claras en el peso y el metabolismo 

El hallazgo más destacado fue el impacto sobre el peso corporal. A las 48 semanas, las personas tratadas con Biktarvy® habían ganado 1,13 kg más que las del grupo Dovato®; la diferencia creció a 1,52 kg a las 96 semanas. 

Además, 37,8 % de quienes usaban Biktarvy aumentaron ≥ 5 % su peso, frente al 24 % del grupo Dovato®. Esto supone el doble de probabilidad de incremento de peso con Biktarvy® (OR 2,02; p = 0,001). En el análisis multivariable, este tratamiento siguió asociado a mayor riesgo de ganancia ponderal (OR ajustada 1,92). 

El estudio analizó también la influencia de tratamientos previos. Haber recibido tenofovir disoproxil fumarato (TDF), sobre todo junto con efavirenz, aumentó entre un 78 y un 88 % la probabilidad de ganar > 5 % de peso tras el cambio. 

Sin embargo, el uso previo de efavirenz solo no se relacionó con una ganancia significativa, pese a su conocido efecto “supresor del peso”. 

En el análisis metabólico se observaron diferencias marcadas. Las personas que ganaron 5 % de peso redujeron sus triglicéridos una media de 31,8 mg/dl, mientras que las que aumentaron ≥ 5 % mostraron una subida de 13,6 mg/dl (p 0,001). 

También hubo descensos modestos de colesterol total, LDL e insulina en el grupo con menor ganancia y aumentos leves en el de mayor peso. 

El colesterol HDL (“bueno”) mejoró ligeramente en quienes mantuvieron un peso estable y bajó en quienes ganaron masa corporal. Implicaciones clínicas 

Los resultados de PASO-DOBLE confirman que no todos los tratamientos antirretrovirales afectan igual al peso ni al metabolismo, incluso en personas con supresión virológica mantenida. El esquema con Biktarvy® parece tener mayor potencial de aumento ponderal que la combinación Dovato®. 

Aunque la biterapia podría implicar un menor impacto metabólico, la relación entre bictegravir y tenofovir alafenamida ya se había observado en estudios previos. 

El seguimiento de 96 semanas demuestra que el régimen de dos fármacos mantiene la eficacia, reduce algunos efectos adversos y limita el aumento de peso. 

A medida que los tratamientos del VIH se vuelven más sencillos y personalizados, estos resultados orientan hacia un enfoque individualizado: elegir esquemas que conserven la eficacia y reduzcan los riesgos metabólicos. 

En este contexto, Dovato® se consolida como una opción eficaz, segura y bien tolerada para muchas personas con VIH. 



20th European AIDS Conference (EACS 2025): 
https://eacs-conference.com/scientific-programme/

El VIH y sus Tratamientos Modifican el Microbioma Intestinal de forma Distinta según la Región del Mundo

Un estudio internacional publicado en Nature Microbiology analizó muestras de 587 personas de Uganda, Botsuana y Estados Unidos. Mediante técnicas avanzadas de secuenciación se observó cómo el virus y los tratamientos modifican las bacterias intestinales. 

Los resultados muestran que la enfermedad, su evolución y los fármacos influyen en la salud intestinal de manera distinta según la inmunidad y el entorno. 

El microbioma y su papel en personas con el VIH El microbioma intestinal está formado por millones de bacterias que ayudan a digerir los alimentos, producir vitaminas y fortalecer el sistema inmunitario. 

En las personas con VIH, este equilibrio puede alterarse por la inflamación continua y el daño progresivo del sistema inmune. Esa alteración provoca cambios importantes en la composición de las bacterias intestinales. 

Diversos estudios han demostrado que el VIH favorece el crecimiento de microorganismos dañinos y reduce la presencia de bacterias beneficiosas. 

Esto afecta a la salud intestinal y también a la capacidad del cuerpo para combatir infecciones o controlar la inflamación crónica. Aún resulta difícil distinguir si los cambios se deben al virus o a los medicamentos, sobre todo en estudios realizados en una sola región. 

El nuevo trabajo amplía la perspectiva al comparar diferentes zonas del mundo. Muestra que la dieta, el entorno y el estilo de vida influyen de forma decisiva en el microbioma intestinal. 

Estos hallazgos subrayan la necesidad de incluir el cuidado del microbioma en el tratamiento del VIH. Cuidarlo puede mejorar la calidad de vida y reducir complicaciones asociadas. Diferencias según la región 

Los efectos del VIH sobre el microbioma no son iguales en todas las personas. Dependen de la región geográfica y de factores locales como la dieta o el entorno. 

En Uganda y Botsuana se detectaron cambios marcados en la diversidad microbiana y en ciertos grupos de bacterias. 

En Estados Unidos, las variaciones fueron diferentes, lo que sugiere respuestas específicas a la infección. 

Las diferencias pueden explicarse por el tipo de alimentación y los hábitos de vida. 

En los países africanos, las dietas ricas en fibra y carbohidratos complejos generan un microbioma distinto al de una población con consumo elevado de alimentos procesados y grasas. 

Por eso, el VIH modifica el microbioma de manera diferente en cada contexto. 

El entorno también influye: el acceso al agua potable, la exposición a microorganismos ambientales y el clima afectan tanto al microbioma como al sistema inmunitario. 

Comprender estas variaciones es esencial para diseñar tratamientos personalizados. 

Generalizar los resultados de una región a otra podría llevar a errores e impedir una atención eficaz. 

Cambios comunes en las funciones microbianas Aunque las bacterias afectadas varían según la zona, las funciones del microbioma muestran patrones similares. 

Esto indica que, pese a las diferencias regionales, el impacto funcional del VIH sobre el microbioma tiene rasgos comunes. Los análisis revelaron alteraciones en procesos esenciales como el metabolismo de aminoácidos, la síntesis de lípidos y el equilibrio redox. 

Estos cambios se relacionan con el avance de la enfermedad hacia fases graves como el sida. 

Las funciones del microbioma influyen directamente en la salud general. Participan en la producción de energía, la comunicación entre intestino y cerebro y la regulación del sistema inmunitario.

