-¿Por qué eligió dedicarse al estudio del VIH/Sida?
–Hice una maestría en Salud Pública porque creo que por definición cualquier médico tiene que estar preocupado por la salud pública.
Estudié la especialidad en medicina interna y al terminarla me metí a enfermedades infecciosas. Dentro de ellas el sida reúne los tres aspectos que más me han gustado: virología, inmunología y salud pública.
–Trabajar con pacientes de VIH parece tarea difícil y triste, comparable a especializarse en oncología. ¿Cómo ha sido?
–Ha habido tristezas y alegrías. Viví la parte negra de la enfermedad y luego la satisfacción por su control con fármacos antirretrovirales.
Antes la satisfacción era diagnosticar e influir para incrementar la supervivencia, seis o doce meses para una persona podía ser significativo.
Ahora hablamos de hasta cincuenta años más para una persona y es más significativo aún. Pero también está la tristeza de enfrentarse a una crisis social, política y cultural que impide salvar vidas salvables. Sigue muriendo gente que no debería morir.
–En 2013 se cumplen treinta años del primer diagnóstico de sida aquí. ¿Cuál es la situación?
–En número de casos estamos entre los tres países con más frecuencia en el continente, después de Estados Unidos y Brasil. En tasa estamos mucho más abajo: están infectados tres de cada mil adultos, que es una frecuencia baja, pero creo que no se tiene un conocimiento exacto de la prevalencia de la infección.
En mortalidad algo raro pasa; desde que inició el Tratamiento Antirretroviral (TAR) no bajó tan drásticamente como en otros países y, en lo personal, creo que durante los años noventa estaba subestimada quizá deliberadamente y ahora se registra mejor.
En cobertura con fármacos sí hay cambios: cada vez más personas con VIH tienen acceso gratuito, pero el problema es la detección tardía, cuando pasaron entre cinco y nueve años infectados.
Muchas personas con VIH, decenas de miles, requieren tratamiento y no lo reciben.
-¿Cómo se podría revertir eso?
–Educación sistemática, masiva. Se debería crear conciencia sobre todo en la población donde se ha centrado más la infección en México: hombres que tienen sexo con hombres.
Decirles que la infección por VIH no es mortal como lo fue antes de la TAR; que si te detectan inmediatamente puedes vivir tan largamente como una persona sin VIH y que vas a recibir atención y tratamiento gratuitos. ¿Has oído que esto llegue a todos los oídos?
-¿Contagiarse de VIH ya no es una sentencia de muerte rápida y sufrida? ¿Cuál es la expectativa de vida hoy?
–Si una persona de veinticinco años se infectó hace un mes por VIH y la detecto, entonces le doy una TAR apropiada, si sigue las indicaciones del médico al pie de la letra, se previenen los efectos tóxicos de fármacos y lleva una vigilancia del tratamiento, vivirá aproximadamente cincuenta años más, lo que es muy cercano al tiempo promedio de vida de un mexicano. Si detectas cuando han pasado años de infectado, la supervivencia se reduce de manera importante.
-¿Cómo han sido las políticas mexicanas sobre sida?
–Optimistas de más. Por más exactitud que tengan las fórmulas matemáticas, dependen de cómo metas los números y pienso que estamos metiendo los equivocados.
No sabemos cuántas personas se infectan cada año, cosa fundamental en la estimación de prevalencia de una enfermedad.
A quienes dicen que el sida es un problema controlado en México les pediría un minuto de reflexión.
Infectólogos, oftalmólogos, neumólogos y broncoscopistas son algunos de los veinticinco médicos de catorce especialidades que integran el ejército del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas (CIENI), del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias.
Además, veinte estudiantes de pre y postgrado, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros e investigadores de ciencia básica en virología, inmunología, biología celular y genética.
En un edificio se concentra la atención clínica, el diagnóstico y la investigación y es hoy el instituto más prestigioso del país.
