Incluir la disociación entre la moralidad y el VIH en los mensajes de desestigmatización sería una de las cuestiones esenciales para cambiar la percepción errónea y negativa que aún predomina en la sociedad.
Es una de las principales conclusiones de un nuevo estudio de la Universidad Northwestern (Chicago, EE UU), publicado en la revista Public Health Ethics.
Históricamente, el VIH ha sido asociado con conductas consideradas inmorales, lo que se traduce en un estigma que afecta no solo a la calidad de vida de las personas afectadas, sino también a su acceso a tratamientos y servicios de salud.
En este sentido, los investigadores sugieren una estrategia de acción multinivel.
A lo largo de las cuatro décadas desde el descubrimiento del VIH, la persistencia del estigma hacia las personas seropositivas ha desconcertado a los científicos, que ya han observado numerosos esfuerzos de desestigmatización.
Las explicaciones sobre la presencia de este estigma incluyen la historia de exclusión legal y el etiquetado de “criminales” a las personas portadoras del VIH, así como la superposición entre las poblaciones LGTBIQ+ y quienes viven con él.
Sin embargo, sugiere otra razón que podría estar detrás de este fenómeno persistente: la asociación del VIH con la moralidad de una persona.
El autor principal del estudio, Shahin Davoudpour, señala: “Hablamos sobre esta idea de que el estigma persiste cuando hay un componente ético vinculado.
Tiene sentido teóricamente; cuando las personas piensan que algo sucede por tu culpa, son más propensas a seguir culpándote y a pensar que deben distanciarse de ti”.
Davoudpour se dedica a medir los resultados de salud pública en el departamento de ciencias sociales médicas de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.
El estudio utilizó datos de las olas de 2021 y 2022 de la Encuesta Social General (GSS, por sus siglas en inglés). Iniciada en 1972, la GSS forma parte de un estudio permanente que analiza la opinión pública y los valores en Estados Unidos.
Este proyecto se dedica a recopilar datos sobre la sociedad contemporánea estadounidense, permitiendo así el estudio y la explicación de las tendencias en actitudes y comportamientos, así como la comparación de la sociedad estadounidense con otras del mundo.
Los resultados del análisis de estos datos confirmaron la hipótesis del equipo: el estigma parece ser más probable cuando se asocia la inmoralidad con el estado serológico, ya de por sí estigmatizado.
Aquellas personas que afirmaron enérgicamente que las personas con el VIH participan en “actividades inmorales” tienen al menos 13 veces más probabilidades de rechazar la proximidad a estas personas en comparación con quienes disienten.
Es importante señalar que factores como las creencias sobre las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y la conciencia sobre la discriminación hacia quienes viven con el VIH no lograron explicar los hallazgos, incluso al considerarlos durante el análisis.
Davoudpour también comentó que mientras revisaba los datos y la investigación para respaldar sus hipótesis, se dio cuenta de la falta de datos cuantitativos sobre la conexión entre la moralidad y el estigma.
Aprovechando el estudio del Centro Nacional de Investigación de Opinión, Davoudpour pudo crear tablas y aplicar técnicas de análisis de datos complejos para empezar a llenar este vacío en el ámbito de la investigación.
Sin embargo, reconoce que trabajar con datos de otros científicos puede ser limitante, ya que las preguntas pueden no ser lo suficientemente precisas para desarrollar conclusiones específicas.
Por ello, expresa su intención de realizar un estudio propio con una visión específica de ética conductual relacionada con el VIH para comparar con los descubrimientos de su equipo.
Mientras tanto, los responsables del estudio han manifestado su interés en que los científicos y quienes trabajan para poner fin al VIH utilicen esta investigación a la hora de conformar sus estrategias de desestigmatización.
“Específicamente, alentamos a los científicos y responsables de políticas a considerar el papel de las percepciones morales al rediseñar los mensajes de sus campañas, enfatizando la disociación del VIH de la moralidad”.
Además, los investigadores deberían explorar cómo las percepciones de la moralidad influyen en estos esfuerzos de reducción del estigma, lo que podría mejorar aún más la eficacia de las intervenciones destinadas a reducir el estigma asociado al VIH.
Este enfoque en la disociación entre la moralidad y el VIH es fundamental para avanzar hacia una sociedad más inclusiva y comprensiva, donde las personas con el VIH sean tratadas con dignidad y respeto, alejándose de prejuicios dañinos.
Website Public Health Ethics:
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