En el VIH, estas alteraciones pueden aumentar la inflamación y complicar la evolución de la enfermedad. 

Por ejemplo, un desequilibrio en el metabolismo de aminoácidos puede dificultar la reparación de tejidos, mientras que una alteración del balance de lípidos puede favorecer problemas metabólicos o cardiovasculares. 

Efectos de los antirretrovirales Los tratamientos antirretrovirales son esenciales para controlar el VIH, pero también afectan al microbioma intestinal. 

El estudio observó que el medicamento efavirenz reduce bacterias beneficiosas como Prevotella en pacientes africanos, mientras que en personas de Estados Unidos los efectos fueron menores. 

Estas diferencias pueden influir en la inflamación intestinal y en la salud general. 

Por ello, los autores recomiendan adaptar los tratamientos a las condiciones locales, considerando dieta, entorno y posibles apoyos con probióticos. 

Los resultados abren la puerta a terapias más equilibradas que protejan el microbioma y optimicen la salud de las personas con VIH. Perspectivas de futuro 

El estudio ofrece nuevas vías para la investigación y la atención médica. 

Los estudios longitudinales ayudarán a confirmar cómo los tratamientos modifican el microbioma y cómo esos cambios influyen en los resultados clínicos. 

También podrían desarrollarse intervenciones complementarias, como prebióticos o terapias con bacteriófagos, para proteger el equilibrio intestinal. 

Incluir evaluaciones del microbioma en los programas de tratamiento del VIH permitiría un enfoque más integral que combine control de la infección y cuidado de la salud intestinal. Colaboración internacional 

Este trabajo demuestra la importancia de la cooperación científica entre países. 

Las cohortes de distintos continentes permitieron identificar tanto efectos comunes como específicos del VIH y sus tratamientos sobre el microbioma. 

Modelos de investigación como este ayudan a reducir desigualdades y a diseñar intervenciones adaptadas a las características biológicas y culturales de cada región. 

Conclusión 
El estudio amplía de forma significativa el conocimiento sobre cómo el VIH y los antirretrovirales alteran el microbioma intestinal. Las modificaciones bacterianas dependen de la región, pero sus consecuencias funcionales son similares. 

Los resultados destacan el impacto negativo del efavirenz sobre el equilibrio microbiano y sus posibles efectos clínicos. 

En conjunto, la investigación pide incorporar el análisis del microbioma al diseño de tratamientos personalizados que minimicen complicaciones y promuevan una atención más completa a las personas con el VIH. 



Website Nature Microbiology: 
https://www.nature.com/nmicrobiol

EACS 2025: El Sistema Inmunitario Innato Desempeñó un Papel Inesperado en uno de los Casos de Curación del VIH

En la Conferencia AIDS 2024 se presentó el caso de curación del VIH del denominado “segundo paciente de Berlín”. 

En la XX Conferencia Europea del Sida (EACS 2025), celebrada recientemente en París (Francia), se ofreció una actualización de este caso. 

Los datos revelaron que los anticuerpos generados por esta persona eran más eficaces para neutralizar las células infectadas que otros anticuerpos conocidos. 

En ello pudieron desempeñar un papel importante los linfocitos NK, células del sistema inmunitario innato. Las lecciones aprendidas en este y otros casos de curación permiten abrir nuevos caminos hacia una cura funcional del VIH. 

El segundo paciente de Berlín El llamado “segundo paciente de Berlín” es un hombre con VIH que, para tratar una leucemia, recibió un trasplante de médula ósea. 

Tanto el donante como el receptor tenían una sola copia de la mutación CCR5-delta32, que reduce (aunque no del todo) la posibilidad de infección por el virus. 

Tras recibir radiación y quimioterapia, el hombre desarrolló una leve enfermedad de injerto contra huésped. 

Finalmente logró la remisión de su leucemia, con un reemplazo completo de sus células inmunitarias por las del donante. Desde que interrumpió su tratamiento antirretroviral en 2018, mantiene una carga viral indetectable. 

No se ha encontrado ADN viral ni virus activo en sangre o tejidos, y presenta una disminución progresiva de los anticuerpos frente al VIH. 

El sistema inmunitario innato El sistema inmunitario innato es la parte más antigua de nuestras defensas. Actúa rápidamente ante la presencia de un patógeno, aunque es menos específico. 

Su respuesta se basa en señales generales de alarma y envía glóbulos blancos a los sitios dañados o infectados, donde se produce la clásica inflamación. 

Hasta ahora se pensaba que no recordaba patógenos concretos, pero lo observado en este caso pone esa idea en duda. 

Este sistema está formado por tres tipos de células: neutrófilos, monocitos y células “asesinas naturales” (NK). Todas actúan frente a patógenos y, en el caso de las NK, eliminan células infectadas de modo parecido a las CD8. Mecanismos que podrían explicar la curación 

El equipo investigador especuló con diversas hipótesis para explicar la curación del VIH en este hombre. Una posibilidad es que paciente y donante compartieran una configuración de genes HLA (“antígeno leucocitario humano”) asociada a una replicación lenta del VIH y a células NK especialmente reactivas.

Los genes HLA influyen en las señales que emiten las células cuando se infectan: algunas reaccionan con rapidez y otras más lentamente. Este último patrón es deseable frente al VIH porque frena la propagación de la infección. 

Sin embargo, ni el paciente ni su donante presentaban genes HLA o receptores NK típicos de una progresión lenta. Otra hipótesis es que las NK del paciente pertenecieran a un subtipo capaz de producir una fuerte respuesta inmunitaria celular. 

Para comprobarlo, se analizó si tenían una combinación concreta de receptores, llamados NKG6A⁺/CD57, capaz de garantizar una buena respuesta. 

El receptor NKG6A⁺ actúa como “inhibidor de punto de control inmunitario”: evita que las CD8 se autodestruyan y prolonga su capacidad de eliminar células infectadas. El receptor CD57 modera esa actividad y evita una respuesta descontrolada, que en algunos casos puede ser dañina. 

