1.-Algunos niños que empiezan a tomar los antirretrovirales muy pronto son capaces de controlar el VIH tras interrumpir el tratamiento.
Una pequeña proporción de niños que inician el tratamiento antirretroviral en sus primeros dos días de vida pueden conseguir una supresión de la carga viral de forma continua tras interrumpir su terapia, según los resultados de un estudio presentados esta semana en la 31 edición de la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2024) en la ciudad de Denver (EE UU).
Cuando una mujer embarazada que tiene el VIH no recibe terapia antirretroviral, existe una probabilidad de entre el 15% y el 45% de que el virus se transmita al bebé durante el embarazo, el parto o la lactancia.
Tomar antirretrovirales reduce ese riesgo a menos del 1%, pero algunas mujeres no reciben atención prenatal oportuna ni tienen acceso al tratamiento.
Este fue el caso de la denominada "niña de Mississippi", cuya madre no recibía tratamiento y tenía una carga viral detectable en el momento del parto.
Debido al elevado riesgo de transmisión, a la niña se le administró una combinación de antirretrovirales 30 horas después de nacer. A pesar de ello, la niña adquirió el virus.
La familia de la niña interrumpió su tratamiento cuando tenía 18 meses, pero cuando volvió a ser atendida (varios meses después), se comprobó que seguía teniendo una carga viral indetectable, lo cual constituyó una sorpresa.
Desgraciadamente, se produjo un rebote de la carga viral de la niña tras 27 meses sin tratamiento. No obstante, este caso se sumó a las pruebas que reflejan que el inicio muy temprano del tratamiento podría limitar el tamaño del reservorio viral y permitir una cura funcional, especialmente en el caso de los niños.
Para obtener más información sobre este aspecto, se realizó un estudio que contó con la participaron de bebés en situación de alto riesgo de adquirir el VIH en el útero en Brasil, Haití, Tailandia, EE UU y varios países del África subsahariana.
De los 54 niños que adquirieron el VIH en el útero e iniciaron la terapia antirretroviral en las primeras 48 horas de vida, se vio que la mayoría no mantuvo una supresión completa de la carga viral.
Esto probablemente fue debido a una mala adherencia.
Seis de esos niños (todos ellos procedentes del África subsahariana) tenían una carga viral indetectable y cumplían otros criterios de elegibilidad para llevar a cabo una interrupción del tratamiento estrechamente supervisada.
La interrupción del tratamiento se produjo cuando tenían una mediana de 5,5 años de edad, y cuatro de ellos han mantenido una carga viral indetectable durante al menos 48 semanas.
Una niña mantuvo una carga viral indetectable durante 80 semanas antes de experimentar un rebote viral, mientras que las otras seguían indetectables a las 48, 52 y 64 semanas.
Aunque estos prometedores resultados ofrecen pistas útiles en la investigación de una cura para el VIH, en la actualidad esta terapia precoz está fuera del alcance de muchas personas.
Es necesario que se ofrezcan pruebas neonatales de forma inmediata y se proporcione el tratamiento a todos los bebés potencialmente expuestos al VIH en el útero, comentó la doctora Persaud.
2.-La combinación de islatravir y lenacapavir podría constituir el primer tratamiento oral semanal frente al VIH.
Un régimen oral de administración semanal compuesto por lenacapavir e islatravir podría mantener la supresión de la carga viral del VIH con la misma eficacia que los comprimidos diarios, según se afirmó en la CROI 2024.
Los resultados del estudio fueron presentados por la doctora Amy Colson, de Community Resource Initiative de Boston (EE UU).
Lenacapavir (desarrollado por Gilead Sciences) es el primer fármaco de la familia de los inhibidores de la cápside del VIH. Por su parte, islatravir es el primer inhibidor de la translocación de la transcriptasa inversa análogo de nucleósido (ITTIN) y ha sido desarrollado por Merck.
En este estudio abierto de fase II participaron 104 personas adultas con el VIH que tomaban diariamente Biktarvy (bictegravir / tenofovir alafenamida / emtricitabina) y tenían una carga viral indetectable. La mediana de edad de los participantes fue de 40 años y el 18% eran mujeres.
Las personas fueron distribuidas de forma aleatoria para seguir tomando Biktarvy una vez al día o cambiar a una combinación de 2mg de islatravir más 300mg de lenacapavir, una vez a la semana.
A la semana 24, sólo una persona del grupo de islatravir más lenacapavir tenía una carga viral detectable (por encima de 50 copias/mL) y consiguió la supresión de la carga viral a la semana 30.
Los dos brazos del estudio presentaron la misma tasa de supresión de la carga viral (94,2%) tras contabilizar a cinco personas de las que no se disponía de todos los datos.
Los dos regímenes de tratamiento probados resultaron seguros y fueron bien tolerados.
El estudio prolongará el seguimiento de los participantes hasta las 48 semanas.
En una rueda de prensa, la doctora Colson declaró que el régimen resultó "eficaz y fue bien tolerado", y que la combinación de islatravir más lenacapavir "tiene posibilidades de convertirse en el primer régimen completo oral semanal para el tratamiento del VIH".
