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Fortaleciendo así la Capacidad Médica Integral.

sábado, 28 de junio de 2025

La Recuperación Inmunitaria, Clave para Reducir el Riesgo de Cáncer en Personas con VIH

Las personas con VIH que mantienen o recuperan un recuento adecuado de células T CD4 bajo tratamiento antirretroviral tienen menos probabilidades de desarrollar cáncer. 

Esta es la conclusión a la que llega un estudio internacional cuyos resultados han sido publicados recientemente en Clinical Infectious Diseases. 

Sin embargo, quienes no experimentan una buena recuperación inmunitaria presentan un riesgo mayor de cáncer, lo que subraya la importancia de iniciar el tratamiento frente el VIH de forma temprana. 

*Causas de mortalidad en personas con el VIH hoy 
El cáncer es una preocupación creciente a medida que envejece la población con VIH. Gracias al tratamiento antirretroviral efectivo, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares se sitúan ahora, junto con el resto de la población, entre las principales causas de muerte de las personas con VIH. 

En general, las personas seropositivas acumulan más factores de riesgo oncológico —incluyendo tasas más elevadas de tabaquismo y una mayor probabilidad de coinfecciones como el virus del papiloma humano (causante de cáncer anal, cervical y oral) o los virus de la hepatitis B y C (causantes de cáncer de hígado)— pero el papel que desempeña el propio VIH no se conoce por completo. 

*El estado de la cuestión 
Estudios previos sobre la relación entre VIH, supresión viral, recuento de CD4, ratio CD4/CD8 y riesgo de cáncer han ofrecido resultados dispares. Se sabe que las personas con inmunosupresión avanzada tienen un riesgo elevado de cánceres definitorios de sida, como el sarcoma de Kaposi y los linfomas no Hodgkin. 

Pero incluso un deterioro inmunitario menos grave puede mermar la capacidad del organismo para combatir el cáncer. Así, las personas con VIH presentan un mayor riesgo de cáncer anal aun cuando su recuento de CD4 es adecuado. 

Varios trabajos han observado tasas superiores de cáncer de pulmón y de hígado en personas con el VIH; por el contrario, algunos han encontrado una incidencia menor de cáncer de próstata. 

En muchos otros tipos de cáncer, las tasas parecen similares en personas con y sin VIH, aunque quienes viven con el virus pueden diagnosticarse a edades más tempranas o con la enfermedad en fases más avanzadas. 

*Un análisis multinacional sin precedentes 
Investigadores de las cohortes colaborativa D:A:D (Data Collection on Adverse Events of Anti-HIV Drugs) y RESPOND analizaron datos de 48.343 personas con VIH en 37 países de Europa y Australia, todas con al menos dos años de supresión viral sostenida bajo tratamiento antirretroviral (TAR). 

Durante más de 300.000 personas-año de seguimiento, se registraron 1.933 casos de cáncer (3,9%), lo que equivale a una incidencia global de 6,43 eventos por 1 000 personas-año. 

Este tamaño muestral y duración del seguimiento convierten al estudio en uno de los más extensos y exhaustivos realizados hasta la fecha en contextos de atención real. 

*Hallazgos principales: 
Recuento de CD4 y riesgo de cáncer El trabajo demostró que las personas con recuentos de CD4 más altos presentaron un riesgo significativamente menor de desarrollar cáncer. 

Quienes mantuvieron un CD4 por encima de 750 células/mm3 tuvieron un 74% menos de riesgo que las personas con recuentos inferiores a 350 células/mm3 (IRR ajustada: 0,26; p0,0001). 

Asimismo, cada aumento de 50 células/mm3 en el recuento de CD4 se asoció a una reducción constante del riesgo de neoplasias, reafirmando la importancia de la recuperación inmunitaria más allá de la mera supresión del virus. 

*Cánceres definitorios y no definitorios de sida 
Aunque la supresión viral reduce de forma notable los cánceres clasificados como definitorios de sida, el estudio reveló también una fuerte asociación entre recuentos elevados de CD4 y la disminución de tumores no definitorios de sida. 

La incidencia de neoplasias definitorias de sida fue de 0,86/1.000 persona-años, mientras que la de neoplasias no definitorias de sida alcanzó 5,58/1 000 personas-año. 

El efecto protector del CD4 elevado se observó tanto en neoplasias relacionadas con infecciones (como el cáncer anal o linfoma) como en aquellas no vinculadas directamente a patógenos (como el de pulmón o próstata). 

*Importancia de la detección temprana y la adherencia al tratamiento 
Los resultados refuerzan la necesidad de diagnosticar el VIH lo antes posible e iniciar TAR sin demora para favorecer la recuperación inmunológica óptima. 

Además, subrayan la urgencia de implementar estrategias de cribado oncológico adaptadas al perfil inmunológico de cada persona con VIH. 

La combinación de vigilancia clínica periódica, pruebas de imagen y marcadores tumorales podría ayudar a identificar lesiones precancerosas en fases tempranas, cuando el tratamiento es más eficaz.

*Peor atención oncológica 
No obstante, según la National Comprehensive Cancer Network (NCCN), las personas con VIH tienen de dos a tres veces menos probabilidades de recibir una atención oncológica adecuada. 

Un estudio reciente asoció barreras estructurales, como menores ingresos y nivel educativo, con la falta de acceso a tratamientos que potencialmente salvan vidas. 

*Hacia una atención integral 
Esta investigación invita a reforzar un modelo de atención que integre aspectos biomédicos, psicosociales y comunitarios. 

Garantizar el acceso temprano al TAR, ofrecer recursos de seguimiento inmunológico y promover la detección temprana de cánceres adaptada a cada nivel de recuperación inmune son pasos esenciales para reducir la carga oncológica en la población con VIH, mejorando su calidad y esperanza de vida. 



Website Clinical Infectious Diseases: 
https://academic.oup.com/cid

Modelos de Aprendizaje Automático Ayudan a Predecir Exceso de Grasas en Sangre en Personas con VIH

Un estudio publicado en la revista AIDS ha demostrado que los modelos de aprendizaje automático pueden predecir el riesgo de hiperlipidemia (exceso de grasas en la sangre) en personas con el VIH. 