Se observó que las NK del paciente no mostraban niveles especialmente altos de NKG6A⁺/CD57, pero sí una gran presencia de otro receptor, NKG2A⁺. 

Su acción se conoce menos. Normalmente las células con NKG2A están inhibidas para matar células infectadas, pero en este caso podrían ser justamente las que las eliminaron. El papel de los linfocitos NK 

La expresión de NKG2A en las NK actúa como director de un proceso llamado citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos. En otras palabras, estas células estimulan la formación de anticuerpos contra el virus en una comunicación cruzada con otros componentes del sistema inmunitario. 

Para comprobarlo, se incubaron células NK del paciente junto con anticuerpos. Cuando estos anticuerpos se sensibilizaron al VIH tras exponerse a los linfocitos NK, se volvieron muy eficaces frente a gp120, la proteína de la cubierta viral. 

De hecho, fueron más eficaces que los anticuerpos ampliamente neutralizantes usados en estudios de cura y prevención, e incluso mejores que los de personas “controladoras de élite”, capaces de controlar el VIH sin tratamiento. 

Otro factor relevante es que el paciente tenía (y recibió) células con una copia de la mutación CCR5-delta32, lo que habría contribuido a mantener una carga viral baja. 

Se sabe que una carga viral elevada puede colapsar la respuesta inmunitaria innata, pero una carga moderada puede favorecer una reacción eficaz. 

Lo observado sugiere que un subconjunto de NK altamente diferenciadas puede recordar antígenos virales, algo que antes se consideraba imposible. 

El posible papel de las NK en la curación del VIH está recibiendo gran atención. 

Por ejemplo, se ha visto que participan en la “poda” del ADN proviral de los reservorios, de modo que con el tiempo ese ADN se concentra en “desiertos genéticos”, donde la reactivación del virus es mucho menos probable. 

Si se lograra potenciar este tipo de actividad de las NK, podríamos estar más cerca de una cura generalizable y no tóxica. 



20th European AIDS Conference (EACS 2025): 
https://eacs-conference.com/scientific-programme/

EACS 2025: doxyPEP y Vacunas Frente a Infecciones de Transmisión Sexual Bacterianas

En la Conferencia Europea del Sida (EACS 2025), celebrada en París, varios equipos presentaron nuevos datos sobre las infecciones de transmisión sexual (ITS) bacterianas.

El interés se centró en el uso creciente de la profilaxis postexposición con doxiciclina (doxyPEP), sobre todo en Europa occidental. 

Se describieron sus formas de uso, los contextos donde más se ha extendido y los colectivos que la emplean sin guías oficiales claras, así como sus primeros efectos sobre la incidencia de ITS y sobre las resistencias antimicrobianas. 

La expansión del doxyPEP en Europa y el papel de las guías clínicas Algunos países, como Reino Unido o EE UU, cuentan ya con recomendaciones específicas. 

Sin embargo, varias instituciones europeas aún no han publicado guías. 

Esta falta de consenso refleja dos preocupaciones principales: la eficacia limitada de doxyPEP frente a la gonorrea y el riesgo de aumentar las resistencias a los antibióticos. 

En ausencia de una postura común, la información ha dependido de organizaciones comunitarias y de su uso informal en población LGBTIQ+. 

Por este motivo, algunas clínicas han decidido ofrecer doxyPEP sin un respaldo explícito de sus autoridades sanitarias. Suiza es un ejemplo destacado. 

Varios centros iniciaron estudios propios y un hospital de referencia comenzó a ofrecer doxyPEP y también la vacuna 4CMenB. Aunque esta vacuna está diseñada para la meningitis B, puede ofrecer cierto nivel de protección frente a la gonorrea. 

El uso combinado permitió observar cambios reales en la incidencia de sífilis, clamidia y gonorrea en la población atendida. Resultados de los estudios suizos: eficacia global, impacto desigual e impacto de la vacunación 

Un estudio observacional en Zúrich analizó a 266 personas que recibieron doxyPEP y, en algunos casos, también la vacuna 4CMenB. 

Se permitió acceder a quienes habían tenido sexo sin preservativo con parejas ocasionales o habían presentado una ITS bacteriana en los tres años previos. 

La mitad recibió solo doxyPEP y la otra mitad combinó el antibiótico con la vacuna. La adherencia fue muy alta. Los resultados mostraron una reducción global del 49 % en la incidencia conjunta de sífilis, clamidia y gonorrea. 

La disminución fue especialmente notable en clamidia y sífilis, aunque la gonorrea solo bajó un 11 %, un cambio pequeño y sin significación estadística. 

Sífilis y clamidia mostraron descensos sostenidos desde 2022 y 2023. 

En cambio, la gonorrea se mantuvo estable desde 2021. Aun así, la combinación de doxyPEP y la vacuna 4CMenB produjo un descenso del 29 % en gonorrea anual, frente a un aumento del 11 % en quienes no se vacunaron. 

Aunque estos datos no alcanzan significación estadística, coinciden con el efecto protector moderado observado en otros estudios con la misma vacuna. Vacunas frente a gonorrea: avances, dudas y barreras por resolver 

Durante el congreso se revisó el estado actual de las vacunas en desarrollo contra la gonorrea. 

Esta infección sigue siendo un reto global por su capacidad de generar resistencias. 

Modelos matemáticos indican que una vacuna de eficacia moderada podría reducir su prevalencia de forma temporal. Sin embargo, solo una vacuna muy eficaz tendría un impacto sostenible a largo plazo. 

Las dificultades en la investigación persisten. Un estudio con una vacuna diseñada específicamente contra la bacteria gonocócica se interrumpió por sus malos resultados. 

Siguen en marcha ensayos aleatorizados con la vacuna 4CMenB en distintas regiones del mundo, pero los datos publicados hasta ahora no muestran un beneficio concluyente. 

Resistencias antimicrobianas y señales de alerta en el uso de doxyPEP Otro aspecto clave fue el posible impacto de doxyPEP en el aumento de resistencias. 

