Un estudio concluye que el riesgo de infección por VIH estuvo muy relacionado con la frecuencia y el número de sustancias consumidas antes y durante las relaciones sexuales sin protección.
Existe una relación muy significativa entre la frecuencia e intensidad del consumo de drogas y alcohol y el comportamiento de riesgo durante las relaciones sexuales, según ha concluido un estudio publicado en la versión digital de Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes, que ha contado con la participación de hombres gais sin VIH.
Los hombres gais y otros hombres que practican sexo con hombres (HSH) constituyen uno de los grupos de población más afectados por el VIH en EE UU.
Muchos hombres homosexuales recurren al uso de drogas recreativas, a menudo durante las relaciones sexuales.
En estudios previos, se ha observado la existencia de una relación entre el consumo de drogas o alcohol y el mayor riesgo de adquirir el VIH.
Por ello, un equipo de investigadores del proyecto ECHO en San Francisco (EE UU) decidió comprobar si existía una relación entre la frecuencia del consumo de alcohol y drogas (así como del número de drogas consumidas en un momento dado) y las relaciones sexuales de riesgo (definidas como relaciones anales sin protección con una pareja de estado serológico al VIH diferente o desconocido).
En consecuencia, se diseñó un estudio transversal que contó con la participación de 3.173 hombres gais sin VIH inscritos en el área de San Francisco entre 2009 y 2012.
Todos los participantes completaron una encuesta telefónica en la que se les preguntaba por su consumo de drogas y su comportamiento sexual.
Los investigadores se centraron en el uso de cocaína, metanfetamina, poppers y alcohol, aunque también se reunieron datos sobre el uso de otras drogas como cannabis, heroína o las usadas para tratar la disfunción eréctil.
Los participantes fueron repartidos en categorías en función de si consumían esas sustancias de forma esporádica (menos de una vez a la semana o semanalmente) o con más frecuencia.
Se definió “consumo excesivo” de alcohol a la ingesta de más de cuatro bebidas alcohólicas al día, mientras que los hombres que tomaban menos de cuatro bebidas diarias se calificaron como bebedores moderados.
La mayor parte de los voluntarios eran de etnia blanca (51%) y tenían una media de 34 años de edad.
Más de dos terceras partes (67%) declararon haberse sometido a una prueba del VIH en los últimos seis meses, y el 45% afirmaron haber practicado relaciones anales sin protección.
El consumo de cocaína, metanfetamina y poppers se produjo de forma esporádica más que frecuente y la toma moderada de alcohol fue del 84%, aunque uno de cada diez hombres tuvo lo que en el estudio se consideraba un consumo abusivo.
De acuerdo con el estudio, las sustancias que los participantes consumieron de forma más habitual durante las relaciones anales sin protección fueron el alcohol (28%), el cannabis (18%), poppers (15%), fármacos para la disfunción eréctil (8%), cocaína (8%) y metanfetamina (8%).
El 5% de los hombres declararon haberse sometido a tratamiento por consumo excesivo de estupefacientes.
Los varones que consumieron de forma ocasional metanfetamina y cocaína tendieron a ser más propensos a practicar relaciones anales sin protección con personas de estado serológico al VIH positivo o desconocido, en comparación con los hombres que no utilizaron esas sustancias.
Dicha tendencia fue incluso más acentuada en el caso de los hombres que comunicaron un consumo usual de esas drogas.
Por su parte, la frecuencia del consumo de poppers (esporádica o frecuente) no supuso una gran diferencia en cuanto a la posibilidad de declarar una relación anal de alto riesgo sin protección.
Los hombres que solían consumir cantidades excesivas de alcohol fueron más proclives a indicar que mantuvieron relaciones anales sin protección con parejas de estado serológico al VIH positivo o desconocido que los bebedores moderados.
Los autores del estudio también comprobaron que el riesgo de declarar relaciones anales sin protección de alto riesgo aumentó en función del número de sustancias consumidas antes o durante el sexo (pasando de un cociente de riesgo ajustado de 16,81 en el caso de los hombres que consumieron solo una sustancia, hasta llegar a un 46,38 en el caso de los que tomaban tres o más).
En sus conclusiones, los investigadores consideran que sus hallazgos tienen implicaciones en el ámbito de la salud pública y que los hombres gais que consumen sustancias estupefacientes deberían ser el centro de intervenciones para disminuir su riesgo de infección por VIH, como el aumento de sus habilidades para poder hablar abiertamente sobre el estado serológico al VIH con sus parejas.
Fuente: Aidsmap
Referencia: Santos G-M, et al. Dose response associations between number and frequency of substance use and high-ris sexual behaviors among HIV-negative substance-using men who have sex with men (SUMSM) in San Francisco. J Acquir Immune Defic Synd, online edition, doi: 10.1097/QAI.0b013e318293f10b, 2013.
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