Esta capacidad predictiva permitiría intervenir de forma temprana y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. 

La inteligencia artificial, a través del machine learning o aprendizaje automático, está transformando el ámbito de la salud y la innovación científica. 

Utiliza algoritmos y modelos computacionales para analizar grandes volúmenes de datos médicos, permitiendo identificar patrones y hacer predicciones sobre el estado de salud de los pacientes. En el campo del VIH, esta capacidad resulta particularmente valiosa: aporta diagnósticos y pronósticos más precisos, personaliza los tratamientos y optimiza estrategias preventivas. 

El estudio del Hospital Ditan es un ejemplo de cómo estos avances tecnológicos pueden adaptarse al entorno clínico para mejorar la calidad de vida de las personas con VIH.

*La urgencia del problema 
En todo el mundo hay aproximadamente 40 millones de personas con el VIH, y cerca de 30,7 millones de ellas reciben tratamiento antirretroviral.

Desde la introducción de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), la supervivencia de las personas con el VIH ha mejorado de manera notable. 

Sin embargo, a medida que estas personas viven más años, emergen otras complicaciones no relacionadas directamente con el sida. Entre ellas, las enfermedades cardiovasculares (ECV) figuran como la segunda causa de muerte en personas que reciben TARGA. 

*¿Por qué surgen las dislipidemias? 
Algunos fármacos antirretrovirales pueden alterar el metabolismo de las grasas, elevando los triglicéridos (TG) o el colesterol LDL (de baja densidad o colesterol malo), o reduciendo el colesterol HDL (de alta densidad o colesterol “bueno”). 

A la vez, la propia inflamación crónica provocada por el VIH favorece procesos que promueven o favorecen la arterosclerosis. 

Todo ello coloca a las personas con el VIH en un riesgo elevado de aterosclerosis, infarto de miocardio o accidente cerebrovascular si no se detecta a tiempo un desorden lipídico. 

*Una ventana de oportunidad de seis meses
Varios estudios previos han observado que, al cabo de medio año de iniciar TARGA, muchos pacientes presentan ya alteraciones en su perfil lipídico. 

Detectar con antelación quiénes desarrollarán hiperlipidemia permitiría intervenir antes: ajustar el régimen antirretroviral, reforzar la educación para el autocuidado de la salud o iniciar fármacos hipolipemiantes. 

Sin embargo, hasta hace poco no existían herramientas predictivas que combinaran datos clínicos e inmunológicos para anticipar este riesgo con suficiente precisión. 

*¿Cómo se construyó el modelo? 
Entre enero de 2015 y enero de 2023, los investigadores recolectaron información de 2.479 personas con VIH (96 % hombres, mediana de edad 33 años) que nunca habían recibido terapia antirretroviral. A cada paciente se le tomaron mediciones en el momento en que se decidió empezar el tratamiento, diarias de laboratorio y recuentos inmunológicos básicos. 

*¿Cómo se hizo el estudio? 
El estudio incluyó a personas que no habían recibido tratamiento antirretroviral y que recibían atención en el Hospital Ditan de Pekín (China) entre enero de 2015 y enero de 2023. 

A cada paciente se le tomaron mediciones en el momento en que se decidió empezar el tratamiento. 

En total, se incluyeron a 2.479 participantes, con una mediana de 33 años. 

De ellos, 2.380 eran hombres y 99 mujeres. Se definió hiperlipidemia a los seis meses de TARGA si alguno de estos parámetros se encontraba fuera de los límites de referencia (por ejemplo, triglicéridos ≥ 2,3 mmol/L, LDL ≥ 4,1 mmol/L o HDL 1,0 mmol/L). 

Para entrenar el modelo, dividieron la muestra en un 70% para aprendizaje (n=1.737 pacientes) y un 30% para prueba (n=742 pacientes). 

Entre los algoritmos evaluados figuraban Random Forest, K-Nearest Neighbors, Support Vector Machine, XGBoost y LightGBM. 



Website AIDS Journal: 
https://journals.lww.com/aidsonline/pages/

Buenos Avances en Estrategias para Desarrollar una Vacuna Preventiva Frente al VIH

El pasado 18 de mayo, coincidiendo con el Día de Concienciación sobre la Vacuna frente al VIH, se publicaron en Science los resultados de varios estudios que marcan un paso significativo en la búsqueda de una vacuna preventiva efectiva frente a este virus. 

Equipos internacionales en África, Europa y Norteamérica han demostrado que es posible inducir en humanos respuestas inmunitarias con potencial para generar anticuerpos “ampliamente neutralizantes” (bnAb, por sus siglas en inglés). 

Estos anticuerpos pueden actuar frente a múltiples variantes del VIH y ofrecen una vía prometedora para la prevención. 

Hasta ahora, uno de los grandes retos en el desarrollo de una vacuna frente al VIH era justamente lograr que el sistema inmunitario produjera bnAb con la madurez y diversidad suficientes para neutralizar el virus en sus distintas formas. 

Los ensayos clínicos de fase I, publicados recientemente, emplearon inmunógenos muy específicos diseñados para activar células B capaces de madurar hacia esas respuestas neutralizantes. 

Se probaron dos enfoques complementarios: uno basado en proteínas fusionadas con nanopartículas y otro usando tecnología de ARN mensajero (ARNm). 

Con una sola dosis inicial seguida de un “refuerzo heterólogo” (un segundo pinchazo con una formulación distinta), se consiguieron respuestas inmunitarias de alta calidad en casi todos los voluntarios. 

*Inmunógenos de nueva generación: 
Precisión en la ingeniería inmunológica Uno de los estudios más destacados combinó un inmunógeno llamado eOD-GT8 60mer, formado por 60 copias modificadas de la proteína gp120 del VIH, con un refuerzo posterior denominado core-g28v2 60mer. Ambos se administraron mediante plataformas de ARNm desarrolladas por Moderna, similares a las empleadas en la vacuna contra la COVID-19. 

Este ensayo, conocido como IAVI G002 (realizado en Norteamérica con 60 voluntarios), arrojó resultados muy alentadores: el 100 % de quienes recibieron ambas dosis generó anticuerpos de tipo VRC01, que cuentan con un alto potencial neutralizante. 