En una fase abierta de un ensayo clínico previo se comparó la incidencia de ITS y la aparición de resistencias antes y después de ofrecer el antibiótico a todas las personas participantes. 

La eficacia frente a sífilis y clamidia se mantuvo alta y la reducción de gonorrea fue algo mayor que en la fase aleatorizada. Aun así, el incremento de resistencias en las cepas expuestas fue significativo. 

Las muestras de Neisseria gonorrhoeae tomadas de personas usuarias de doxyPEP mostraron más mecanismos de resistencia a las tetraciclinas y también a cefixima, un antibiótico de la familia de las cefalosporinas. 

Aunque la resistencia a ceftriaxona sigue siendo muy rara, estas señales refuerzan la necesidad de vigilancia estrecha y continuada. Infecciones “silenciosas” de sífilis: un nuevo desafío diagnóstico 

Finalmente, se presentó un análisis sobre casos de sífilis detectados en personas que utilizaban doxyPEP y mostraban una respuesta inmunitaria más baja de lo esperado. 

Tenían títulos reducidos de anticuerpos, lo que dificulta la interpretación de las pruebas serológicas y complica la distinción entre infecciones antiguas y recientes. 

Este fenómeno recuerda situaciones similares descritas en usuarios de PrEP frente al VIH y señala la necesidad de ajustar la interpretación diagnóstica para evitar retrasos en el tratamiento y en el control de la transmisión. 



20th European AIDS Conference (EACS 2025): 
https://eacs-conference.com/scientific-programme/

Supervivencia Tras el Trasplante Renal con o sin el VIH: Resultados Similares a Corto Plazo, pero Divergentes a Largo Plazo

La supervivencia de las personas que han recibido un trasplante renal es comparable entre quienes viven con el VIH y quienes no lo tienen durante los primeros años tras la intervención. 

Sin embargo, a los cinco años se observan diferencias relevantes. Esto indica la necesidad de estrategias de seguimiento más prolongadas y un control clínico adaptado al estado serológico.

Así lo muestra un metaanálisis publicado en BMC Infectious Diseases, que revisa más de treinta años de evidencia sobre los resultados del trasplante renal en personas con infección por el VIH. De la igualdad inicial a la brecha a largo plazo 

Desde la aprobación en 2013 de la ley HOPE Act en Estados Unidos —que permitió realizar estudios de trasplante en personas con el VIH— se ha generado un gran volumen de datos. 

El nuevo metaanálisis integró la información de 6.174 personas con el VIH que recibieron un trasplante renal, procedente de 49 estudios, la mayoría retrospectivos. 

Hasta ahora, los resultados publicados eran alentadores. En el corto plazo, la supervivencia postrasplante alcanzó el 94 % al año y el 89 % a los tres años, cifras muy similares a las de pacientes sin VIH. 

A los cinco años, la supervivencia descendió al 82,8 %, y las diferencias con los receptores seronegativos fueron estadísticamente significativas (HR 1,91; IC95 % 1,22–3,00; P 0,0001). 

En otras palabras, el riesgo de fallecer a cinco años casi se duplicó en las personas con el VIH. 

Durante los primeros años, el comportamiento clínico y la supervivencia global fueron prácticamente equivalentes entre los dos grupos. 

El desafío principal se sitúa, por tanto, en el mantenimiento del injerto y del estado inmunitario a largo plazo, más que en el éxito quirúrgico inmediato. 

Supervivencia del injerto y rechazo: papel del sistema inmunitario y las coinfecciones 

La supervivencia del injerto —es decir, la duración funcional del riñón trasplantado— fue del 90,2 % al año, del 77,9 % a los tres años y del 70,5 % a los cinco años. 

En este caso, las diferencias según el estado serológico aparecieron antes: el riesgo de pérdida del injerto fue más del doble durante el primer año y siguió siendo alto a los tres años, aunque la brecha se redujo con el tiempo. 

La coinfección por el virus de la hepatitis C (VHC) se asoció a peores resultados tanto a uno como a cinco años. 

El uso de tratamientos basados en inhibidores de la proteasa también se relacionó con menor rendimiento del injerto, quizá por interacciones farmacológicas o efectos metabólicos adversos. 

El rechazo del injerto, un marcador clave de la respuesta inmunológica frente al órgano trasplantado, se observó en el 25,6 % de los casos al año, en el 32,7 % a los tres años y en el 38,5 % a los cinco años. 

El riesgo fue casi el doble en personas con el VIH. No obstante, mantener la carga viral indetectable redujo de forma notable esta probabilidad, lo que subraya la importancia de la adherencia al tratamiento antirretroviral. Reforzar el seguimiento y adaptar las estrategias terapéuticas

En el análisis multivariable, el recuento de linfocitos CD4+ previo al trasplante fue el principal factor asociado a la supervivencia. Una mejor función inmunitaria antes del procedimiento se tradujo en mejores resultados globales, tanto en supervivencia como en duración del injerto.

Estos hallazgos confirman que los avances terapéuticos han permitido igualar las tasas iniciales de éxito del trasplante renal entre personas con y sin VIH. Sin embargo, persisten vulnerabilidades que se manifiestan con el tiempo. 

La inflamación crónica, las coinfecciones virales, las interacciones farmacológicas y la toxicidad acumulada de algunos fármacos pueden contribuir al deterioro progresivo. 

El estudio recuerda además que la mayoría de los datos proceden de países de ingresos altos, con escasa representación de contextos de recursos limitados. 

Conclusión: 
hacia una atención más sostenida y personalizada En conjunto, los resultados confirman que el trasplante renal es una opción viable y eficaz para las personas que viven con el VIH, siempre que se mantenga un control inmunológico y virológico adecuado. 

La pérdida de supervivencia a los cinco años pone de relieve la necesidad de estrategias de manejo a largo plazo, centradas en la prevención de complicaciones metabólicas, la detección temprana del rechazo y el ajuste continuo del tratamiento antirretroviral. 

El reto actual ya no es lograr la viabilidad del trasplante, sino asegurar una supervivencia sostenida y de calidad durante toda la vida del injerto. 