Si los resultados siguen siendo prometedores, esta combinación podría convertirse en el régimen de acción más prolongada que no implique el uso de inyecciones.
3.-La atención centrada en la persona mejora el control de la presión arterial en personas con el VIH.
Los resultados de tres estudios presentados en la CROI 2024 reflejaron que los modelos innovadores de prestación de servicios resultan exitosos en la provisión de tratamiento para la hipertensión a personas con el VIH (tanto en clínicas del VIH como a través de profesionales sanitarios comunitarios) y reducir la presión arterial.
A pesar de la constancia de que las personas con el VIH corren un mayor riesgo cardiovascular que el resto de la población, los factores de riesgo (como el colesterol o la hipertensión arterial) siguen sin ser abordados de forma adecuada en estas personas.
En el estudio EXTRA-CVD, el doctor Chris Longenecker (Universidad de Washington, EE UU) diseñó una intervención para abordar la hipertensión arterial y el colesterol elevado, a partir de las conclusiones de la investigación sobre las barreras existentes en la atención de estas afecciones.
El estudio se llevó a cabo en Ohio y Carolina del Norte. Se contó con 297 personas con el VIH con hipertensión y colesterol elevado que fueron distribuidas de forma aleatoria para recibir una atención de enfermería con un control domiciliario de la presión arterial o bien seguir un tratamiento estándar con educación preventiva.
El personal de enfermería se reunió cada dos meses con los participantes incluidos en el brazo de intervención.
La edad mediana de las personas participantes fue de 59 años, el 79% eran hombres, el 59% eran negros, la presión arterial sistólica media fue de 135 mmHg y la mediana del colesterol no-HDL fue de 139 mg/dL.
Transcurrido un año, se observó que la presión arterial fue 4,2 mmHg más baja en el grupo de intervención que en el de control.
El grupo de intervención fue casi tres veces más propenso a alcanzar el objetivo del tratamiento de conseguir una presión arterial inferior a 130/80 mmHg.
El nivel de colesterol no-HDL fue 0,4mmol (16 mg/dL) más bajo en el grupo de intervención y esas personas fueron siete veces más proclives a alcanzar el objetivo de un nivel de colesterol no-HDL por debajo de 130 mg/dL (o inferior a 100 mg/dL en el caso de presentar un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular).
En el estudio del Consorcio SEARCH, un equipo de investigadores de Kenia y Uganda comprobaron si se podía tratar la hipertensión arterial grave utilizando a profesionales de la salud comunitarios.
El estudio comparó el tratamiento basado en visitas domiciliarias de trabajadores de la salud comunitarios y consultas de telesalud con personal médico, frente al tratamiento en una clínica.
Una hipertensión arterial grave (160/100 mmHg) aumenta el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares. En su forma aguda (por encima de 180/110), puede provocar daños renales, ictus y daños en los vasos sanguíneos del ojo.
El estudio de distribución aleatoria contó con 200 personas mayores de 40 años con hipertensión arterial grave o persistente superior a 140/90 mmHg.
La mediana de edad de los participantes fue de 62 años, el 70% eran mujeres, el 14% tenía el VIH y el 25% tenía una presión arterial superior a 180/110 mmHg.
A la semana 24, el 77% de las personas en el brazo de intervención y el 51% en el brazo de control habían conseguido controlar la presión arterial (definida por presión arterial inferior a 140/90).
A la semana 48, el 86% de las personas incluidas en el grupo de intervención y el 44% en el grupo de control habían logrado controlar la tensión arterial.
En el tercer estudio, la doctora Lily Yan, de Weill Cornell Medicine (Nueva York), junto con un equipo de investigadores de GHESKIO (Haití) llevaron a cabo un ensayo de distribución aleatoria con 250 personas que tenían el VIH y prehipertensión.
La prehipertensión (presión arterial sistólica entre 120 y 139, presión diastólica entre 80 y 89 mmHg) no se trata de forma rutinaria. Sin embargo, los resultados de un metaanálisis de 2021 revelaron que, incluso en personas con prehipertensión, una reducción de 5 mmHg en la presión sistólica se asociaba a una reducción del 10% en el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular de gravedad.
El estudio comparó el inicio inmediato del tratamiento frente a posponerlo hasta que la presión arterial alcance 140/90 mmHg. Al cabo de 12 meses, las personas del grupo de tratamiento inmediato presentaban reducciones de 10 mmHg en la presión arterial sistólica y 8 mmHg en la diastólica.
Además, su presión arterial media era 5 mmHg inferior a la del grupo de tratamiento diferido en ambas mediciones. En comparación con el grupo de tratamiento diferido, tuvieron un 59% más de probabilidades de tener la presión arterial controlada al cabo de 12 meses.
En una rueda de prensa, los tres ponentes pusieron de relieve la importancia de integrar el control de la presión arterial en la atención primaria del VIH y de crear modelos basados en los patrones de atención existentes para las personas con VIH, en lugar de derivarlas a especialistas en presión arterial.
4.-Se observa un buen nivel de adherencia a la PrEP en un estudio con mujeres jóvenes africanas.