Además, el principal productor de investigaciones de la región en VIH/sida con avances comparables a destacados estudios a nivel mundial y colaboraciones con grupos de vanguardia, como los de Vancouver, Oxford y Atlanta, entre otros.
-¿Qué se ha logrado en los ocho años de existencia del CIENI?
–Bajar la mortalidad, pero aún es del veinte por ciento, inaceptablemente alta. Mejoramos el diagnóstico de patologías relacionadas con el sida y nuestro laboratorio realiza estudios virológicos e inmunológicos a más de 15 mil personas por año.
En investigación biomédica, durante los últimos tres años el CIENI ha sido el grupo más productivo del país; trabajamos con catorce estados que concentran más del setenta por ciento de casos documentados de sida y con mil 700 personas hicimos el primer estudio representativo de lo que pasa en México en resistencia de VIH a fármacos.
Somos líderes en Centroamérica con el Proyecto Mesoamericano (VIH, hepatitis b y c), en el cual hacemos estudios virológicos, inmunológicos y genéticos, un estudio con potencial de resultar en información clave para ayudar a controlar mejor al virus y dirigir la atención en la zona más pobre del continente, hoy olvidada.
Recibimos muestras de personas con VIH recientemente detectado, serán más de 5 mil en siete países.
–Un estudio que ni Naciones Unidas hace…
–Es un trabajo digno de haber sido propuesto y hecho por la Organización Mundial de la Salud.
Es obligación para ellos hacerlo, porque son problemas de salud pública y es una región pobre. No se ha hecho; por eso lo estamos haciendo nosotros.
*Publicado en el Suplemento La Jornada Semanal el domingo 22 de abril de 2012 y reproducido con la autorización de la Jefatura de Redacción.
–Hice una maestría en Salud Pública porque creo que por definición cualquier médico tiene que estar preocupado por la salud pública.
Estudié la especialidad en medicina interna y al terminarla me metí a enfermedades infecciosas. Dentro de ellas el sida reúne los tres aspectos que más me han gustado: virología, inmunología y salud pública.
–Trabajar con pacientes de VIH parece tarea difícil y triste, comparable a especializarse en oncología. ¿Cómo ha sido?
–Ha habido tristezas y alegrías. Viví la parte negra de la enfermedad y luego la satisfacción por su control con fármacos antirretrovirales.
Antes la satisfacción era diagnosticar e influir para incrementar la supervivencia, seis o doce meses para una persona podía ser significativo.
Ahora hablamos de hasta cincuenta años más para una persona y es más significativo aún. Pero también está la tristeza de enfrentarse a una crisis social, política y cultural que impide salvar vidas salvables. Sigue muriendo gente que no debería morir.
–En 2013 se cumplen treinta años del primer diagnóstico de sida aquí. ¿Cuál es la situación?
–En número de casos estamos entre los tres países con más frecuencia en el continente, después de Estados Unidos y Brasil. En tasa estamos mucho más abajo: están infectados tres de cada mil adultos, que es una frecuencia baja, pero creo que no se tiene un conocimiento exacto de la prevalencia de la infección.
En mortalidad algo raro pasa; desde que inició el Tratamiento Antirretroviral (TAR) no bajó tan drásticamente como en otros países y, en lo personal, creo que durante los años noventa estaba subestimada quizá deliberadamente y ahora se registra mejor.
En cobertura con fármacos sí hay cambios: cada vez más personas con VIH tienen acceso gratuito, pero el problema es la detección tardía, cuando pasaron entre cinco y nueve años infectados.
Muchas personas con VIH, decenas de miles, requieren tratamiento y no lo reciben.
-¿Cómo se podría revertir eso?
–Educación sistemática, masiva. Se debería crear conciencia sobre todo en la población donde se ha centrado más la infección en México: hombres que tienen sexo con hombres.
