Un estudio realizado por investigadores estadounidenses, publicado en JAMA Oncology, ha concluido que las personas mayores con el VIH responderían peor al tratamiento del cáncer que aquellas personas no infectadas de edades y características similares.
Esta peor respuesta sería especialmente marcada entre aquellas personas que sufren cáncer de mama o de próstata.
Los autores del estudio realizaron un análisis de registros médicos de la aseguradora médica pública estadounidense Medicare, lo cual permitió establecer una cohorte de personas con edades a partir de los 65 años con cánceres en fase no avanzada de tipo colorrectal, pulmonar, prostático o de mama; en las cuales los cánceres habían sido diagnosticados entre los años 1996 y 2012.
Para ser incluidos en el análisis, los participantes debían haber recibido un tratamiento para el cáncer considerado apropiado y estándar (teniendo en cuenta el momento de la prescripción) durante el año posterior a su diagnóstico.
El estudio incluyó datos de 308.268 personas sin el VIH y 288 que vivían con el virus de la inmunodeficiencia humana. Las personas con el VIH tendieron a ser más jóvenes que las VIH negativas y también presentaron una mayor probabilidad de ser de etnia negra.
El 78% de las personas con el VIH y el 55% de aquellas sin el virus eran hombres.
Ello condicionó el porcentaje de personas con cáncer de próstata: 59% en el grupo con el VIH y 43% en el grupo VIH negativo.
Los diversos tratamientos utilizados para tratar los cánceres no difirieron entre los dos grupos de participantes.
Respecto a las personas sin el VIH, aquellas VIH positivas con cáncer colorrectal presentaron un riesgo superior en un 73% de fallecer (cociente de riesgos instantáneos [HR, en sus siglas en inglés]: 1,73; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,11-2,68; p= 0,02), las que padecían cáncer de próstata presentaron un riesgo superior en un 58% de fallecer (HR: 1,58; IC95%: 1,23-2,03; p= 0,01) y las que padecían cáncer de mama sufrieron un riesgo superior en un 50% de fallecer (HR: 1,50; IC95%: 1,01-2,24; p 0,05.
Respecto a la mortalidad específicamente asociada al cáncer, las diferencias aumentaron, aunque sin alcanzar niveles significativos. Así, respecto a las personas sin el VIH, en personas con el VIH la mortalidad asociada al cáncer de próstata fue superior en un 65% (HR: 1,65; IC95%: 0,98-2,79; p= 0,06) y la asociada al cáncer de mama lo fue en un 85% (HR: 1,85; IC95%: 0,96-3,55; p= 0,07).
Respecto a aquellos hombres sin el VIH, aquellos con el VIH y cáncer de próstata presentaron mayores tasas de recidiva o muerte (HR: 1,32; IC95%: 1,03-1,71; p= 0,03).
El mismo fenómeno se observó con las mujeres con el VIH y cáncer de mama, que presentaron un riesgo de recidiva o muerte superior al de aquellas VIH negativas (HR: 1,63; IC95%: 1,09-2,43; p= 0,02).
Los resultados del presente estudio, junto con el envejecimiento progresivo de la población VIH positiva, hacen prever que el cáncer vaya a ser uno de los principales retos para los sistemas sanitarios.
Dada la peor respuesta a los tratamientos observada en el presente estudio, la prevención y la detección precoz del cáncer en personas con el VIH serán estrategias esenciales para contener la mortalidad asociada al cáncer.
Los artífices de las políticas de salud deberían tomar buena nota de ello para evitar que el cáncer pase a ser el principal impacto sobre la esperanza y calidad de vida de las personas con el VIH.
Website JAMA Oncology:
https://jamanetwork.com/journals/jamaoncology