Un estudio que proporcionaba profilaxis preexposición para prevenir el VIH (PrEP) a mujeres jóvenes en seis países africanos con alta prevalencia del virus, alcanzó unos elevados niveles de uso y persistencia en la intervención, así como unos buenos niveles de adherencia.
Estas fueron las conclusiones del estudio presentadas en la CROI 2024.
La cohorte INSIGHT es un estudio que probó la PrEP en 14 centros de Sudáfrica y uno en cada uno de los siguientes países: Esuatini (o Suazilandia), Kenia, Malaui, Uganda y Zambia.
Los datos se recopilaron entre agosto de 2022 y agosto de 2023, aunque el tiempo de seguimiento de cada persona fue de seis meses.
Para el estudio, se realizó el cribado de 3.342 mujeres, pero 142 dieron positivo al VIH (4,2%) y 113 no fueron elegibles por otros motivos.
Esto significó que el número de participantes fue de 3.087. La media de edad fue de 24 años.
La mayoría (96%) tenía una pareja principal y algunas habían tenido más de dos parejas en los últimos tres meses. Alrededor del 30% tenía una infección de transmisión sexual bacteriana, que fue tratada. Casi una de cada siete (13,6%) había utilizado antes la PrEP.
Se produjo un buen nivel tanto de aceptación de la PrEP como de persistencia en su uso: el 92% de las participantes completaron las cuatro visitas del estudio.
A pesar de que el 62% de las participantes describió haber sentido efectos secundarios típicos de la PrEP (como náuseas), la mayoría declaró que la profilaxis había tenido un impacto positivo en sus vidas.
Por ejemplo, el 91% afirmó estar menos preocupada por la posibilidad de adquirir el VIH y una proporción similar se sentía "más libre" a la hora de mantener relaciones sexuales.
La doctora Brenda Mirembe, de la Universidad de Makerere (Uganda), afirmó que el uso de un análisis rápido de orina para medir los niveles de tenofovir y confirmar la adherencia al tratamiento fue, en general, considerado un apoyo por parte de las participantes.
Debido a problemas de suministro, las pruebas no estuvieron disponibles para todas las mujeres en cada visita, pero se realizaron a una media del 60% de las participantes.
Los resultados fueron consistentes con un nivel de adherencia reciente del 72% en el primer mes, del 71% en el tercer mes y del 67% en el sexto mes.
Sin embargo, a pesar de los elevados niveles de uso de la PrEP, se comprobó que la incidencia anual del VIH siguió siendo bastante elevada (estimada en el 1,38%).
Esto equivale a una infección al año por cada 72 participantes.
5.-El cáncer de próstata se diagnostica de forma tardía en hombres con el VIH en EE UU.
Los hombres con el VIH fueron más propensos a recibir un diagnóstico tardío de cáncer de próstata y tuvieron menos probabilidades de que se les realizaran pruebas para determinar un mayor riesgo de cáncer de próstata.
Estas son las conclusiones de un estudio presentado en la CROI 2024.
El profesor Keith Sigel, de la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí de Nueva York (EE UU), presentó los resultados de un estudio sobre diagnósticos y resultados de cáncer de próstata en el Veterans Aging Cohort Study.
El sistema sanitario de Asuntos de Veteranos es el mayor proveedor de atención del VIH en EE UU.
Para el análisis, se emparejaron los datos (siguiendo características demográficas) de 751 hombres con el VIH diagnosticados de cáncer de próstata entre 2001 y 2018 con los de 2.778 hombres sin el VIH que también habían sido diagnosticados de cáncer prostático en ese mismo período.
A partir de los historiales médicos y los registros de cáncer, se comparó la etapa del cáncer en el momento del diagnóstico, la supervivencia después del diagnóstico y las pruebas de antígeno prostático específico (PSA) antes del diagnóstico en hombres con y sin el VIH.
Los hombres con el VIH presentaron unos niveles de PSA significativamente más elevados en el momento del diagnóstico y una proporción significativamente mayor de metástasis en el momento del diagnóstico (lo que supone un indicativo de un diagnóstico tardío).
Sin embargo, no se observaron diferencias significativas en cuanto al estadio en el que se diagnosticaron los tumores cuando se analizó la escala de Gleason de cada tumor (riesgo bajo, intermedio o alto).
Una cuestión que se plantea es si la falta de pruebas de PSA en personas con el VIH explicaba la mayor probabilidad de diagnóstico en un estadio más avanzado.
La prueba de PSA es una herramienta imprecisa para predecir el riesgo de cáncer de próstata. Por este motivo no se realiza de forma rutinaria en Reino Unido.
La US Preventive Services Taskforce afirma que sólo ofrece un pequeño beneficio potencial para los hombres en la franja de 55 a 69 años y no recomienda su uso en mayores de 70 años.
Aunque el número de pruebas de PSA aumentó con el tiempo, estas fueron sistemáticamente menos frecuentes en el caso de hombres con el VIH para todos los periodos de tiempo y grupos de edad.
Articulo
Website Aidsmap:
https://www.aidsmap.com/
Website Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections (CROI 2024): https://www.croiconference.org/