Un estudio reciente encontró que el virus se asoció con obesidad abdominal, triglicéridos altos y colesterol LDL bajo.
Las personas VIH positivas tienen un mayor riesgo de acumulación de grasa alrededor del abdomen, triglicéridos altos, colesterol LDL ("malo") y síndrome metabólico más altos, informa Infectious Disease Advisor.
Estos factores están asociados con la enfermedad cardiovascular (ECV)
Publicando sus hallazgos en Clinical Infectious Diseases, los investigadores estudiaron datos de 1,099 personas que viven con VIH que eran miembros del estudio de Comorbilidad en Infección de VIH de Copenhague (COCOMO), así como 12,161 sujetos de control VIH negativos emparejados por edad y sexo y extraídos de la Estudio de población general de Copenhague.
Si bien los miembros del grupo con VIH tenían un índice general de masa corporal (IMC) más bajo, el 63.5 por ciento de ellos tenían obesidad abdominal en comparación con el 59.8 por ciento de los controles.
Esta diferencia fue estadísticamente significativa, lo que significa que es poco probable que haya sido impulsada por el azar.
Además, el grupo VIH tenía una tasa más alta de triglicéridos altos pero una tasa más baja de presión arterial alta en comparación con los individuos VIH negativos.
El análisis de los autores del estudio también indicó que vivir con VIH se asoció con el síndrome metabólico, que se define como tener tres o más de los siguientes: obesidad abdominal, triglicéridos altos, colesterol HDL bajo ("bueno"), niveles altos de glucosa y sangre alta presión.
El síndrome se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV), accidente cerebrovascular y diabetes.
Algunos antirretrovirales más antiguos están bien establecidos ya que están asociados con una distribución anormal de grasa. Dicho esto, después de analizar los datos de acuerdo con el momento en que las personas VIH-positivas comenzaron con antirretrovirales (ARV), los investigadores encontraron que el virus se asoció con un mayor riesgo de obesidad abdominal.
Esto sugirió que el virus en sí mismo puede asociarse de forma independiente con la obesidad abdominal, que tanto los antirretrovirales más antiguos como los más nuevos contribuyen a este resultado o que está en juego una combinación de los dos factores: el VIH y los medicamentos utilizados para tratar el virus.
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