Más de la mitad de ellos alcanzaron lo que los investigadores llaman respuestas de “élite”, debido al grado de maduración y diversidad de sus anticuerpos, dos características clave para que sean considerados realmente ampliamente neutralizantes. 

En paralelo, en el ensayo IAVI G003, un grupo de 18 personas de Ruanda y Sudáfrica recibió únicamente la dosis inicial de eOD-GT8 60mer. 

A pesar de no haber recibido un refuerzo, el 94 % de los participantes mostró activación de sus células B y desarrolló anticuerpos con un alto nivel de diversidad. 

Esto sugiere que incluso sin refuerzo, el inmunógeno inicial logra “encender” el proceso de maduración hacia bNAb. Por otro lado, en Europa se evaluó otro inmunógeno distinto, el BG505 SOSIP.v4.1-GT1.1, en un estudio de fase I. 

En la mayoría de los participantes, este compuesto también indujo anticuerpos monoclonales estructuralmente parecidos a los VRC01, capaces de neutralizar versiones de laboratorio del VIH. 

Tomando en conjunto los resultados de estos ensayos, vemos que las nuevas estrategias están consiguiendo activar las células correctas con una precisión sin precedentes 

*Desafíos y efectos adversos: 
Lo que aún queda por resolver A pesar de estos avances, la meta de una vacuna preventiva eficaz frente al VIH sigue lejos de ser alcanzada. 

Por un lado, todavía no se ha demostrado que ninguna de estas fórmulas proteja realmente frente a la infección por VIH, ni en estudios clínicos a gran escala ni en modelos animales. 

Además, algunos participantes experimentaron efectos secundarios inesperados. Aproximadamente el 10 % de quienes formaron parte del estudio IAVI G002 desarrollaron urticarias crónicas que duraron más de seis semanas, y en otro ensayo con un inmunógeno similar se registraron reacciones alérgicas que persistieron hasta un año. 

Curiosamente, todas las personas afectadas habían recibido previamente la vacuna de Moderna contra la COVID-19, lo que genera preguntas sobre posibles interacciones inmunológicas que aún no comprendemos del todo. 

A estos retos científicos se suman también dificultades prácticas: las nuevas candidatas a vacuna preventiva requieren varias dosis y un seguimiento estricto de los voluntarios, algo que puede complicar su implementación en la vida real. 

Por si fuera poco, la disponibilidad de métodos preventivos ya muy eficaces, como la profilaxis preexposición (PrEP) o el inyectable semestral lenacapavir (Sunlenca®), reduce los incentivos de la gente a apuntarse a ensayos clínicos de vacunas, lo cual hace más difícil reclutar participantes para probar la eficacia a gran escala. 

*Más allá de la prevención: 
¿Podrían servir como tratamiento? Aunque la prioridad sigue siendo desarrollar una vacuna preventiva capaz de proteger a personas sanas, algunos expertos ya exploran aplicaciones terapéuticas de estos inmunógenos. 

La idea es aprovechar la capacidad de inducir bnAb en personas que ya viven con VIH, como parte de un plan combinado para lograr lo que se conoce como “cura funcional”: una remisión prolongada sin necesidad de medicación diaria. 

Aunque esta línea de investigación aún está en fases muy tempranas, abre la puerta a un enfoque diferente en el tratamiento del VIH y podría cambiar el panorama a largo plazo. 

En definitiva, los resultados publicados en Science representan un avance importante en nuestra comprensión de cómo activar los mecanismos inmunitarios necesarios para generar anticuerpos ampliamente neutralizantes frente al VIH. 

Aun así, queda un trayecto largo: demostrar que estas respuestas protegen realmente contra la infección y optimizar la seguridad y la logística de las vacunas. 

Sin embargo, los progresos actuales ofrecen un motivo de esperanza renovada para millones de personas con el VIH o que corren riesgo de adquirirlo. 



Website Science: 
https://www.science.org/journal/science

El Estigma Asociado al VIH Empeora la Adherencia al Tx Antirretroviral, lo que Repercute en la Salud Cardiovascular

Existe una relación directa entre el estigma relacionado con el VIH, la adherencia al tratamiento antirretroviral y el aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. 

Estas son las conclusiones de un estudio publicado en Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes y llevado a cabo entre 2020 y 2023. 

El objetivo del estudio era determinar el modo en que las distintas formas de estigmatización afectan a la adherencia, la supresión virológica y, en consecuencia, a la aparición de problemas de salud a largo plazo. 

Para ello, se contó con la participación de 1.034 personas adultas con el VIH de dos contextos geográficos muy distintos: Sudáfrica y Países Bajos. 

*El estigma reduce la adherencia y compromete la salud cardiovascular 
Se evaluaron tres tipos de estigma: anticipado (el miedo a ser discriminado), percibido (la sensación de que otros tienen actitudes negativas hacia las personas con el VIH) e internalizado (cuando la persona asume esos prejuicios como propios). 

Los resultados fueron concluyentes: por cada incremento de una desviación estándar (una medida de dispersión de la media) en el nivel de estigma internalizado, la probabilidad de adherencia al tratamiento se redujo en un 23%. 

En concreto, solo un 57% de quienes experimentaban altos niveles de estigma internalizado mantenían un nivel adecuado de adherencia al tratamiento antirretroviral, frente al 75% en quienes reportaban niveles bajos de dicho tipo de estigma. 

Evidentemente, esto también tuvo un impacto notable en los niveles supresión virológica. El 91% de las personas que presentaban una adherencia a la terapia antirretroviral superior al 95%, alcanzó una supresión virológica sostenida (definida como carga viral indetectable en las últimas tres analíticas). 

En cambio, este porcentaje descendía hasta el 68% en aquellas personas con adherencia irregular. 

Por otro lado, la falta de supresión virológica no solo eleva el riesgo de transmisión del VIH, sino que también se ha vinculado con un aumento en marcadores inflamatorios sistémicos. 

Esto, a su vez, incrementa la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares. 

En este sentido, el estudio observó que las personas que no presentaban supresión virológica mostraban unos niveles promedio de proteína C reactiva ultrasensible (hs-CRP) de 12,4 mg/L; niveles claramente superiores a los 5,1 mg/L medidos en quienes sí mantenían supresión virológica. 