Website BMC Infectious Diseases: 
https://bmcinfectdis.biomedcentral.com/

EACS 2025: La Reactivación del Virus de la Hepatitis B es Infrecuente tras Suspender el Tratamiento con Tenofovir

La reactivación del virus de la hepatitis B (VHB) después de suspender tenofovir en el tratamiento antirretroviral es muy poco frecuente. 

Esta conclusión procede de dos estudios realizados en Suiza y España, presentados en la Conferencia Europea del Sida 2025 (EACS) celebrada en París. 

Ambas investigaciones evaluaron a personas con VIH que cambiaron a tratamientos sin tenofovir, como dolutegravir/lamivudina (Dovato®) o cabotegravir/rilpivirina (Vocabria® y Rekambys®). 

Los resultados mostraron que el riesgo de reactivación del VHB es mínimo y controlable con una monitorización adecuada. 

*Tenofovir y su papel frente al virus B Tenofovir, en sus formulaciones disoproxil fumarato (TDF) y alafenamida (TAF), ha sido durante años una pieza clave del tratamiento antirretroviral. 

Su eficacia frente al VIH y su capacidad para suprimir la replicación del VHB lo convirtieron en un pilar terapéutico. 

Sin embargo, los regímenes que prescinden de tenofovir ganan terreno por su menor toxicidad renal y ósea. 

Esto ha despertado preocupación sobre una posible reactivación del VHB al retirar el fármaco. 

El virus puede permanecer latente en el núcleo de las células hepáticas como ADN circular covalentemente cerrado (cccDNA). Incluso cuando la infección parece resuelta, ese material genético no se elimina con los antivirales actuales. 

Puede reactivarse si desaparece la presión del tratamiento o ante inmunosupresión, como el envejecimiento, ciertos tratamientos oncológicos o la pérdida de inmunidad vacunal. 

En esas situaciones puede aparecer una inflamación hepática severa con riesgo de cirrosis o cáncer hepático. 

En personas con VIH, el riesgo es especialmente importante. Al menos un 30% presenta anticuerpos frente al antígeno del núcleo (anti-HBc), señal de exposición previa al VHB. 

La frecuencia varía según edad y región. 

*Evidencia de bajo riesgo: estudios en Suiza y Barcelona El primer estudio, realizado en la Cohorte Suiza del VIH, siguió a 394 personas que cambiaron a tratamientos sin tenofovir.Se compararon 197 que mantuvieron antivirales activos frente al VHB (lamivudina o emtricitabina) con otras 197 que los suspendieron. 

Durante un seguimiento medio de 1,3 años, la reactivación fue rara: un 5,6 % sin antivirales activos y un 1,1% en el grupo que los mantenía. 

En todos los casos el ADN del VHB se mantuvo por debajo del límite de cuantificación y nadie desarrolló antígeno de superficie (HBs). 

Los autores concluyeron que el cambio a regímenes sin tenofovir es seguro si se mantiene una vigilancia clínica y analítica regular. 

El segundo estudio, realizado en el Hospital Clínic de Barcelona, incluyó a 741 personas tratadas con la terapia inyectable de liberación prolongada con cabotegravir y rilpivirina entre 2023 y 2025. 

Las personas fueron seguidas durante 54 semanas con controles de enzimas hepáticas y marcadores virales. 

La población era mayoritariamente masculina (92 %), con una mediana de edad de 45 años y un 55 % de personas nacidas fuera de España. 

En cuanto al perfil serológico, el 22 % mostraba infección resuelta, el 3 % tenía anticuerpos aislados frente al núcleo y el 61 % estaba vacunado frente al VHB. 

Durante el seguimiento, el 17 % tuvo aumentos de enzimas hepáticas sin diferencias relevantes entre grupos. 

Solo hubo dos casos de reactivación, ambos en personas con infección crónica no detectada antes del cambio. Al reintroducir TAF/emtricitabina/bictegravir (Biktarvy®), la supresión viral se recuperó con rapidez. 

*Precaución, vacunación y confianza clínica Estos resultados aportan tranquilidad respecto a la suspensión de tenofovir en personas coinfectadas bien seleccionadas. 

Aunque el riesgo de reactivación existe, su frecuencia es baja y sus efectos pueden prevenirse con una evaluación basal adecuada y un seguimiento regular. 

Se recomienda mantener la vacunación frente a la hepatitis B, en especial en personas con VIH que tienen anticuerpos frente al núcleo (anti-HBc) pero no frente al antígeno de superficie (anti-HBs). 

Estas personas no están protegidas frente a una nueva infección. En la cohorte suiza se detectaron dos casos de hepatitis B aguda tras el cambio, lo que refuerza la importancia de vacunar y monitorizar regularmente. 

En conjunto, los dos estudios sugieren que el cambio a regímenes antirretrovirales sin tenofovir puede realizarse con seguridad en la mayoría de personas con VIH. 

Es fundamental mantener un control clínico adecuado, descartar hepatitis B oculta antes del cambio y asegurar una vacunación completa frente al VHB. 



Website 20th European AIDS Conference (EACS 2025): 
https://eacs-conference.com/scientific-programme/

EACS 2025: Expertos Reclaman Estrategias de Cribado del Cáncer Adaptadas a Personas con el VIH

Los resultados presentados en la XX Conferencia Europea del Sida (EACS 2025), celebrada recientemente en París (Francia), subrayan una preocupación creciente en el ámbito de la salud pública: las personas con el VIH requieren estrategias de detección del cáncer específicas y personalizadas.

Diversos estudios multicéntricos han evidenciado que el cáncer de próstata tiende a diagnosticarse antes y en estadios más avanzados en hombres con el VIH; que las mujeres con antecedentes de inmunosupresión presentan un mayor riesgo de cáncer anal y cervical y que el cribado del cáncer de hígado sigue siendo insuficiente incluso entre quienes presentan factores de riesgo. 

En conjunto, las conclusiones apuntan a una brecha en la prevención oncológica que exige una respuesta adaptada al perfil inmunológico y clínico de la población con el VIH. 

