Los programas de prevención y reducción de riesgos y daños dirigidos a hombres gays, bisexuales y otros HSH deberían incorporar esta información con el objetivo de reducir la incidencia de infección y reinfección por el VHC en este colectivo.
Un grupo de investigadores estadounidenses han publicado los resultados de su último estudio en la revista PLoS ONE donde indican que existe la probabilidad de que el semen podría capaz de transmitir el virus de la hepatitis C (VHC) durante el sexo anal sin la presencia de sangre, microlesiones o sin que se haya compartido material para la inyección de drogas, tres factores bien conocidos y asociados a la transmisión de este virus hepático.
Por lo general, el counselling en prevención del VHC en hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (GBHSH) tiende a centrarse en estrategias de reducción de riesgos en prácticas sexuales consideradas de alto riesgo –por su potencial para causar heridas o lesiones en el recto (como el fisting o el uso de juguetes sexuales) – realizadas en el contexto del chemsex –consumo intencional de drogas para mantener relaciones sexuales entre varios hombres durante un periodo largo de tiempo–.
El uso de drogas –inyectables o no inyectables– es también un factor de riesgo de VHC entre los hombres que practican chemsex.
No obstante, en algunos centros hospitalarios, se han registrado nuevos casos de hepatitis C aguda en hombres que no practican chemsex y que sólo cuentan como factor de riesgo del VHC el sexo anal sin preservativo.
De hecho, estudios recientes han mostrado que el VHC puede detectarse en niveles con capacidad infectiva en el semen, en las secreciones rectales y en las heces sin que haya presencia de sangre esos hallazgos ponen en entredicho la idea de que el VHC solo se puede transmitir a través de la sangre.
Además, hasta ahora, la mayoría de casos de transmisión sexual del VHC se habían registrado en hombres GBHSH con el VIH; sin embargo, se han comenzado a identificar casos de probable transmisión sexual del VHC también hombres gays y otros HSH sin el VIH, sobre todo entre usuarios de programas de profilaxis pre-exposición al VIH (PrEP).
Para indagar más sobre las vías de transmisión del VHC y arrojar más luz sobre el interrogante de si es necesaria la presencia de sangre para que se produzca la transmisión del VHC durante el sexo anal sin preservativo, un grupo de investigadores de la Universidad de Pensilvania en EEUU realizaron un estudio el que participaron ocho hombres con una infección reciente por VHC.
Todos eran hombres GBHSH con el VIH que informaron en una entrevista individual haber mantenido relaciones sexuales anales en los tres meses anteriores al diagnóstico.
Solo uno usó el preservativo y otro indicó tener el rol insertivo en sus prácticas anales.
Seis de ellos tuvieron presencia de semen en el recto.
Uno de los participantes compartió material de inyección para la metanfetamina. Ninguno manifestó que se hubieran producido heridas o sangrado.
Tres de los participantes tuvieron el diagnóstico positivo de hepatitis C al realizarse una prueba de ARN mientras que en el resto fue por sospecha, al hallar altos niveles de enzimas hepáticas en las analíticas rutinarias.
Aunque eran ocho los participantes, dos tuvieron una sobreinfección, es decir, adquirieron una segunda infección antes de que la primera se hubiera eliminado.
En uno de ellos había ocurrido durante el tratamiento con interferón pegilado (el tratamiento estándar anterior para la hepatitis C) y fue detectado por un aumento de la carga viral.
En total, diez infecciones de VHC tuvieron los participantes del estudio.
Una vez realizadas las entrevistas, los investigadores realizaron una secuenciación del genoma de los virus encontrados en cada participante y analizaron la secuencia de su ADN.
Este tipo de técnica es usada en estudios del VIH ya que el aumento de la diversidad genética de los virus está relacionado con un mayor daño en la mucosa de la vagina o del recto que actúan como barrera.
Si en los virus de las muestras analizadas tras la infección de los participantes solo se presentaba un patrón genético se podría indicar que no habían existido traumas en la práctica anal por lo que la presencia de sangre no sería una vía de transmisión.
Además, también podría rechazarse que se hubiera realizado por el uso de drogas inyectables ya que, mediante esta vía, los virus son genéticamente muy diversos.
Se recogieron cinco muestras de cada hombre para la secuenciación del genoma.
En ocho infecciones la diversidad viral fue muy baja o lo suficientemente como para poder indicar que estaban infectados por un solo virus.
Solo un caso manifestó una alta diversidad genética viral, el cual no había usado condón en sus prácticas sexuales receptivas por lo que estuvo en contacto con el semen y, además, había compartido material para inyectar metanfetamina.
En otro caso, aunque encontraron una diversidad viral bastante alta, los investigadores sugirieron que su origen era único debido a una demora del muestreo o a haberse producido una infección con múltiples virus de alguien infectado recientemente por un solo virus.
El participante había tenido solo relaciones sexuales sin condón donde no hubo sangrado y tampoco era usuario de drogas inyectables.
Con estos resultados, los investigadores concluyen que la sola presencia de semen o fluidos rectales ya era motivo suficiente para la transmisión del VHC entre hombres GBHSH.
Es decir, no tiene por qué existir una herida, haber un sangrado o compartir material de inyección para que se produzca una transmisión.
Este es un mensaje clave que los autores del estudio indican que debe conocerse dentro de la comunidad GBHSH para la eliminación del VHC dentro del colectivo.
Website PLoS ONE:
https://journals.plos.org/plosone/