Se trata de un biomarcador que indica mayor inflamación y mayor riesgo cardiovascular. Además, los participantes con baja adherencia mostraron niveles promedio de presión arterial sistólica 7 mmHg más altos y un perfil lipídico más desfavorable que aquellos con mejor adherencia. 

*Recomendaciones para una respuesta integral 
Las implicaciones del estudio son claras: no basta con garantizar el acceso al tratamiento, sino que es indispensable intervenir sobre los factores psicosociales que obstaculizan su efectividad. 

El estigma, aún presente tanto en entornos tanto con alta como con baja prevalencia del VIH, continúa siendo una barrera estructural. Su impacto sobre la adherencia, de hecho, ya había sido detectado en estudios anterior. 

Una de las propuestas derivadas de este análisis es la incorporación sistemática de evaluaciones del estigma en las consultas de seguimiento. 

En el estudio, por ejemplo, los investigadores utilizaron una escala validada de 10 ítems para medir el estigma percibido, con puntuaciones que iban de 0 a 30. 

Aquellas personas con más de 20 puntos presentaban casi el doble de riesgo de tener una mala adherencia al tratamiento antirretroviral. 

Asimismo, se sugiere la implementación de programas de apoyo psicológico y social orientados a reducir el estigma internalizado, que fue el que mostró una mayor asociación con la falta de adherencia. 

Intervenciones breves basadas en terapia cognitivo-conductual y grupos de apoyo entre pares han mostrado eficacia en estudios previos, aumentando la adherencia de forma significativa. 

En términos de salud pública, la evidencia refuerza la necesidad de políticas que promuevan la inclusión y combatan la discriminación a todos los niveles: desde campañas de sensibilización dirigidas a la población general hasta formación específica para profesionales sanitarios. 

En el estudio, un 38% de los participantes reportaron haber sufrido alguna forma de trato discriminatorio en el ámbito sanitario en los últimos 12 meses, una cifra que sigue siendo alarmante. 

*Impacto económico del estigma 
Finalmente, los autores destacan que reducir el estigma también podría tener beneficios económicos. 

Según modelos matemáticos utilizados en el estudio, mejorar en un 10% la tasa de adherencia en poblaciones afectadas por estigma podría reducir los costes sanitarios anuales en hasta 8 millones de euros en un país europeo de tamaño medio. 

Ello tendría lugar al disminuir las complicaciones derivadas de infecciones por el VIH mal controladas y de las enfermedades cardiovasculares asociadas. 

Este trabajo demuestra que el abordaje del VIH debe ir más allá del manejo clínico. El virus no solo se combate con fármacos: también requiere de una respuesta firme contra los prejuicios.

El estigma, aunque en muchas ocasiones invisible, tiene un impacto real sobre la salud y la esperanza de vida de las personas con el VIH. Solo afrontándolo adecuadamente será posible avanzar hacia un control más efectivo —y humano— de la epidemia. 



Website Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes (JAIDS):  https://journals.lww.com/jaids/pages/

Las Elevadas Tasas de VIH con Resistencia a Fármacos entre Jóvenes pueden Limitar sus Futuras Opciones de Tratamiento

Más de un tercio de las personas jóvenes con el VIH presentan patrones de farmacorresistencia que podrían impedirles recibir el tratamiento inyectable de acción prolongada con cabotegravir (Vocabria®) y rilpivirina (Rekambys®). 

Por este motivo, resulta prioritaria su inclusión en estudios clínicos para el desarrollo de fármacos. 

Estas son los principales hallazgos de un estudio de Reino Unido cuyos resultados se han publicado en la revista AIDS. 

*Contexto 
Históricamente, los niños y adolescentes con el VIH han tenido un mayor riesgo de fracaso virológico del tratamiento y posterior resistencia a fármacos que los adultos. 

Esto se debe a la falta de fórmulas de fármacos adaptadas a esta población, al hecho de depender de una persona para la administración de los medicamentos y a las dificultades de adherencia a medida que los adolescentes afirman su independencia respecto de la tutela de los adultos. A pesar de ello, no existe muchos datos sobre el VIH resistente en jóvenes. 

Esto resulta más evidente en países de ingresos bajos y medios, donde las pruebas para determinar la resistencia genotípica no se realizan de forma rutinaria en la atención clínica. 

*Estudio 
Un equipo de investigadores británico realizó un estudio observacional retrospectivo de cohorte para determinar la prevalencia de resistencia a fármacos en personas jóvenes nacidas con el VIH. 

En el estudio se analizó la resistencia a los antirretrovirales en niños y jóvenes diagnosticados del VIH y atendidos en el Hospital St. Mary’s de Londres, uno de los principales centros de atención del VIH para población infantil y adolescente de Reino Unido. 

Para el análisis se contó con 280 personas atendidas en dicho centro hospitalario en 2023-2024 (bien en la clínica familiar o después en la clínica de adultos). 

Un 75% de los miembros de la cohorte tenía más de 21 años, la edad media era de 26 años y la persona de más edad tenía 40 años. 

Además, el 57% eran mujeres, el 84% eran de etnia africana negra y al 54% se le había diagnosticado sida o una infección grave relacionada con el VIH en el pasado. 

Estas personas habían recibido tratamiento antirretroviral durante una mediana de 17 años. 

Hubo una excepción, un denominado ‘controlador de élite’ (un subgrupo poco frecuente de personas que consiguen mantener unos niveles de carga viral muy bajos, sin necesidad tratamiento) que había abandonado el tratamiento, aunque mantenía una carga viral persistentemente inferior a 50 copias/mL. 

 El 90% de las personas de la cohorte tenían una carga viral inferior a 200 copias/mL y el 73% estaban tomando un régimen basado en un inhibidor de la integrasa en su última visita de seguimiento. 

Los miembros de la cohorte habían recibido de media tratamiento con dos familias de antirretrovirales de referencia (‘de anclaje’): inhibidores de la integrasa (86%), inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de nucleósido -ITINN- (78%) e inhibidores de la proteasa potenciados (68%). 

El fármaco de referencia (o ‘de anclaje’) suele combinarse con uno o dos inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN). 

