Un bajo recuento de CD4 conlleva un mayor riesgo de desarrollo de células anómalas con independencia del tratamiento
Según los resultados de un estudio publicado en la edición electrónica de la revista AIDS, la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) está relacionada con una menor incidencia de lesiones de cuello de útero precancerosas y con una regresión de las lesiones preexistentes.
El cáncer cervical, clasificado como enfermedad definidora de sida desde 1993, está causado por unas cepas de alto riesgo del virus del papiloma humano (VPH).
Esta enfermedad de transmisión sexual puede producir cambios precancerosos en células del cuello de útero y otras zonas anogenitales.
En comparación con las mujeres seronegativas, las que tienen VIH presentan una mayor prevalencia total del papilomavirus, una prevalencia más alta de las cepas del virus de alto riesgo para cáncer de cuello de útero y una mayor probabilidad de estar infectadas con múltiples genotipos del VPH.
Si bien la mayoría de infecciones producidas por el virus del papiloma humano son transitorias, las mujeres con VIH tienen más probabilidades de mostrar infecciones persistentes así como una menor probabilidad de regresión de las lesiones cervicales.
La mayoría de diagnósticos de cáncer de cuello de útero se dan en mujeres seropositivas que viven en entornos con pocos recursos, especialmente en el África subsahariana.
La incidencia de los otros tipos de cáncer definidores de sida —linfoma no de Hodgkin y sarcoma de Kaposi— ha disminuido de forma significativa desde la introducción de la TARGA.
El tratamiento también se ha asociado con la regresión de las enfermedades causadas por estos cánceres.
Sin embargo, los beneficios de la terapia anti-VIH en lo que respecta a la prevención del cáncer cervical no son tan claros: por un lado, a nivel poblacional la incidencia de cáncer de cuello de útero no ha disminuido en la era TARGA; por otro lado, investigaciones anteriores acerca de este tema han ofrecido resultados contradictorios.
Con estos antecedentes, un equipo internacional de investigadores diseñó un estudio de cohorte prospectivo que contó con la participación de 1.123 mujeres seropositivas de Soweto (Sudáfrica) que se habían realizado al menos dos frotis cervicales entre 2003 y 2009.
Esta investigación tenía dos propósitos: en primer lugar, comparar la incidencia de los frotis cervicales anormales frente a los resultados normales en el momento del inicio del estudio en relación con el uso o no de terapia antirretroviral; en segundo lugar, se quería evaluar la asociación entre el tratamiento anti-VIH y la regresión/progresión de las lesiones de cuello de útero.
Las mujeres participantes tenían una edad media inicial de 33 años. Su índice de masa corporal (IMC) era de 26,8. El 15% de ellas fumaba, un factor de riesgo de cáncer de cuello de útero.
En el momento de su entrada en el estudio, el 75% de las participantes tenía un compañero sexual; se detectaron síntomas de infección de transmisión sexual en el 18% de las mujeres; y solamente un 2% estaba bajo tratamiento antirretroviral, si bien más del 17% inició la terapia durante el seguimiento.
El número de frotis cervicales por paciente varió entre 2 y 7, con una media de 3. El intervalo medio entre frotis consecutivos varió entre 181 y 2.343 días, siendo la media de 421 días.
Los resultados indicaron que encontrarse bajo tratamiento antirretroviral redujo el riesgo de incidencia de lesiones de cuello de útero.
Las mujeres que obtuvieron un frotis cervical normal al comienzo del ensayo tuvieron un 38% menos de probabilidades de desarrollar una anomalía si seguían tratamiento anti-VIH (p= 0,001).
Un bajo recuento de CD4 se asoció con un mayor riesgo de desarrollar células anómalas, con independencia de la terapia basada en fármacos antirretrovirales.
La probabilidad de detectar lesiones fue el doble en el caso de las mujeres con un recuento de CD4 inferior a 200 células/mm3 en comparación con aquellas con niveles superiores a 500 células/mm3 (p= 0,001).
Asimismo, se asoció el hábito de fumar con un mayor riesgo de nueva enfermedad cervical (p= 0,05).
Los resultados también evidenciaron una asociación entre el tratamiento antirretroviral y un menor riesgo de progresión de las lesiones de cuello de útero.
Después de tener en cuenta otros posibles factores de riesgo, los investigadores hallaron que la terapia anti-VIH reducía el riesgo de progresión en un 20%. No obstante, la significación estadística fue baja (intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 0,56 - 1,13; p= 0,20).
Finalmente, el tratamiento antirretroviral se asoció con la regresión de las lesiones. La probabilidad de regresión fue más de dos veces mayor en las mujeres bajo terapia anti-VIH (cociente de probabilidades [CP]: 2,61; IC95%: 1,75 - 3,89; p< 0,001).
En resumen, los resultados indican que las mujeres que seguían tratamiento antirretroviral tenían más del doble de probabilidades de mostrar regresión en los siguientes frotis cervicales que aquellas que no recibían terapia.
Por otra parte, también se observa que entre las mujeres con resultados cervicales normales al inicio del estudio, las que tomaban fármacos anti-VIH tenían significativamente menos probabilidad de desarrollar una anomalía en el futuro.
Fuente: Aidsmap.
Referencia: Adler DH, et al. Increased regression and decreased incidence of HPV-related cervical lesions among HIV-infected women on HAART. AIDS, online edition. DOI: 10.1097/QAD.0b013e32835536a3, 2012.
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