El COVID prolongado, un síndrome que se desarrolla en algunas personas después de una infección aguda por SARS-CoV-2, es un ejemplo reciente destacado.
Se han documentado más de 200 síntomas prolongados de COVID. Los más típicos incluyen fatiga extrema, deterioro cognitivo, malestar post-esfuerzo y problemas respiratorios.
Las investigaciones sugieren que aproximadamente una de cada ocho personas que sobreviven a una infección aguda por SARS-CoV-2 presenta síntomas persistentes.
Los procesos que dan lugar a una COVID prolongada siguen sin estar claros.
Para arrojar luz sobre la biología subyacente al COVID prolongado, un equipo de investigación con financiación de los NIH, en parte a través de la Iniciativa RECOVER, realizó un estudio con más de 250 personas.
Los participantes incluyeron personas que habían sido infectadas con SARS-CoV-2 y personas no infectadas. Entre los que habían sido infectados, algunos tenían COVID prolongado y otros no.
Los investigadores midieron los niveles de varias células inmunes y marcadores en la sangre de los participantes. También midieron las respuestas de anticuerpos al SARS-CoV-2 y a una variedad de otros virus.
Los resultados aparecieron en Nature el 25 de septiembre de 2023.
El equipo encontró diferencias significativas en las células inmunitarias de los participantes con y sin COVID prolongado.
Aquellos con COVID prolongado tenían niveles más altos de células llamadas monocitos no convencionales y linfocitos B activados. Tenían niveles más bajos de células dendríticas convencionales tipo 1 y células T de memoria central.
Estas diferencias no dependieron de la edad, el sexo o el índice de masa corporal. Los participantes con COVID prolongado también tenían diferentes niveles de moléculas de señalización inmunitaria.
Los participantes con COVID prolongado tuvieron respuestas de anticuerpos mucho más fuertes contra la proteína de pico del SARS-CoV-2 que aquellos sin COVID prolongado.
También tuvieron respuestas mucho más fuertes a un virus no relacionado, el virus de Epstein-Barr (VEB).
El VEB es un herpesvirus común que causa mononucleosis. Después de la infección, permanece latente en el cuerpo y, en ocasiones, puede reactivarse.
Los niveles más altos de anticuerpos contra el VEB sugieren una reactivación reciente de este virus.
Cuando los investigadores utilizaron el aprendizaje automático para identificar qué características podían predecir mejor el estado de COVID prolongado, descubrieron que el predictor más potente era la hormona del estrés, el cortisol.
Las personas con COVID prolongado tenían niveles de cortisol mucho más bajos que los que no lo tenían. Otros fuertes predictores de COVID prolongado incluyeron niveles elevados de una proteína llamada galectina-1, anticuerpos elevados contra el VEB y niveles reducidos de ciertas células inmunes.
Estos hallazgos identifican biomarcadores potenciales que podrían ayudar a diagnosticar COVID prolongado.
También sugieren posibles mecanismos que contribuyen a un COVID prolongado. Estos incluyen una presencia persistente de componentes del SARS-CoV-2 en el cuerpo, reactivación del VEB latente e inflamación crónica.
"Estos hallazgos son importantes", dice el Dr. David Putrino de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, uno de los autores principales.
“Pueden informar sobre pruebas más sensibles para pacientes con COVID prolongado y tratamientos personalizados para pacientes con COVID prolongado que, hasta ahora, no han tenido una justificación científica comprobada.
Este es un paso decisivo hacia el desarrollo de protocolos de análisis de sangre válidos y confiables para COVID prolongado”.
La Dra. Akiko Iwasaki, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, otra autora principal, dice: "Estos hallazgos nos dicen algo sobre la patogénesis de la enfermedad subyacente del COVID prolongado y sugieren posibles vías de terapia".
Website Nature:
https://www.nature.com/
