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miércoles, 10 de julio de 2019

Una Quinta parte de las Personas Adultas con el VIH de EE UU Experimentan Ansiedad Generalizada

Esta afección se asocia con un menor compromiso con el seguimiento clínico por lo que su cribado puede ayudar a mejorar los resultados en salud y reducir la transmisión del VIH. 

Aproximadamente una quinta parte de las personas adultas con el VIH de EE UU experimentan síntomas de ansiedad de manera regular. 

Asimismo, las personas con esta sintomatología presentan un menor compromiso con el continuo de atención del VIH (uso de la terapia Antirretroviral, adherencia al tratamiento y supresión viral) en comparación con aquellas personas que no manifiestan ansiedad. 

Estas son las principales conclusiones de un estudio publicado el pasado mes en la edición online de la revista AIDS. Los trastornos de ansiedad constituyen la enfermedad de salud mental más común en EE UU y puede causar problemas graves tanto físicos, como psicológicos y sociales. 

Entre estos trastornos se incluye el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) caracterizada por una preocupación persistente y excesiva difícil de controlar que interfiere en las actividades diarias.

Un estudio anterior, llevado a cabo en Reino Unido, halló que vivir largo tiempo con el VIH, independientemente de la edad, se asocia con un mayor riesgo de experimentar síntomas de malestar, depresión y ansiedad. 

Sin embargo, poco se sabe sobre la prevalencia del trastorno de ansiedad generalizada entre las personas adultas con el VIH de EE UU. Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre esta cuestión, investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) analizaron los datos recogidos en el proyecto de seguimiento médico entre junio de 2015 y mayo de 2016. 

En dicho proyecto se encuestó a 3.654 personas adultas con el VIH, muestra que fue representativa de la población total de EE UU diagnosticada de VIH. Para evaluar el trastorno de ansiedad generalizada se utilizó la Escala del Trastorno de Ansiedad Generalizada (GAD-7) que fue administrada por un entrevistador entrenado para ello. 

El cuestionario incluye siete problemas que los pacientes pueden haber padecido durante las últimas dos semanas y a los que deben responder con qué frecuencia los han padecido. 

Entre ellos, figuran “sentirse nervioso, ansioso, notar que se le ponen los nervios de punta” o “no ser capaz de parar o controlar las preocupaciones”. 

Tras analizar los datos se observó una prevalencia del trastorno de ansiedad generalizada del 19% entre las personas con el VIH, prevalencia que contrastó con la observada en la población general de EE UU que es del 2,7%.

Los síntomas de ansiedad fueron más comunes entre las mujeres, entre las personas sin estudios universitarios, entre las personas en situación de pobreza y aquellas que recientemente habían estado sin hogar. 

Los participantes con alguna discapacidad tuvieron una prevalencia del trastorno por ansiedad generalizada cuatro veces mayor que aquellas sin discapacidad (33% frente al 8%). 

Asimismo, la prevalencia de TAG entre aquellas que refirieron violencia por parte de su pareja o violencia sexual fue del 41% y 43%, respectivamente, el doble de la tasa observada entre los que no fueron objeto de ningún tipo de violencia. 

Además, las personas con el trastorno de ansiedad generalizada obtuvieron puntuaciones más altas de estigma relacionado con el VIH (55%) en comparación a aquellas sin ansiedad (33%).

Tener trastorno de ansiedad generalizada se asoció con una menor participación en el continuo de la atención por el VIH, incluido el uso del tratamiento Antirretroviral (82% frente al 87%), niveles de adherencia del 100% (51% frente al 62%) y supresión viral (56% frente al 64%). 

La presencia de síntomas depresivos fue siete veces más común entre las personas con el trastorno de ansiedad generalizada que entre aquellas sin ansiedad (75% frente 11%) y los participantes con TAG tenían tres veces más de probabilidades de requerir los servicios de salud mental (23% frente al 7%). 

La prevalencia de tabaquismo y el uso de sustancias fue significativamente mayor entre los participantes con síntomas de ansiedad generalizada. 

Además, los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada se asociaron con una prevalencia significativamente mayor de relaciones sexuales sin el uso de preservativo teniendo una carga viral no suprimida y con un compañero sexual del que no se sabía que estaba tomando PrEP (9% frente a 6%). 

Los resultados del presente estudio ponen de manifiesto la elevada prevalencia del trastorno de ansiedad generalizada entre las personas adultos con el VIH de EE UU.

Según los autores del mismo, un modelo de atención multidisciplinar que incluya a los profesionales de la salud mental podría tener un impacto positivo en los niveles de ansiedad de los pacientes y, en consecuencia, mejorar los resultados en salud en el contexto de la infección por el VIH. 




Website Aidsmap: 
https://www.aidsmap.com/ 

Website AIDS Journal: 
https://journals.lww.com/aidsonline/pages/