El 12% de las personas habían tomado un inhibidor de la proteasa no potenciado, una práctica que dejó de recomendarse para los niños a mediados de la década de 2000 debido al mayor riesgo de fracaso del tratamiento y de resistencia a los fármacos. Resistencia genotípica del VIH 

La prueba de resistencia genotípica del VIH a los antirretrovirales valora la probabilidad de que la cepa de VIH que ha infectado al paciente sea resistente o haya desarrollado resistencia a uno o varios fármacos antirretrovirales. 

Se dispuso de los genotipos de VIH para 217 personas de la cohorte . En el resto de los casos, no fue posible realizar la determinación del genotipo porque los participantes habían mantenido una carga viral indetectable con tratamiento antirretroviral desde que se introdujeron las pruebas de determinación genotípica del VIH. 

De estas 217 personas mencionadas, 121 tenían resistencia documentada. Esto representa el 43% de todos los miembros de la cohorte. 

El 19% tenía resistencia a una sola familia de fármacos, el 20% a dos familias, el 4% a tres y el 1% a cuatro familias de fármacos. Las formas más comunes de resistencia fueron a los ITINN (37%) y a los ITIN (28%). 

El 5% presentó resistencia a los inhibidores de la proteasa y el 1% a un inhibidor de la integrasa. 

La resistencia a dos familias de fármacos significa que los jóvenes con el VIH ya se enfrentan a dificultades para disponer de combinaciones de fármacos eficaces.

De forma muy temprana para ellos, cualquier fallo virológico puede tener graves consecuencias sobre sus opciones de tratamiento. 

Al tener en cuenta la edad, se comprobó que los miembros menores de 25 años (el 40% de la cohorte), en comparación con los nacidos antes del año 2000, tenían menos probabilidades de: 

*haber iniciado el tratamiento con un recuento de CD4 inferior a 350 células/mm3; 

*de haber estado en tratamiento con inhibidores de la proteasa no potenciados (3% frente a 18%); 

*de haber recibido monoterapia o terapia dual con ITIN solamente (1% frente a 17%); o 

*de tener un fracaso virológico en la actualidad –definido por una carga viral superior a 1.000 copias/mL– (3% frente a 10%). 

Al realizar un análisis multivariable se observó que la presencia de mutaciones de resistencia a fármacos estaba asociada a un historial de exposición a monoterapia o terapia dual con ITIN (p= 0,029), o a la exposición a, como mínimo, dos familias de antirretrovirales de referencia (p= 0,000). 

Los autores consideran que esta situación resulta preocupante. Incluso entre las personas nacidas en la era de la terapia combinada eficaz, más de un tercio presentaba un virus que había desarrollado mutaciones de resistencia a los fármacos. 

Además, el 14 % presentaba resistencia a dos o más familias de medicamentos. 



Website AIDS Journal: 
https://journals.lww.com/aidsonline/pages/

Las Mujeres con el VIH Pierden su “Ventaja Cardiovascular” frente a los Hombres

Un estudio publicado en Clinical Infectious Diseases muestra que, a diferencia de la población general, las mujeres cisgénero con VIH no disfrutan de un menor riesgo de enfermedades cardíacas graves que los hombres seropositivos. 

El hallazgo forma parte del análisis del ensayo REPRIEVE, que evalúa el beneficio de las estatinas en personas con VIH. El estudio destaca también, entre otras cuestiones, la necesidad de priorizar el abandono del tabaco y el control de la presión arterial en personas con el VIH. 

Esto es esencial para quienes tienen un menor riesgo de enfermedades cardíacas graves, independientemente de si toman estatinas. 

*Efectos de las estatinas 
El ensayo REPRIEVE demostró que la administración diaria de pitavastatina reduce en un 36 % el riesgo de eventos cardiovasculares mayores —como infarto de miocardio o accidente cerebrovascular— en personas con VIH y riesgo cardiaco bajo a moderado. 

Como respuesta, las guías clínicas de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea ahora recomiendan estatinas en este grupo. 

Para mejorar el cuidado cardiovascular en personas con el VIH, el grupo de estudio REPRIEVE analizó los factores de riesgo asociados con eventos cardiovasculares mayores. Buscaban identificar qué factores impactan más en el riesgo de ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares y cuáles pueden modificarse con cambios en el estilo de vida. 

*¿Cómo se hizo el estudio? 
REPRIEVE reclutó a 7.769 personas con el VIH de entre 40 y 75 años, en tratamiento antirretroviral por al menos seis meses. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a tomar pitavastatina o un placebo y fueron monitoreados durante aproximadamente cinco años. 

La mediana de edad de los participantes fue de 50 años, con un 69% de hombres. El 53% eran blancos y el 41% negros o afroamericanos. El 63% fueron reclutados en países de altos ingresos, el 18% en América Latina y el Caribe, y el 15% en África subsahariana. 

Al inicio del estudio, el 36% tenía presión arterial alta, el 25% eran fumadores actuales, y el puntaje de riesgo cardiovascular medio era del 4,5%. 

Para evaluar el riesgo de eventos cardiovasculares mayores asociados con factores de riesgo modificables, los investigadores crearon un modelo multivariable. 

Ajustaron por factores demográficos, ubicación de reclutamiento, tabaquismo, uso de sustancias, antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares prematuras, factores metabólicos, recuento nadir de CD4, supresión viral y régimen antirretroviral al inicio del estudio. 

*Mujeres y riesgo cardiovascular 
A diferencia de lo observado en la población general —donde el estrógeno premenopáusico confiere cierta protección—, en mujeres con VIH dicho efecto protector parece atenuarse. 

Tras la menopausia, la caída de estrógenos equipara el riesgo con el de los hombres; en el contexto del VIH, además, la inflamación crónica y la activación de células T pueden neutralizar aún más cualquier ventaja hormonal. 

*Tabaquismo y control arterial 
El equipo del estudio REPRIEVE destaca el tabaquismo como un factor de riesgo clave. Los fumadores actuales tenían más del doble de probabilidades de experimentar un evento cardiovascular mayor durante el estudio. 

Las personas que dejaron de fumar antes de unirse al estudio no mostraron un riesgo elevado en comparación con quienes nunca fumaron. 

