Un estudio reciente publicado en la revista Journal of the American College of Cardiology ha determinado que las personas con VIH/SIDA son cuatro veces más propensas a morir de un paro cardíaco súbito que el resto de la población.
Según las investigaciones realizadas en la Universidad de California en San Francisco (UCSF), estos resultados se mantuvieron incluso para aquellas personas con VIH bien controlado.
Los investigadores analizaron los expedientes médicos de más de 2,800 pacientes con VIH desde abril de 2000 hasta agosto de 2009.
Cerca del 8% de los pacientes murió en un promedio de casi cuatro años. Durante ese tiempo, 15% de estas muertes se debió a problemas relacionados con el corazón y específicamente, un 86% por muerte súbita cardíaca (es decir, episodios en que el corazón deja de latir de repente, de forma inesperada).
Estos descubrimientos son importantes para llamar la atención sobre los efectos de la enfermedad cardiovascular en los pacientes con VIH/SIDA.
Ellos logran vivir ahora más tiempo gracias a la terapia antirretroviral, pero pueden verse afectados con otras condiciones.
Los problemas cardíacos, desafortunadamente, son los que encabezan esa lista de condiciones.
La hipertensión:
Si quiere reducir su riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV), la cuarta causa de muerte en los Estados Unidos, es vital que aprenda a manejar y a controlar su presión arterial.
Sin embargo, según la Asociación Americana del Corazón y la Asociación Americana del Accidente Cerebrovascular, muchas personas ni se dan cuenta de que tienen riesgo de sufrir de hipertensión.
¿Sabe cuáles son esos factores de riesgo? Entre ellos están: tener antecedentes familiares de hipertensión, sobre todo familiares cercanos; tener una edad avanzada, ya que con el tiempo los vasos sanguíneos pierden flexibilidad lo que lleva a un aumento de la presión arterial sobre ellos; ser inactivo o tener sobrepeso o ser obeso; beber alcohol en exceso y comer exceso de sal.
Salvo los antecedentes familiares y la edad, el resto de los factores pueden controlarse.
Si se propone cambiar sus hábitos de vida por otros más saludables, podrá reducir el riesgo de sufrir un temido accidente cerebrovascular.
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