Cáncer de próstata: aparece antes y de forma más agresiva en hombres con el VIH 

El cáncer de próstata es el tumor más diagnosticado en varones en Europa, pero su detección depende en gran medida de la práctica del test de antígeno prostático específico (PSA, en sus siglas en inglés), que varía según los países. 

Este marcador, aunque útil, tiene limitaciones: no todos los cánceres con PSA elevado son agresivos, y algunos tumores pueden pasar inadvertidos si el PSA es bajo. 

En hombres mayores con el VIH, algunos estudios han evidenciado una mayor probabilidad de recibir diagnóstico de cáncer de próstata avanzado.

En Alemania, un estudio realizado en 16 clínicas del VIH identificó a 161 hombres con este diagnóstico. La edad promedio al detectar el cáncer de próstata fue de 61 años, una década antes que en la población general. 

Además, el 26% de los participantes presentaba ya metástasis y en casi seis de cada diez casos el tumor se clasificó como de alto riesgo de progresión. 

Los hombres con recuentos de CD4 inferiores a 500 células/mm³ mostraron una probabilidad significativamente mayor de desarrollar enfermedad metastásica. 

Pese a que la supervivencia libre de progresión no varió entre quienes recibieron cirugía, radioterapia o vigilancia activa; la supervivencia global fue menor entre los tratados con radioterapia tras ajustar los resultados por edad y estadio del VIH. 

Aunque la mayoría de fallecimientos no se debió directamente al cáncer, los investigadores recomiendan iniciar el cribado de los niveles de PSA desde los 45 años en varones con el VIH y evaluar más a fondo los valores superiores a 3 ng/ml, en consonancia con las nuevas guías alemanas. 

Mujeres con el VIH: mayor vulnerabilidad a cánceres anogenitales El cáncer anal y el de cuello uterino comparten una causa común: la infección persistente por el virus del papiloma humano (VPH). 

En mujeres con el VIH el riesgo se multiplica debido a la alteración inmunitaria, pero la percepción de amenaza y la participación en programas de detección en dicho colectivo siguen siendo bajas. 

En un estudio prospectivo del Hospital Universitario de Padua (Italia), los investigadores ofrecieron el cribado de cáncer anal a 331 mujeres con el VIH. 

Sin embargo, el 45% lo rechazó. Las razones más frecuentes para el rechazo de la prueba de cribado fueron la ausencia de relaciones sexuales anales o de actividad sexual reciente, la creencia de no estar en riesgo o el simple rechazo al procedimiento. 

Entre quienes aceptaron, se realizaron pruebas de detección del VPH y citologías anales. En caso de positividad a alguna de las pruebas, se indicó la realización de una anoscopia. 

De las 144 mujeres con resultados positivos a las pruebas de cribado, prácticamente un 6% obtuvo el diagnóstico de cáncer anal y dos tercios presentaban genotipos del VPH de alto riesgo de malignización. 

Tener una edad avanzada y/o un recuento nadir de CD4 bajo se asociaron con un riesgo mayor. Estudio de Países Bajos En paralelo, un estudio neerlandés analizó más de dos décadas de pruebas de cribado a nivel del cuello uterino en 2.764 mujeres con el VIH. En total, se detectaron 246 casos de lesiones precancerosas y dos carcinomas invasivos. 

Los hallazgos mostraron una clara relación entre la duración de la supresión virológica y la incidencia de cáncer de cuello de útero: las mujeres con menos de dos años de control virológico tenían tasas de lesiones precancerosas hasta diez veces superiores a las de quienes llevaban más de cinco años con carga viral indetectable. 

Además, los recuentos de CD4 bajos, tanto históricos como recientes, se vincularon estrechamente a las lesiones más avanzadas. 

Los autores concluyeron que los programas de detección deben centrarse en mujeres jóvenes, recién diagnosticadas o con inmunosupresión marcada. 

Es importante, a su juicio, reforzar la frecuencia del cribado y la educación sanitaria sobre el riesgo de cáncer anal, incluso sin antecedentes de sexo anal. 

Cáncer de hígado: cribado desigual y escasa adherencia a las guías de práctica clínica El cáncer hepático constituye otra amenaza relevante en personas con el VIH, especialmente cuando coexiste la infección por el virus de la hepatitis B (VHB). 

Las guías europeas de 2024 recomiendan realizar -entre quienes tienen el VIH y el VHB- una ecografía hepática semestral entre aquellas personas con cirrosis o factores de riesgo adicionales, como tener una edad superior a los 45 años, presentar coinfección por el virus de la hepatitis D (VHD) u otros factores de riesgo conocidos. 

Un amplio estudio en 48 centros de España, Alemania y Polonia evaluó el cumplimiento de estas recomendaciones en 1.308 personas con el VIH y el VHB. 

Aunque más del 80% tenía el virus de la hepatitis bajo control y la mitad presentaba alto riesgo según la escala PAGE-B, solo el 28% había realizado pruebas de cribado. 

La disparidad entre países fue notable: en España, la tasa alcanzó el 72% entre quienes tenían cirrosis, pero descendió al 15% en los que no la presentaban; en Alemania, los porcentajes fueron del 48% y 35% respectivamente. 

Los resultados reflejan una falta de homogeneidad en la aplicación de las guías de práctica clínica y una preocupante infrautilización del cribado en personas sin cirrosis pero con factores de riesgo conocidos. 

Los investigadores subrayan la necesidad de integrar protocolos automatizados en las consultas del VIH y hepatología para mejorar la vigilancia y detectar de forma precoz los casos de cáncer hepático. 

Conclusiones 
En conclusión, los estudios presentados en la EACS 2025 confirman que la relación entre el VIH y el cáncer sigue siendo un reto clínico complejo. 

Los bajos recuentos de CD4, la supresión virológica reciente o incompleta y la falta de percepción de riesgo en determinadas poblaciones son factores que obstaculizan la detección precoz. 

Los expertos coinciden en que los programas de cribado deben ajustarse al perfil inmunológico, intensificarse en grupos vulnerables y acompañarse de estrategias educativas que promuevan la participación activa de las personas con el VIH en la prevención del cáncer. 



