Un estudio estadounidense muestra que las intervenciones realizadas por educadores para la salud comunitarios en páginas webs dirigidas al colectivo gay aumentan las tasas de detección del VIH.
De acuerdo con los resultados de un estudio publicado en Clinical Infectious Diseases, una simple intervención comunitaria, a través de la cual un educador para la salud establece una conversación y responde preguntas sobre salud sexual y la prueba del VIH en salas de chat de webs de búsqueda de contactos sexuales dirigidas a hombres gays y otros hombres que practican sexo con hombres (HSH), incrementó de forma significativa la tasa de la prueba del VIH.
Internet ha supuesto una revolución en el modo de establecer relaciones y comunicarse. Muchas personas utilizan el medio digital para encontrar pareja, amistades y sexo.
De hecho, el uso de internet para buscar amistad o pareja es un práctica muy extendida entre los hombres y mujeres de todas las edades.
En EE UU, una de cada diez personas adultas ha utilizado páginas de internet o aplicaciones de teléfono móvil para buscar pareja.
Los hombres gays y otros HSH se han beneficiado de forma particular de la privacidad y el anonimato que proporciona internet.
De hecho, un estudio reveló que un 55% de los hombres gais y otros HSH en España habían utilizado internet para encontrar parejas sexuales en los 12 meses previos.
Además, los resultados de diversas encuestas han mostrado que internet permite a los hombres gais y otros HSH encontrar apoyo social, acceso a recursos y servicios de forma segura y anónima, y establecer relaciones personales importantes.
Desde hace un tiempo muchas organizaciones comunitarias realizan intervenciones dirigidas a la promoción de la salud sexual a través de páginas webs de búsqueda de contactos sexuales.
Sin embargo, hasta la fecha, muy pocas de estas intervenciones han sido evaluadas por lo que existe poca evidencia sobre su efectividad.
Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre estas cuestiones, un grupo de investigadores estadounidenses, en colaboración con organizaciones comunitarias, pusieron en marcha un estudio de distribución aleatoria en cuatro salas de chat dirigidas al público gay y HSH (Adam4Adam, BlackGayChat, Craiglist y Gay.com).
Los investigadores utilizaron la intervención proporcionada por el educador para la salud comunitario en dos salas de chat y compararon los resultados con otras dos salas de chat en la que no se realizó ningún tipo de intervención.
Los cuatro chats están dirigidos a la búsqueda de amistades o contactos sexuales en una zona geográfica concreta.
Como la distancia entre cada zona era, como mínimo, de unos 322 kilómetros, los investigadores consideraron que las personas que estuvieran en el grupo comparador no utilizarían las dos salas de chat en las que se ofrecería la intervención evitando así la posibilidad de que los usuarios fuesen los mismos.
En las dos salas chat en las que se realizó la intervención, un educador para la salud comunitario creó un perfil público en el que publicitó su disponibilidad para responder preguntas sobre la prueba del VIH, como por ejemplo los servicios disponibles en la localidad y otros espacios comunitarios y de ocio donde poder realizar el test.
El educador estaba capacitado para responder cuestiones relacionadas con salud sexual, riesgos de transmisión, sintomatología y el procedimiento de la prueba.
Los usuarios del chat podían ponerse directamente en contacto con el educador enviándole un mensaje privado.
La intervención fue proporcionada durante un periodo de un año y solo entre las nueve de la mañana y las cinco de la tarde de lunes a viernes.
Aunque no son las horas ni los días más concurridos en las webs de búsqueda de contactos sexuales, muchas organizaciones comunitarias en EE UU solo proporcionan este tipo de intervenciones durante horario de oficina.
Se realizó una encuesta a los usuarios de cada una de las cuatro salas de chat antes de iniciar la intervención.
Entre los aspectos evaluados, la encuesta incluyó información sobre uso de drogas y alcohol, edad, origen étnico, orientación sexual, estado serológico al VIH e historia de la prueba de detección del VIH en los 12 meses previos.
La encuesta se repitió después del período de intervención.
Un total de 1.292 hombres respondieron las dos encuestas.
La edad de la mayoría de los participantes se situaba entorno a los cuarenta años; tres cuartas partes eran blancos; casi todos comunicaron practicas sexuales recientes con, como mínimo, un hombre; y una tercera parte informó de prácticas sexuales tanto con hombres como con mujeres.
Los resultados muestran que, antes de iniciar la intervención, no se hallaron diferencias en las tasas de la prueba del VIH entre los usuarios de las cuatro salas de chat –aproximadamente un 36% en cada uno de los grupos se había realizado el test de detección el año previo–.
Sin embargo, tras finalizar el periodo de un año que duró el estudio, un 64% de los usuarios de las dos salas de chat en las que se llevó a cabo la intervención con el educador afirmó haberse realizado la prueba del VIH en comparación con un 40% de los usuarios de las dos salas en las que no se realizó la intervención.
Tras ajustar los datos por potenciales factores de confusión, los investigadores hallaron que los usuarios que recibieron la intervención tuvieron tres veces más probabilidades de realizarse la prueba que los usuarios a los que no se ofreció la intervención (cociente de probabilidades [CP] 2,9; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,8-4,7).
Los investigadores ponen en valor algunas características que hacen atractiva esta intervención: es relativamente sencilla y poco costosa; solo requiere un educador para la salud convenientemente capacitado y una conexión a internet; y se puede replicar a gran escala en otras zonas geográficas y contextos tanto por los responsables de salud pública como por las organizaciones comunitarias que trabajan en la prevención del VIH.
Los autores de esta investigación muestran su sorpresa por los resultados porque no estaban seguros de que los hombres gais y otros HSH quisieran aceptar fácilmente información sobre salud sexual y la prueba del VIH en un espacio tan sexualizado.
Sin embargo, a través del estudio, pudieron observar que, una vez se ha establecido la relación de confianza entre el educador y el usuario, este se muestra más favorable a recibir información sobre el test y orientación sobre cómo acceder a los servicios de la prueba.
Este estudio de distribución aleatoria se centró en evaluar la intervención comunitaria proporcionada en sitios webs con salas de chat para la búsqueda de contactos sexuales.
El mismo equipo de investigación mostró en un estudio reciente la aceptabilidad y viabilidad de las aplicaciones para móviles con sistemas de geolocalización (Grindr, A4A, Radar, Jack’d y Scruff) para promover la prueba del VIH y otras infecciones de transmisión sexual en hombres gays y otros HSH.
Fuente: Aidsmap
Referencia: Rhodes SD, McCoy TP, Tanner AE, et al. Using social media to increase HIV testing among gay and bisexual men, other MSM, and transgender persons: Outcomes from a randomized community trial. Clin Infect Dis. (2016) doi: 10.1093/cid/ciw127. First published online: March 14, 2016
Sun CJ, Stowers J, Miller C, Bahmann LH, Rhodes SD, et al. Acceptability and feasibility of using established geosocial and sexual networking mobile applications to promote HIV and STD testing among men who have sex with men. AIDS Behav. 2015 Mar;19(3):543-52. doi: 10.1007/s10461-014-0942-5.
Website Clinical Infectious Diseases:
Website AIDS and Behavior: