Se observa cierta desatención de las hepatitis incluso en personas con buen control de la infección por VIH.
Un estudio publicado en Clinical Infectious Diseases ha concluido que, a pesar de las mejoras en el tratamiento antirretroviral acaecidas entre 1996 y 2010, durante dicho período la presencia de casos de enfermedad hepática terminal se mantuvo inalterada en personas con VIH y hepatitis virales.
En el estudio se definió como enfermedad hepática terminal todo aquel caso de insuficiencia renal que conllevara trasplante hepático o la existencia de evidencias clínicas, resultados de laboratorio o eventos clínicos que indicaran cirrosis hepática severa o descompensada.
Un porcentaje importante de personas con VIH están coinfectadas por hepatitis virales.
Dentro de este grupo, la enfermedad hepática es la causa principal de morbilidad y mortalidad.
La terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) ha ido mejorando de forma muy destacada desde su introducción en el año 1996, lo que ha incrementado notablemente la esperanza y la calidad de vida de las personas con VIH.
No obstante, hasta ahora no se habían publicado muchos datos sobre su impacto específico sobre la morbimortalidad de las personas coinfectadas por VIH y hepatitis virales.
Para arrojar más luz a este asunto, investigadores de la Cohorte Norteamericana de Colaboración sobre Investigación y Diseño en Sida (NA-ACCORD, en sus siglas en inglés) diseñaron un estudio encaminado a determinar la incidencia e enfermedad hepática terminal en personas coinfectadas por VIH y hepatitis virales en tres períodos temporales dentro de la era TARGA: inicial (1996-2000), intermedio (2001-2005) y moderno (2006-2010).
Un total de 34.119 personas con VIH pertenecientes a 12 cohortes fueron incluidas en el análisis.
El 19% estaban coinfectadas por el virus de la hepatitis C (VHC), el 5% por el virus de la hepatitis B (VHB) y el 2% presentaba infección por los 3 virus.
Los participantes aportaron datos de una mediana de 2,9 años de seguimiento por persona, lo que acumuló 129.818 persona-años de seguimiento.
En el estudio se registró la aparición de 380 casos de enfermedad hepática terminal, lo que supuso una tasa de incidencia de 2,9 casos por cada 1.000 persona-años de seguimiento.
Las personas que desarrollaron enfermedad hepática terminal eran mayores que las que no la desarrollaron.
En dicho grupo el porcentaje de hombres era más elevado, la presencia de personas de etnia blanca también era más alta y el uso de drogas inyectable era más frecuente.
También solían presentar bajos recuentos de CD4 y carga viral detectable.
La mayor tasa de incidencia de enfermedad hepática terminal se observó entre las personas con triple infección (11,57 casos por cada 1.000 persona-años de seguimiento), seguidas por aquellas coinfectadas por VIH y VHB (9,72 casos por cada 1.000 persona-años de seguimiento), por las coinfectadas por VIH y VHC (6,10 casos por cada 1.000 persona-años de seguimiento) y por las monoinfectadas por VIH (1,27 casos por cada 1.000 persona-años de seguimiento).
En el caso de las personas monoinfectadas por VIH, las principales causas de enfermedad hepática terminal fueron el consumo de alcohol o el uso de antirretrovirales de primera generación (mucho más tóxicos que los disponibles actualmente).
La comparación entre las época más antigua y la más moderna evaluadas no mostró evidencias claras de cambio en los cocientes de las tasas de incidencia ajustadas (aIRR, en sus siglas en inglés) de enfermedad hepática terminal.
Así, las diferencias no fueron significativas ni en coinfectados por VIH y VHC (aIRR: 0,95; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 0,61-1,47; p mayor 0,05); ni en coinfectados por VIH y VHB (aIRR: 0,95; IC95%: 0,40-2,26; p mayor 0,05); ni en aquellas personas con triple infección (aIRR: 1,52; IC95%: 0,46-5,02; p mayor 0,05).
Las tasas de supresión virológica se fueron incrementando durante todos los períodos evaluados y alcanzaron el 85% en el período antirretroviral moderno.
Los autores del estudio señalaron que el hecho de que se mantuvieran los niveles de enfermedad hepática terminal en personas con una infección por VIH cada vez mejor tratada podría deberse a un seguimiento subóptimo de la afección hepática.
Solo el 1% de las personas coinfectadas por VIH y VHC en el estudio realizó un ciclo de tratamiento contra el virus hepático y en el período antirretroviral moderno solo el 35% de las personas coinfectadas por VIH y VHB recibían Tenofovir-TDF como parte de su tratamiento antirretroviral (dada su actividad frente a ambos virus, se recomienda incluir dicho fármaco dentro de la terapia antirretroviral de las personas coinfectadas por VIH y VHB).
Dado que los datos recopilados tienen ya unos años, estos no pudieron recopilar el impacto de los nuevos antivirales de acción directa (DAA, en sus siglas en inglés) sobre la salud hepática de las personas coinfectadas por VIH y VHB.
Dicho impacto –a buen seguro notable, dadas las altas tasas de efectividad de estos medicamentos- deberá ser verificada en posteriores estudios.
Sin embargo, es importante poner de manifiesto el hallazgo más importante del presente estudio: descuidar la atención de las infecciones hepáticas en personas coinfectadas por VIH puede tener consecuencias muy graves sobre su salud.
Fuente: Aidsmap
Referencias: Klein MB et al. Risk of endstage liver disease in HIV-viral hepatitis co-infected persons in North America from the early to modern antiretroviral therapy eras. Clin Infect Dis, online edition, 2016.
Wittkop L. Endstage liver disease in HIV infection: an avoidable burden? Clin Infect Dis, online edition, 2016.
Website Aidsmap:
Website Clinical Infectious Diseases: