Según un estudio presentado en la conferencia IDWeek, celebrada recientemente en Nueva Orleans (EEUU), el uso continuado de suplementos de ácidos grasos omega-3 se asociaría con la reducción de los niveles de triglicéridos y de los del marcador sanguíneo de inflamación proteína C reactiva (CRP, por sus siglas en inglés) en personas que viven con el VIH y tienen la carga viral indetectable.
Desde la llegada de la Terapia Antirretroviral de Gran Actividad (TARGA) en la segunda mitad de la década de 1990, la esperanza de vida de las personas con el VIH ha aumentado de forma considerable.
Sin embargo, este aumento trae consigo un mayor riesgo de padecer complicaciones que han sido relacionadas con una inflamación crónica subyacente y la excesiva activación del sistema inmunitario que produce la infección por el VIH.
En estudios anteriores se observó que las personas con el VIH y altos niveles en CRP y fibrinógeno -otro marcador sanguíneo de inflamación- presentaban un mayor riesgo de muerte prematura.
Con el objetivo de arrojar más luz sobre este asunto, un equipo de investigadores de la facultad de Medicina de la Universidad Trufts (Massachusetts, EEUU) llevó a cabo un estudio donde se evaluaron los efectos a largo plazo de la administración de ácidos grasos omega-3 en personas con el VIH sobre los niveles de lípidos en sangre, los niveles de inflamación y la función vascular.
Es bien sabido que los ácidos grasos omega-3, presentes en el aceite de pescado, reducen las elevaciones de triglicéridos asociadas al uso de antirretrovirales.
El estudio contó con la participación de 117 personas que recibían tratamiento antirretroviral y que presentaban Hipertrigliceridemia (definida como niveles de triglicéridos superiores a 150 mg/dL en ayunas o superiores a 200 mg/dL en cualquier otro momento).
Aproximadamente el 80% eran hombres y la mediana de edad fue de 51 años.
El recuento medio de células CD4 fue de 648 células/mm3 y el 95% de los participantes tenía la carga viral indetectable.
Tanto en el grupo control como en el brazo que recibió ácidos grasos se evaluó la presencia de factores de riesgo metabólicos, el consumo de tabaco y alcohol, el estado serológico al VIH y niveles basales de lípidos y de función vascular.
Dichos parámetros fueron similares en ambos grupos.
En torno al 30% de los participantes de los dos grupos usaba Estatinas, fármacos prescritos a personas con niveles elevados de colesterol LDL (también conocido como colesterol "malo") y las personas que ya tomaban aceite de pescado de manera regular fueron excluidas del estudio.
Los inscritos en el estudio fueron distribuidos en dos grupos de manera aleatoria.
En uno de los brazos los participantes recibieron 4 gramos de una formulación que contenía una combinación de ésteres etílicos de ácidos grasos omega-3 (465 mg de ácido Eicosapentaenoico y 375 mg de ácido Docosahexaenoico por una cápsula de 1 gramo) de forma diaria durante 24 meses y en el otro grupo se administró un placebo durante el mismo período.
La formulación evaluada fue aprobada por la Agencia de la Alimentación y el Medicamento de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) para reducir los niveles de triglicéridos en personas con Hipertrigliceridemia grave.
Con independencia del grupo al que fueron asignados, todos los participantes recibieron asesoramiento sobre dietas bajas en grasas y sobre cómo mantener un peso saludable.
Durante la fase de seguimiento abandonaron el estudio un total de 33 participantes, lo cual tuvo un impacto similar en ambos grupos.
Los investigadores analizaron finalmente los datos de 43 personas asignadas al grupo que recibió ácidos grasos omega-3 y de 40 participantes distribuidos en el grupo con placebo.
Después de 24 meses, el equipo de investigadores observó que los niveles medios de triglicéridos habían disminuido en los dos grupos (68 mg/dL y 22 mg/dL en los grupos con y sin omega-3, respectivamente; p menos 0,05).
Aunque los niveles de triglicéridos se redujeron en los dos brazos durante los 12 primeros meses, dichos niveles continuaron disminuyendo entre los meses 12 y 24 solo el grupo con omega-3, ya que en el brazo con placebo la reducción únicamente se observó durante el primer año.
Los niveles de CRP disminuyeron en los dos grupos durante los primeros 12 meses.
No obstante, entre los meses 12 y 24 se produjo un aumento en el grupo con placebo (de 0,6 mg/L) y una disminución en el brazo con omega-3 (de 0,3 mg/L).
A pesar de que no hubo cambios significativos en los niveles de colesterol HDL (conocido como colesterol "bueno") o en los valores de LDL, se observó una tendencia a la disminución en el colesterol total en el grupo con omega-3 después de 24 meses (disminución de 9,2 mg/dL y aumento de 3,9 mg/dL en los grupos con omega-3 y placebo, respectivamente).
También se observó una tendencia a la disminución de la rigidez de la arteria carótida femoral (a partir de la medición de la reactividad a ondas de pulso) en el grupo con omega-3 a la semana 24 pero la diferencia no resultó significativa en comparación con el grupo control (disminución de 46 m/s y aumento de 18 m/s, respectivamente).
En general, los ácidos grasos omega-3 fueron seguros y bien tolerados.
Los efectos adversos que aparecieron a lo largo del estudio no difirieron en los dos grupos.
Los resultados del presente estudio ponen de manifiesto los beneficios que los suplementos de ácidos grasos omega-3 pueden proporcionar a las personas con el VIH, ya que podrían reducir los niveles de inflamación incluso en aquellas personas con niveles basales de CRP dentro de la normalidad.
Fuente: HivandHepatitis
Referencia: Volpe G., Skinner S., Gerrior-Schofield J., et al. A Randomized Controlled Trial of Omega-3 Fatty Acids in HIV: Long Term Effects on Lipids and Vascular Function. IDWeek. New Orleans, October 26-30, 2016. Abstract 951.
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