Los investigadores enfatizan la necesidad de intervenciones para dejar de fumar que aborden la soledad, la depresión y el uso de sustancias, factores asociados con el tabaquismo en personas con el VIH. 

El monitoreo y control de la presión arterial también son esenciales para prevenir enfermedades cardiovasculares. 

La hipertensión es común entre personas con el VIH, especialmente mayores de 50 años. Los investigadores afirman que gestionar la presión arterial es tan importante para quienes toman estatinas como para todos los demás. 

En el estudio REPRIEVE, la pitavastatina tuvo un mayor impacto en eventos cardiovasculares en personas sin hipertensión. La carga viral no suprimida también fue un factor de riesgo modificable, lo que respalda la necesidad de un tratamiento antirretroviral temprano y constante, concluyen los investigadores. 



Website Clinical Infectious Diseases: 
https://academic.oup.com/cid

La Vacuna frente al Mpox Reduce la Gravedad de la Infección, pero su Eficacia es Menor en Personas con VIH

Las personas vacunadas frente al mpox (anteriormente conocida como viruela del mono) presentan un riesgo significativamente menor de desarrollar formas clínicas más graves de la enfermedad, así como de requerir hospitalización. 

Sin embargo, en el caso de las personas con el VIH, especialmente aquellas con inmunosupresión, la efectividad de la vacuna fue notablemente inferior. 

Estas son las principales conclusiones de un estudio reciente publicado en The Lancet Infectious Diseases. 

*Un estudio de más de 4.000 hombres GBHSH 
El estudio, realizado en California (EE UU), incluyó a 4.069 hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (GBHSH), con infección confirmada por mpox.

El análisis se desarrolló entre mayo de 2022 y diciembre de 2023 mediante entrevistas telefónicas y seguimiento epidemiológico. 

Los investigadores aplicaron un diseño de tipo caso-control: compararon a personas con enfermedad diseminada (lesiones en varias partes del cuerpo) frente a aquellas con manifestaciones localizadas (lesiones en una sola región anatómica). 

Del total de casos, 3.043 hombres formaron el grupo con enfermedad diseminada (el 89% no estaban vacunados frente al mpox), mientras que 1.566 hombres fueron clasificados como controles (el 72% sin vacunar). 

*El papel del VIH: menor protección y más riesgo 
La presencia de infección por VIH fue más frecuente entre los participantes con enfermedad diseminada (47%) que entre los controles (34%). 

Además, entre las personas con VIH, alrededor de 200 presentaban recuentos de CD4 por debajo de 350 células/mm³, lo que indica un estado de inmunosupresión moderada a avanzada.

El análisis confirmó que tener el VIH supuso un factor asociado a mayor riesgo de progresión clínica y hospitalización por mpox, independientemente del estado de vacunación. 

Esta diferencia fue especialmente marcada en personas con inmunidad comprometida. *Eficacia de la vacuna: buena protección, pero desigual 

La vacuna Jynneos® (conocida como Imvanex® en Europa), basada en un virus modificado no replicante (MVA-BN), mostró una eficacia global del 58,8% para prevenir la progresión a formas diseminadas de mpox cuando se administró como vacuna preventiva (preexposición). 

La vacunación tras la exposición, en cambio, ofreció una protección mucho menor (15,9%), lo que refuerza la importancia de inmunizar de forma anticipada a las personas en situación de riesgo. 

*Menos hospitalizaciones y síntomas más leves 
Además de reducir la diseminación de lesiones, la vacunación previa frente al mpox se asoció a un menor riesgo de hospitalización (85,4% de efectividad) y a una menor frecuencia de síntomas generales como fiebre, escalofríos y linfadenopatía (ganglios inflamados). 

*La protección disminuye con el tiempo: necesidad de refuerzos 
Los autores advierten que la protección de la vacuna Jynneos® no es indefinida. 

Los datos indican que su eficacia disminuye con el tiempo, sobre todo en personas con VIH. 

Por ello, el estudio recomienda que quienes viven con el VIH reciban una dosis de refuerzo dos años después de la pauta inicial, como medida preventiva adicional. 

*Conclusión: priorizar a las personas con VIH en estrategias de refuerzo 
Este estudio refuerza la necesidad de diseñar estrategias de vacunación específicas para personas con el VIH, especialmente aquellas con recuentos de CD4 más bajos o con dificultades de acceso al sistema sanitario.

La vacunación anticipada, el seguimiento inmunológico y la administración de refuerzos periódicos pueden ser clave para evitar complicaciones graves por mpox en esta población. 



Website The Lancet Infectious Diseases: 
https://www.thelancet.com/journals/laninf/

domingo, 15 de junio de 2025

Los Patrones de Alimentación de la Mediana Edad se Relacionan con la Salud Décadas Después

A medida que la población estadounidense envejece, crece el interés por encontrar maneras de proteger la salud física, mental y cognitiva en la vejez. 

Diversos estudios han demostrado la relación entre una alimentación saludable y la prevención de enfermedades crónicas, como la diabetes o las cardiopatías. 

Otros han encontrado vínculos entre una dieta de alta calidad y una vida más larga. Sin embargo, son menos comunes los estudios que examinan la relación entre diversos patrones dietéticos y un envejecimiento saludable en general, incluyendo el impacto a largo plazo de las elecciones alimentarias en la mediana edad. 

Un equipo de investigación dirigido por los Dres. Frank Hu, de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, Anne-Julie Tessier, de la Universidad de Montreal, y Marta Guasch-Ferré, de la Universidad de Copenhague, decidió analizarlo más a fondo. 

Examinaron los datos recopilados en dos estudios a largo plazo sobre salud y estilo de vida. El Estudio de Salud de Enfermeras, contó con la participación de mujeres de entre 30 y 55 años, y el Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud, con la participación de hombres de entre 40 y 75 años. 

El equipo evaluó los datos de los participantes cada cuatro años, desde 1986 hasta un máximo de 30 años. 

Se excluyó a los participantes que presentaba Los investigadores examinaron primero el grado de adhesión de los patrones de alimentación autodeclarados por cada participante a ocho patrones de dieta saludable diferentes. 

