Estimada directora general, Dra. Chan:
En 2010, el Consejo Ejecutivo de la Asamblea Mundial de la Salud le encargó que recabara apoyo político y recursos adecuados para dar una respuesta eficaz a la pandemia mundial de hepatitis viral.
Nuevos fármacos para el virus de la hepatitis C (VHC) que están en proceso de prueba han mostrado unos índices de curación de hasta el 100%.
Por tanto, sería factible erradicar el virus de la hepatitis C de todo el planeta. No obstante, sin el liderazgo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta posibilidad será inalcanzable.
Desde 2010, más de un millón de personas han muerto a causa del VHC, a pesar de que es tratable y curable.
Cada año se infectan entre tres y cuatro millones de personas, pese a que el VHC se puede prevenir.
Aunque la mayor parte de las nuevas infecciones se producen entre usuarios de drogas inyectables, menos del 4% de ellos tienen suficiente acceso a un material de inyección estéril.
Este terrible fracaso en materia de salud pública permite que se siga extendiendo la epidemia.
Tan solo una pequeñísima parte de los 185 millones de personas que tienen el VHC son conscientes de ello.
En su mayoría viven en países de ingresos medios y bajos y no tienen acceso a pruebas de diagnóstico, atención ni tratamiento.
El precio del interferón pegilado (PEG-IFN), clave para el actual tratamiento de referencia del VHC, resulta cruelmente inasequible.
Incluso cuando se dispone de tratamiento para el VHC, los usuarios de drogas inyectables con frecuencia se ven privados de él: tan solo entre el 2 y el 4% tienen acceso al tratamiento.
Los usuarios de drogas inyectables que quieren recibir tratamiento para el VHC a menudo son obligados a detener el consumo de drogas o incorporarse a una terapia de sustitución de opiáceos.
Ninguna de esas prescripciones es justificable por motivos clínicos, sino que se trata de formas de discriminación que se derivan de un juicio moral hacia los usuarios de drogas inyectables.
Las personas que se inyectan drogas o que participan en una terapia de sustitución responden al tratamiento para el VHC tan bien como aquellas que no lo hacen.
La Organización Mundial de la Salud debe actuar para incrementar el acceso mundial al diagnóstico y el tratamiento del VHC, en particular para los usuarios de drogas inyectables.
Para ello, debe:
• Defender reiteradamente la necesidad de ofrecer servicios de reducción de daños basados en los derechos —como los programas de intercambio de jeringuillas, las terapias de sustitución de opiáceos y el tratamiento integral de la hepatitis C— de alcance suficiente para revertir la epidemia de VHC entre los usuarios de drogas inyectables, tal como recomiendan la OMS, el ONUSIDA y la UNODC.
• Apoyar activamente la solicitud de inclusión del PEG-IFN en la Lista de Medicamentos Esenciales de la OMS, con lo que aumentarían las posibilidades de acceso al PEG-IFN a un precio asequible en los países de ingresos medios y bajos. En la actualidad, el tratamiento del VHC puede costar hasta diez veces el PIB per cápita en estos países.
• Proporcionar apoyo técnico a los países para ofrecer acceso a productos biosimilares y alternativos al interferón pegilado asequibles, de alta calidad, eficaces y seguros.
• Elaborar unas orientaciones claras sobre detección y diagnóstico del VHC que recomienden explícitamente la realización de pruebas a las personas con VIH, en las que el VHC avanza rápidamente, y a los usuarios de drogas inyectables.
• Numerosos países están preparados para afrontar sus epidemias de VHC, y nosotros, personas con VHC y aquellos que nos apoyan, estamos dispuestos a implicarnos activamente en el desarrollo de planes nacionales para prevenir y controlar el VHC.
Hay países que están esperando el asesoramiento de la OMS en ámbitos clave que nos permitirán a todos avanzar.
No incumpla su mandato.
Le imploramos que muestre un auténtico liderazgo, recabando el apoyo político y los recursos necesarios para luchar contra la epidemia mundial del VHC.
Website HepCoalition: