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domingo, 12 de junio de 2016

¿Cómo Mejorar la Retención de los Pacientes con el VIH en el Seguimiento Médico?

Un sistema basado en recordatorios a través de llamadas telefónicas se muestra exitoso, al menos, en determinados perfiles de pacientes.

Una vez se ha conseguido derivar a las personas recién diagnosticadas a los servicios de atención especializada, el siguiente gran objetivo sería que no se pierda el seguimiento de las mismas, a fin de que la cascada de servicios sea óptima.

En este sentido se están probando distintas intervenciones para mejorar las tasas de retención en la atención.

Una de estas, probada durante 12 meses en un ensayo de distribución aleatoria en el que participaron 1.838 personas con el VIH, demostró tener poco éxito entre los pacientes que tenían un perfil de ansiedad, depresión o de consumo de alcohol o drogas.

Sin embargo, entre las personas en situación de mayor riesgo de perder el seguimiento que recibieron, como mínimo, el 60% de las llamadas telefónicas de la intervención, los niveles de retención prácticamente igualaron a los de las personas en situación de menor riesgo.

El estudio fue publicado en la revista AIDS. Los datos procedentes de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE UU apuntan a que se pierde el seguimiento de hasta el 45% de las personas que reciben el diagnóstico de VIH en dicho país, un problema que pone de manifiesto los retos que aún quedan en EE UU para conseguir optimizar la cascada de servicios relacionados con el VIH.

Entre los obstáculos que tienen las personas para recibir una atención de forma estable estarían la depresión, la ansiedad y el consumo de drogas o alcohol.

Por este motivo, se decidió probar la eficacia del denominado sistema REPC (siglas en inglés de retención mediante contacto personal mejorado), en donde un profesional de la clínica ayuda a mantener la tasa de asistencia realizando llamadas telefónicas para recordar las citas médicas, llamadas cuando la persona se salta una visita, llamadas entre una cita y otra y, además, realizando breves encuentros personales en la propia clínica.

Tras la inscripción en el estudio, todos los participantes completaron un sistema de entrevista por ordenador para medir síntomas de depresión y ansiedad, así como el consumo de alcohol y drogas.

El equipo de investigadores definió retención en la atención médica como haber asistido, al menos, a una visita en la clínica del VIH en cada uno de los tres intervalos de cuatro meses desde la inscripción en el estudio.

Asimismo, se definió éxito en las llamadas de intervención como aquellas en las que el profesional llegó a hablar con el paciente, no en las que se limitó a dejar un mensaje en el buzón de voz.

Las 1.838 personas participantes eran pacientes recién diagnosticados de infección por el VIH o pacientes en seguimiento que se habían saltado visitas en los últimos doce meses.

Estas personas fueron distribuidas de forma aleatoria en un brazo de intervención (1.225 personas) y otro en el que se ofreció una atención estándar (613 personas).

Aproximadamente dos tercios de los participantes eran hombres, dos tercios de etnia negra y aproximadamente tres cuartas partes tomaban terapia antirretroviral.

Solo un 15% de los participantes contaba con un seguro privado.

Aproximadamente el 30% de los participantes tenía menos de 40 años, aproximadamente un tercio tenía de 40 a 49 años y el resto, eran mayores.

Un 19% de los participantes declaró consumir drogas ilegales, un 15% afirmó tener un consumo elevado de alcohol y el 14% mostraba un cuadro grave de depresión o ansiedad.

En conjunto, el 36% de los participantes fueron clasificados en la categoría de alto riesgo debido a una mala salud mental o consumo de sustancias (64% en el grupo de bajo riesgo).

La intervención mejoró las tasas de retención de las personas no bebedoras y de las que tenían un consumo de alcohol de escaso a moderado.

Sin embargo, no tuvo ese efecto en personas que consumían mucho alcohol. La intervención también mejoró las tasas de retención de las personas que no consumían drogas, pero no las de las personas consumidoras de estas sustancias.

La intervención no tuvo ningún efecto sobre las personas que mostraban un cuadro grave de ansiedad o depresión.

Se observó que, entre las 1.225 personas que participaron en el brazo de intervención, hubo una proporción significativamente menor de personas en situación de alto riesgo con las que se pudo contactar con éxito vía telefónica, en comparación con las calificadas en situación de bajo riesgo (40,6% frente a 50,7%).

Aunque, en términos generales, las personas en situación de alto riesgo presentaron unas tasas de retención constantemente más bajas que el resto de participantes, el aumento del porcentaje de llamadas exitosas se relacionó con un aumento de las tasas de retención tanto en el grupo de bajo como de alto riesgo.

Entre las personas en situación de alto riesgo que registraron al menos un 60% de contactos exitosos, la intervención mejoró las tasas de retención casi tanto como entre los participantes en situación de bajo riesgo con un porcentaje similar de llamadas exitosas.

El equipo de investigadores determinó que el 26% de las personas en situación de alto riesgo en el brazo de intervención recibieron al menos el 60% de las llamadas telefónicas y respondieron con una buena tasa de retención en la atención.

Para los autores, sus hallazgos les resultan reconfortantes por cuanto suponen que algunas personas en situación de alto riesgo de perder el seguimiento responden a este tipo de intervención.

No obstante, en el caso del 74% de los participantes que no recibieron suficientes llamadas telefónicas como para responder a la intervención, el reto sería idear modos de mejorar sus tasas de asistencia a la clínica.

Referencia: Gardner LI, Marks G; Shahani L, et al. Assessing efficacy of a retention-in-care intervention among HIV patients with depression, anxiety, heavy alcohol consumption and illicit drug use. AIDS: 24 April 2016 - Volume 30 - Issue 7 - p 1111–1119 doi: 10.1097/QAD.0000000000001019.




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