Entre ellos se encontraban el Índice de Alimentación Saludable Alternativa, la dieta DASH (Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión) respaldada por los NIH, la dieta MIND, el Índice de Dieta de Salud Planetaria y la dieta mediterránea. 

Todas las dietas fomentan el consumo de alimentos de origen vegetal, grasas insaturadas, frutos secos y legumbres, a la vez que reducen la cantidad de carnes rojas o procesadas y azúcares añadidos. Algunas también incluyen alimentos saludables de origen animal como pescado y productos lácteos bajos en grasa 

Los científicos también analizaron el consumo de alimentos ultraprocesados. Estos alimentos suelen contener ingredientes de fabricación industrial, como jarabe de maíz de alta fructosa, saborizantes, grasas no saludables y emulsionantes. 

El equipo evaluó la asociación entre la adherencia a cada patrón de alimentación y un envejecimiento saludable a los 70 años o más. Descubrieron que más del 9 % de los participantes (unas 9800 personas) habían logrado un envejecimiento saludable. 

Es decir, no padecían enfermedades crónicas graves y presentaban indicadores positivos de salud cognitiva, física y mental. Los participantes que siguieron con mayor precisión el Índice de Alimentación Saludable Alternativa tuvieron mayor probabilidad de un envejecimiento saludable a los 70 años. 

Lo mismo ocurrió a los 75. Los participantes que se adhirieron con mayor precisión a cualquiera de los otros patrones de alimentación saludable también aumentaron sus probabilidades de un envejecimiento saludable. Independientemente de la dieta específica, las personas que consumían más frutas, verduras, cereales integrales, grasas insaturadas, frutos secos, legumbres y lácteos bajos en grasa tenían mayor probabilidad de un envejecimiento saludable. 

El envejecimiento saludable era menos probable en quienes consumían más grasas trans, sal, bebidas azucaradas y carnes rojas o procesadas. 

Además, las personas que consumían más alimentos ultraprocesados ​​tenían un 32 % menos de probabilidades de un envejecimiento saludable. 

“Estudios previos han investigado los patrones dietéticos en el contexto de enfermedades específicas o la longevidad”, explica Hu. 

“Nuestro enfoque es multifacético y se pregunta cómo influye la dieta en la capacidad de las personas para vivir de forma independiente y disfrutar de una buena calidad de vida a medida que envejecen”. 



Website Nature Medicine: 
https://www.nature.com/nm

La FDA Aprueba a Mavyret para la Hepatitis C Aguda

El 11 de junio, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) amplió la aprobación de Mavyret (Glecaprevir/Pibrentasvir), de AbbVie, para incluir el tratamiento de la hepatitis C aguda, lo que significa infección en los últimos seis meses. 

Esto permite a los proveedores comenzar el tratamiento inmediatamente al momento del diagnóstico. Durante años o décadas, la infección por el virus de la hepatitis C crónica (VHC) puede conducir a complicaciones hepáticas graves, como fibrosis, cirrosis y cáncer de hígado. 

La infección temprana puede causar síntomas como fatiga, fiebre, náuseas, dolor abdominal y dolores musculares y articulares. 

Además, las personas con infección temprana del VHC a menudo tienen una alta carga viral y pueden transmitir el virus a otros. 

Mavyret y otros antivirales modernos de acción directa (DAA) son altamente efectivos, curando más del 90% de las personas con hepatitis C crónica que completan la terapia. 

El tratamiento generalmente dura de dos a cuatro meses, dependiendo del historial de tratamiento previo y la gravedad del daño hepático. 

Los estudios han demostrado que el tratamiento de la hepatitis C aguda funciona aún mejor. Alrededor de una de cada cinco personas, naturalmente, el VHC sin tratamiento, aunque esto es algo menos probable para las personas con coinfección por VIH/VHC. 

Dada la mala tolerabilidad y la modesta eficacia de la terapia basada en interferón más antigua antes del advenimiento de DAA, los expertos generalmente recomendaron esperar seis meses para comenzar el tratamiento para ver si el sistema inmunitario eliminaría el virus por sí solo.

Hoy, dada la buena tolerabilidad de los DAA y la alta probabilidad de una cura, y teniendo en cuenta los beneficios del alivio de los síntomas y la prevención de la transmisión, la Asociación Americana para el Estudio de Enfermedades Hepáticas y la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América recomiendan tratamiento para casi todas las personas con infección por VCH aguda o crónica. 

Pero muchas personas que viven con la hepatitis C desconocen su estado, y la mayoría de las personas que podrían beneficiarse del tratamiento no lo están recibiendo. Hasta ahora, ningún regímenes DAA estaba aprobado por la FDA para el tratamiento de la hepatitis C aguda, aunque algunos médicos lo recetaron fuera de etiqueta. 

La aprobación de esta semana hace de Mavyret la primera y única opción DAA con esta indicación ampliada. 

Mavyret, inicialmente aprobado para la hepatitis C crónica en 2017, es una píldora combinada que contiene glecaprevir (un inhibidor de la proteasa del VHC) y pibrentasvir (un inhibidor de NS5A). Está aprobado para adultos y niños mayores de 3 años sin cirrosis hepática o cirrosis compensada. 

Mavyret es pangenotípico, lo que significa que es efectivo contra todos los genotipos de VHC. 

La duración habitual del tratamiento es de ocho semanas. La aprobación ampliada está respaldada por los hallazgos del ensayo Fase III M20-350 (NCT04903626), que inscribió 286 adultos previamente intencionados con hepatitis C aguda en 70 sitios en todo el mundo. Recibieron Mavyret una vez al día durante ocho semanas. Casi todos (96%) lograron una respuesta virológica sostenida, o carga viral no detectable del VHC a las 12 semanas después de la finalización del tratamiento, lo que se considera una cura. Ningún participante experimentó falla virológica. 

El tratamiento fue bien tolerado, y la mayoría de los eventos adversos fueron leves a moderados.

"La carga física, emocional y económica de una condición curable como la hepatitis C es demasiado grande en los Estados Unidos y en todo el mundo", dijo John Ward, MD, director de la Coalición para la Eliminación de la Hepatitis Global, en un comunicado de prensa de AbbVie. 