20th European AIDS Conference (EACS 2025): 
https://eacs-conference.com/scientific-programme/

martes, 4 de noviembre de 2025

Los Biomarcadores Epigenéticos Ayudan a Predecir el Envejecimiento y las Complicaciones en Personas con VIH bien Tratadas

Cada vez más personas con el VIH viven más allá de los 50 años gracias a los tratamientos actuales. 

Sin embargo, incluso con una carga viral indetectable y una buena recuperación inmunitaria, se observa un riesgo mayor de enfermedades no relacionadas con el sida, como cáncer, hipertensión, diabetes o alteraciones metabólicas. 

Por eso, comprender los mecanismos del envejecimiento biológico en el VIH se ha convertido en una prioridad de salud. 

Un estudio pionero desde La Paz Un equipo del Hospital Universitario La Paz (Madrid), junto a otros centros de la Comunidad de Madrid, analizó a 216 personas con VIH con supresión virológica mantenida durante una media de 6,5 años. 

El estudio, publicado en Clinical Infectious Diseases y liderado por José R. Arribas, siguió a estas personas durante una década. En ese tiempo se registraron 162 eventos clínicos, entre ellos 65 enfermedades graves no definitorias de sida, 96 afecciones relacionadas con la edad y 17 fallecimientos. 

Los investigadores midieron varios biomarcadores epigenéticos del envejecimiento, indicadores basados en la metilación del ADN, una modificación química que cambia con el paso del tiempo y refleja la edad biológica. 

Entre ellos destacaron los llamados relojes epigenéticos, especialmente los modelos GrimAge, PhenoAge y DunedinPACE. Estos relojes permiten estimar la velocidad del envejecimiento biológico, es decir, cuánto envejece una persona en comparación con lo esperado por su edad real. 

El reloj GrimAge, el más predictivo Los resultados mostraron que las personas con aceleración epigenética positiva —es decir, con una edad biológica superior a la cronológica según su ADN— tenían más del doble de riesgo de sufrir enfermedades graves no definitorias de sida, como cánceres o trastornos metabólicos. 

Además, un valor elevado en GrimAge V2 se asoció a un riesgo cuatro veces mayor de mortalidad por cualquier causa. Todas las personas fallecidas presentaban también un DunedinPACE superior a 1, lo que indica un ritmo de envejecimiento más rápido de lo esperado. Implicaciones para la atención y la prevención 

Los autores destacan que estos biomarcadores epigenéticos podrían ayudar a identificar a las personas con mayor riesgo de complicaciones a largo plazo. 

Detectar a quienes envejecen biológicamente más rápido permitiría reforzar la prevención y el seguimiento clínico, especialmente frente a las enfermedades oncológicas y cardiovasculares. 

De este modo, estos relojes biológicos podrían convertirse en una nueva herramienta para una atención más personalizada. 

Aunque se trata de un estudio preliminar que necesita validación en cohortes más amplias, los hallazgos apoyan la hipótesis de que el envejecimiento biológico acelerado asociado al VIH no se revierte por completo con el tratamiento antirretroviral. Mirada comunitaria: ciencia al servicio del bienestar 

Para las personas que viven con el VIH, esta investigación amplía la visión del envejecimiento saludable. No se trata solo de controlar el virus, sino también de comprender y mitigar los efectos biológicos del paso del tiempo. 

El uso de biomarcadores epigenéticos puede abrir la puerta a una atención más preventiva y personalizada, donde la ciencia y la comunidad colaboren para mejorar la calidad y la esperanza de vida. 



Website : 
https://academic.oup.com/cid

Algunas Infecciones Virales Agudas y Crónicas pueden Aumentar el Riesgo de Enfermedad Cardiovascular

Puntos destacados de la investigación: 
Una revisión de 155 estudios científicos reveló que las infecciones por influenza y COVID-19 aumentan el riesgo de infarto o derrame cerebral entre tres y cinco veces en las semanas posteriores a la infección inicial. 

Los virus que permanecen latentes en el organismo, como el VIH, la hepatitis C y el virus varicela-zóster (el virus que causa el herpes zóster), pueden provocar un aumento a largo plazo del riesgo de eventos cardiovasculares. 

Los investigadores del estudio afirman que las medidas preventivas, incluida la vacunación, pueden desempeñar un papel importante en la reducción del riesgo de infartos y derrames cerebrales, especialmente en personas con enfermedades cardíacas o factores de riesgo cardiovascular. 

Dallas — En las semanas posteriores a un episodio de influenza o COVID-19, el riesgo de infarto o derrame cerebral puede aumentar drásticamente, y las infecciones crónicas como el VIH pueden incrementar el riesgo a largo plazo de eventos cardiovasculares graves, según una nueva investigación independiente publicada hoy [29 de octubre] en el Journal of the American Heart Association, una revista de acceso abierto y revisada por pares de la Asociación Americana del Corazón.

“Es bien sabido que el virus del papiloma humano (VPH), el virus de la hepatitis B y otros virus pueden causar cáncer; sin embargo, la relación entre las infecciones virales y otras enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, se comprende menos”, afirmó Kosuke Kawai, doctor en ciencias, autor principal del estudio y profesor asociado adjunto de la división de medicina interna general e investigación en servicios de salud de la Facultad de Medicina David Geffen de la Universidad de California, Los Ángeles.

“Nuestro estudio halló que las infecciones virales agudas y crónicas están relacionadas con riesgos a corto y largo plazo de enfermedades cardiovasculares, incluidos los accidentes cerebrovasculares y los infartos”. 

Los investigadores se propusieron revisar sistemáticamente todos los estudios publicados que investigaban la asociación entre cualquier infección viral y el riesgo de accidente cerebrovascular e infarto. Inicialmente, examinaron más de 52 000 publicaciones e identificaron 155 con un diseño adecuado y de alta calidad, lo que permitió realizar un metaanálisis de los datos combinados. 