Decirles que la infección por VIH no es mortal como lo fue antes de la TAR; que si te detectan inmediatamente puedes vivir tan largamente como una persona sin VIH y que vas a recibir atención y tratamiento gratuitos. ¿Has oído que esto llegue a todos los oídos?
-¿Contagiarse de VIH ya no es una sentencia de muerte rápida y sufrida? ¿Cuál es la expectativa de vida hoy?
–Si una persona de veinticinco años se infectó hace un mes por VIH y la detecto, entonces le doy una TAR apropiada, si sigue las indicaciones del médico al pie de la letra, se previenen los efectos tóxicos de fármacos y lleva una vigilancia del tratamiento, vivirá aproximadamente cincuenta años más, lo que es muy cercano al tiempo promedio de vida de un mexicano. Si detectas cuando han pasado años de infectado, la supervivencia se reduce de manera importante.
-¿Cómo han sido las políticas mexicanas sobre sida?
–Optimistas de más. Por más exactitud que tengan las fórmulas matemáticas, dependen de cómo metas los números y pienso que estamos metiendo los equivocados.
No sabemos cuántas personas se infectan cada año, cosa fundamental en la estimación de prevalencia de una enfermedad.
A quienes dicen que el sida es un problema controlado en México les pediría un minuto de reflexión.
Infectólogos, oftalmólogos, neumólogos y broncoscopistas son algunos de los veinticinco médicos de catorce especialidades que integran el ejército del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas (CIENI), del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias.
Además, veinte estudiantes de pre y postgrado, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros e investigadores de ciencia básica en virología, inmunología, biología celular y genética.
En un edificio se concentra la atención clínica, el diagnóstico y la investigación y es hoy el instituto más prestigioso del país.
Además, el principal productor de investigaciones de la región en VIH/sida con avances comparables a destacados estudios a nivel mundial y colaboraciones con grupos de vanguardia, como los de Vancouver, Oxford y Atlanta, entre otros.
-¿Qué se ha logrado en los ocho años de existencia del CIENI?
–Bajar la mortalidad, pero aún es del veinte por ciento, inaceptablemente alta. Mejoramos el diagnóstico de patologías relacionadas con el sida y nuestro laboratorio realiza estudios virológicos e inmunológicos a más de 15 mil personas por año.
En investigación biomédica, durante los últimos tres años el CIENI ha sido el grupo más productivo del país; trabajamos con catorce estados que concentran más del setenta por ciento de casos documentados de sida y con mil 700 personas hicimos el primer estudio representativo de lo que pasa en México en resistencia de VIH a fármacos.
Somos líderes en Centroamérica con el Proyecto Mesoamericano (VIH, hepatitis b y c), en el cual hacemos estudios virológicos, inmunológicos y genéticos, un estudio con potencial de resultar en información clave para ayudar a controlar mejor al virus y dirigir la atención en la zona más pobre del continente, hoy olvidada.
Recibimos muestras de personas con VIH recientemente detectado, serán más de 5 mil en siete países.
–Un estudio que ni Naciones Unidas hace…
–Es un trabajo digno de haber sido propuesto y hecho por la Organización Mundial de la Salud.
Es obligación para ellos hacerlo, porque son problemas de salud pública y es una región pobre. No se ha hecho; por eso lo estamos haciendo nosotros.
*Publicado en el Suplemento La Jornada Semanal el domingo 22 de abril de 2012 y reproducido con la autorización de la Jefatura de Redacción.
**Médico cirujano. Fundador y director del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas (CIENI). Istmeño, nacido en Mixtequilla, Oaxaca, tiene cincuenta y dos años de edad, treinta y cuatro de ellos en la medicina, y es tal vez una de las personas que más sabe sobre infecciones y VIH en México
Articulo:
http://www.notiese.org/notiese.php?ctn_id=5647
Website CIENI:
http://www.cieni.org.mx/
Articulo:
http://www.notiese.org/notiese.php?ctn_id=5647
Website CIENI:
http://www.cieni.org.mx/