Si se trata a tiempo con terapias seguras y eficaces, los profesionales sanitarios pueden curar a prácticamente todos los pacientes con hepatitis C antes de que se convierta en una enfermedad crónica y, finalmente, en cirrosis o cáncer de hígado. La comunidad de salud pública tiene ahora una buena oportunidad de curar a casi todas las personas y contribuir a la eliminación de este virus mortal. Nadie debería morir de hepatitis C.



Website American Association for the Study of Liver Diseases (AASLD):  https://www.aasld.org/

El Movimiento es Medicina para las Personas con Cáncer

Un programa de ejercicio estructurado después de una cirugía de cáncer de colon se asoció con una reducción del riesgo de recurrencia de la enfermedad y una mejor supervivencia, según los resultados de un ensayo aleatorizado presentado en la Reunión Anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) de 2025 y publicado en The New England Journal of Medicine. 

Los pacientes asignados al grupo de ejercicio tuvieron un 28 % menos de riesgo de recurrencia del cáncer y una reducción del 37 % en las muertes. 

“Este es el primer ensayo aleatorizado de fase III en pacientes con cáncer de colon en estadio III y estadio II de alto riesgo que demuestra que el ejercicio postratamiento es alcanzable y eficaz para mejorar la supervivencia libre de enfermedad”, declaró en un comunicado de prensa la Dra. Pamela Kunz, experta en cánceres gastrointestinales de la ASCO y de la Facultad de Medicina de Yale. “El ejercicio como intervención es una decisión obvia y debería implementarse ampliamente”. 

El autor principal del estudio, el Dr. Christopher Booth, de la Universidad Queen’s de Canadá, señaló que la magnitud de los beneficios del programa de ejercicio fue comparable, o incluso superior, a la de muchas terapias médicas estándar. 

“El ensayo CHALLENGE establece un nuevo estándar de atención para el cáncer de colon”, afirmó. 

A lo largo de los años, las investigaciones han vinculado una mayor actividad física con un menor riesgo de desarrollar cáncer y mejores resultados clínicos en pacientes y sobrevivientes. 

Sin embargo, muchos de estos estudios observacionales a pequeña escala no incluyeron un grupo de control aleatorizado, lo que dificulta la cuantificación de los beneficios. 

En el ensayo CHALLENGE (NCT00819208), Booth y sus colegas evaluaron un programa de ejercicio estructurado para pacientes con cáncer de colon que se habían sometido a cirugía y habían completado quimioterapia adyuvante (posoperatoria) en los últimos dos a seis meses. Aproximadamente un tercio de las personas con cáncer de colon en estadio II o III experimentan recurrencia después de dicho tratamiento. 

Entre 2009 y 2023, los investigadores inscribieron a 889 personas en 55 centros médicos de seis países que afirmaron no realizar los 150 minutos recomendados de actividad física moderada a la semana. La mediana de edad fue de 61 años, y hombres y mujeres estuvieron igualmente representados. 

La mayoría (90%) tenía cáncer de colon en estadio III (localmente avanzado pero aún no propagado a otras partes del cuerpo), mientras que el resto tenía cáncer en estadio II de alto riesgo. 

Los participantes fueron asignados aleatoriamente a participar en el programa de ejercicio estructurado o a recibir materiales educativos para la salud que promovían la actividad física y una nutrición saludable durante un período de tres años.

Los participantes del grupo de ejercicio recibieron una prescripción de ejercicios personalizada y asesoramiento por parte de un asesor de actividad física, además de participar en sesiones de ejercicio supervisadas.

Las sesiones fueron dos veces por semana al principio y, a los seis meses, mensuales, con apoyo adicional si era necesario. 

Ambos grupos también recibieron vigilancia y seguimiento estándar. A los seis meses, las personas de ambos grupos experimentaron una mejora sostenida de la función física —incluyendo la cantidad de actividad física recreativa, el VO2máx previsto (consumo máximo de oxígeno) y la distancia que podían caminar en seis minutos—, pero esta mejoría fue significativamente mayor en el grupo de ejercicio. 

Tras una mediana de seguimiento de aproximadamente ocho años, 93 pacientes del programa de ejercicios experimentaron recurrencia del cáncer o nuevas neoplasias malignas, en comparación con 131 del grupo de educación para la salud. 

A los cinco años, las tasas de supervivencia libre de enfermedad fueron del 80 % frente al 74 %, respectivamente, lo que demuestra que las personas asignadas al programa de ejercicios presentaron un riesgo significativamente menor, un 28 %, de recurrencia, nuevas neoplasias malignas o fallecimiento. 

Durante el seguimiento, fallecieron 41 personas del grupo de ejercicios y 66 del grupo de educación para la salud. 

Tras ocho años, las tasas de supervivencia general fueron del 90 % y el 83 %, respectivamente, lo que refleja un riesgo de fallecimiento un 37 % menor. 

Los participantes del programa de ejercicios informaron más eventos adversos musculares y óseos, como distensiones o fracturas, que los del grupo control (19 % frente al 12 %), de los cuales el 10 % estaban relacionados con su participación en el programa. 

“Un programa de ejercicio estructurado de tres años, iniciado poco después de la quimioterapia adyuvante para el cáncer de colon, resultó en una supervivencia libre de enfermedad significativamente más larga y hallazgos consistentes con una supervivencia general más prolongada”, concluyeron los autores del estudio. 

“Como oncólogos, una de las preguntas más frecuentes que nos hacen los pacientes es: ‘¿Qué más puedo hacer para mejorar mi pronóstico?’. 

Estos resultados nos brindan una respuesta clara: un programa de ejercicio que incluye un entrenador personal reducirá el riesgo de cáncer recurrente o nuevo, hará que se sientan mejor y les ayudará a vivir más”, afirmó Booth. Boot enfatizó que los pacientes solo pueden beneficiarse de las intervenciones de ejercicio estructurado si los sistemas de salud invierten en dichos programas y las aseguradoras están dispuestas a cubrirlos.

“Esta intervención es empoderadora y alcanzable para los pacientes, con costos mucho menores que muchas de nuestras terapias y es sostenible para los sistemas de salud”, concluyó.



Website The New England Journal of Medicine: 
https://www.nejm.org/