En estudios que compararon el riesgo cardiovascular de las personas en las semanas posteriores a una infección respiratoria documentada con el riesgo de las mismas personas cuando no habían padecido la infección, los investigadores hallaron lo siguiente: 

Las personas tienen cuatro veces más probabilidades de sufrir un infarto y cinco veces más probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular durante el mes posterior a una influenza confirmada por laboratorio. 

Las personas tienen tres veces más probabilidades de sufrir un infarto y tres veces más probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular durante las 14 semanas posteriores a la infección por COVID-19, y este riesgo se mantiene elevado durante un año. 

La respuesta natural del sistema inmunitario a las infecciones virales incluye la liberación de moléculas que desencadenan y mantienen la inflamación y promueven la coagulación sanguínea; ambos efectos pueden persistir mucho después de que la infección inicial haya desaparecido. 

Tanto la inflamación como la coagulación sanguínea pueden reducir la capacidad del corazón para funcionar correctamente y podrían explicar el mayor riesgo de infarto y accidente cerebrovascular. 

La inflamación desempeña un papel fundamental en el desarrollo y la progresión de las enfermedades cardiovasculares (ECV). Contribuye a la formación y ruptura de placas en las arterias, lo que puede provocar infartos y accidentes cerebrovasculares. 

Algunos marcadores inflamatorios elevados se asocian a peores resultados y mayor riesgo de eventos futuros; por lo tanto, el control de la inflamación se está convirtiendo en una parte importante de la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. 

En estudios que compararon el riesgo a largo plazo (un promedio de más de 5 años) de eventos cardiovasculares en personas con ciertas infecciones virales crónicas frente a personas similares sin la infección, los investigadores hallaron: 

Un riesgo un 60 % mayor de infarto y un 45 % mayor de accidente cerebrovascular en personas con infección por VIH. Un riesgo un 27 % mayor de infarto y un 23 % mayor de accidente cerebrovascular en personas con infección por hepatitis C. 

Un riesgo un 12 % mayor de infarto y un 18 % mayor de accidente cerebrovascular en personas que habían padecido herpes zóster. «Los riesgos elevados de enfermedad cardiovascular son menores para el VIH, la hepatitis C y el herpes zóster que el aumento del riesgo a corto plazo tras la gripe y la COVID-19. 

Sin embargo, los riesgos asociados a estos tres virus siguen siendo clínicamente relevantes, sobre todo porque persisten durante un largo periodo de tiempo. 

Además, el herpes zóster afecta aproximadamente a una de cada tres personas a lo largo de su vida», afirmó Kawai. 

Por lo tanto, el elevado riesgo asociado a ese virus se traduce en un gran número de casos adicionales de enfermedad cardiovascular a nivel poblacional. 

Los hallazgos también sugieren que el aumento de las tasas de vacunación contra la gripe, la COVID-19 y el herpes zóster tiene el potencial de reducir la tasa general de infartos y accidentes cerebrovasculares. 

Como ejemplo, los investigadores citan una revisión de la evidencia científica disponible de 2022 que halló un riesgo un 34 % menor de eventos cardiovasculares graves entre los participantes que recibieron la vacuna contra la gripe en ensayos clínicos aleatorizados, en comparación con los participantes de los mismos ensayos que fueron seleccionados aleatoriamente para recibir un placebo. 

Las medidas preventivas contra las infecciones virales, incluida la vacunación, pueden desempeñar un papel importante en la disminución de la incidencia de enfermedades cardiovasculares. El riesgo de enfermedad cardiovascular. 

“La prevención es especialmente importante para los adultos que ya padecen enfermedades cardiovasculares o tienen factores de riesgo cardiovascular”, afirmó Kawai. 

Según la Asociación Americana del Corazón (AHA), las personas pueden tener un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares debido a virus como la influenza, la COVID-19, el VSR y el herpes zóster. 

Además, dado que las personas con enfermedades cardiovasculares pueden sufrir complicaciones más graves por estos virus, la AHA recomienda que consulten con un profesional de la salud para determinar qué vacunas son las más adecuadas para ellas, ya que la vacunación ofrece una protección crucial a las personas con un mayor riesgo. 

Si bien estudios previos han sugerido una conexión, los investigadores señalan que actualmente existe evidencia limitada y se necesitan más estudios para comprender los posibles vínculos entre el riesgo de enfermedades cardíacas y otros virus, como el citomegalovirus (virus que puede causar defectos congénitos), el herpes simple tipo 1 (virus que causa herpes labial), el dengue (virus transmitido por mosquitos que puede causar dengue) y el virus del papiloma humano (VPH, que puede causar cáncer de cuello uterino y otros tipos de cáncer en la edad adulta). 

El presente análisis tiene algunas limitaciones, ya que se basó en estudios observacionales en lugar de ensayos controlados aleatorizados; sin embargo, muchos de los estudios tuvieron en cuenta adecuadamente los posibles factores de confusión. 

Factores. 
Dado que la mayoría de los estudios examinaron la infección por un solo virus, no está claro cómo la infección por múltiples virus o bacterias pudo haber afectado los resultados. 

El análisis se centró en las infecciones virales que afectan a la población general y no identificó grupos de alto riesgo (como los receptores de trasplantes) que podrían verse afectados de manera desproporcionada. 

Detalles, antecedentes y diseño del estudio: 
Los investigadores buscaron en múltiples bases de datos médicas, desde su inicio hasta julio de 2024, estudios que examinaran la asociación entre infecciones virales y enfermedades cardiovasculares. 

Posteriormente, revisaron 52 336 publicaciones posiblemente relevantes y seleccionaron 155 estudios para su análisis. 

Los estudios se publicaron entre 1997 y 2024, y la mayoría se realizaron en Norteamérica (67), Europa (46) y Asia Oriental (32). 137 estudios evaluaron una sola infección viral y 18 estudios evaluaron dos o más. 

Para cada virus considerado, los investigadores realizaron un metaanálisis de estudios con el mismo diseño. 



Website Journal of the American Heart Association: 
https://www.ahajournals.org/journal/jaha