El Mindfulness podría reducir y aliviar síntomas como el estrés, la ansiedad y la depresión en esta población.
Como cabría esperar, las quejas por problemas cognitivos son particularmente frecuentes en personas mayores con el VIH.
Con el fin de alcanzar una mejor comprensión acerca del deterioro Neurocognitivo en esta población, un grupo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EE UU) analizaron las quejas por problemas cognitivos y las puntuaciones en unas pruebas neuropsicológicas en personas de 60 años o más que fueron inscritas en un estudio.
El ensayo HIV Elders Study, de cinco años de duración, examinó cómo una terapia Mindfulness (un tipo de terapia cognitiva) puede reducir y aliviar síntomas cognitivos tales como el estrés, la ansiedad y la depresión en personas con infección sintomática por el VIH.
El estudio fue presentado en el VIII Taller Internacional sobre VIH y Envejecimiento celebrado los días 2 y 3 de octubre en la ciudad de Nueva York (EE UU).
Pese a presentar síntomas de tipo cognitivo, casi un tercio de un grupo de personas con 60 años o más con VIH en San Francisco respondieron con normalidad a una considerable batería de pruebas neuropsicológicas a las que fueron sometidas.
Otro 15% de los participantes mostraron un deterioro que se detectó mediante prueba, pero no pudieron descartarse causas no relacionadas con el VIH.
Los investigadores que realizaron el estudio observaron que el deterioro cognitivo, aunque en general leve, sigue siendo prevalente en grupos de personas con el VIH bien controlado en sangre.
Para el estudio se inscribió a personas de 60 años o más, con ARN del VIH indetectable en plasma durante al menos 6 meses y en tratamiento con un régimen antirretroviral estable.
Todos los participantes presentaron síntomas cognitivos, ninguno había consumido cocaína o metanfetamina durante los últimos 6 meses y tampoco había intentado seguir una terapia Mindfulness hasta ese momento.
En total fueron elegidas 127 personas para participar en el estudio.
La media de edad era de 65 años (rango 60-83), el 94% eran hombres, el 75% hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con otros hombres, y el 84% eran de etnia blanca.
Por otra parte, las personas inscritas presentaron un recuento mediano de CD4 de 585 células/mm3 y una mediana de 15,7 años de formación educativa.
Los participantes completaron una encuesta por vía telefónica o bien online de 28 puntos en 10 minutos para evaluar la memoria (se les pidió que dijeran, por ejemplo, con qué frecuencia olvidaban el nombre de alguien o no se acordaban de pagar una factura), el lenguaje y la función ejecutiva.
Cualquiera que describiera al menos un problema en estos campos era elegible para participar en las pruebas presenciales.
Estas consistían en una evaluación cognitiva formal de 90 minutos sobre siete aspectos neuropsicológicos.
Se excluyó del análisis a personas con déficits cognitivos persistentes debidos a depresión mayor, accidente cerebrovascular o que habían sufrido un accidente automovilístico.
Un panel de consenso diagnosticó a los participantes y los repartió en dos grupos: personas con trastorno Neurocognitivo leve, por un lado, y personas con una cognición normal, por otro.
Los investigadores diagnosticaron un trastorno Neurocognitivo leve en 71 personas (56%), mientras que 37 (29%) se hallaban dentro de los límites de la normalidad en cuanto a edad, género, nivel educativo, recuento actual de CD4, recuento nadir de CD4 o tiempo con el VIH.
Las otras 19 personas (15%) tenían algún tipo de discapacidad cognitiva, pero los investigadores no pudieron atribuir estos problemas solo al VIH debido a condiciones de confusión tales como el consumo de sustancias, la depresión mayor y los problemas neurológicos no asociados al virus de inmunodeficiencia humano.
El análisis de los resultados en campos de prueba neuropsicológicos individuales mostró una diferencia significativa entre el grupo de deterioro leve y el grupo normal, en la dirección esperada, para cada campo de prueba.
El rendimiento motor surgió como una debilidad particular tanto en los participantes con trastorno cognitivo leve comoen losnormales, mientras que la memoria se mantuvo relativamente preservada en ambos grupos.
Por otra parte, el grupo con trastorno cognitivo tenía una proporción de personas de etnia blanca más baja que el grupo normal (82% frente al 97%, p menor 0,05), aunque los investigadores advirtieron que esta diferencia podía reflejar menos de lo que es idóneo según las normas para realizar pruebas dirigidas a todas las razas o etnias.
El equipo de investigadores llegó a la conclusión de que las pruebas neuropsicológicas no mostraron un deterioro objetivo en aproximadamente un tercio de las personas mayores con VIH que presentaban síntomas cognitivos.
Señalaron que las características de los síntomas demostraron ser pobres predictores de deterioro, mientras que la carga de los síntomas (el número de ellos) puede tener alguna utilidad en la predicción de problemas neurocognitivos.
No obstante, hay que indicar que existen limitaciones para aplicar los resultados del estudio debido, por ejemplo, a que no está claro que la escala PAOF utilizada (siglas en inglés de pánico, agorafobia y otras fobias) sea una herramienta óptima para evaluar la sintomatología de los trastornos neurocognitivos asociados a la infección por el VIH.
En cuanto a los próximos pasos a seguir, los investigadores explican que les gustaría investigar otros posibles predictores de trastorno Neurocognitivo a partir de la información recopilada en este estudio.
Por ejemplo, los investigadores poseen amplios datos sobre síndromes geriátricos, depresión y soledad en la población estudiada (población con 60 años o más con infección sintomática por VIH) que pueden ayudar a dibujar una imagen más clara de estas personas.
Website National AIDS Treatment Advocacy Project (NATAP):
http://www.natap.org/
Website Journal of Clinical Epidemiology: