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martes, 27 de diciembre de 2011

Los Cuellos de Botella del VIH

Entrevista a Carlos del Río Chiriboga

México DF.
Un nuevo optimismo recorre el mundo científico del VIH. Un estudio realizado en varios países confirmó una noticia esperanzadora: los tratamientos usados para contener al VIH no sólo salvan vidas sino que también previenen nuevas infecciones al reducir 96 por ciento la posibilidad de que las personas en tratamiento transmitan el virus a sus parejas sexuales, una eficacia similar a la del condón.

El revuelo provocado por el estudio HPTN 052 ha renovado las esperanzas de lograr detener la epidemia a mediano plazo.

“Estamos a un nivel de poder impactar de manera importante la transmisión del VIH”, afirma el doctor Carlos del Río Chiriboga, de la Universidad de Emory en Atlanta, Estados Unidos, donde dirige el Centro de Investigación sobre Sida.

Entrevistado por Letra S antes de su conferencia magistral en el 5º Encuentro Universitario sobre VIH/Sida, el investigador de origen mexicano se pregunta: “¿Cómo hacemos para que más gente se haga la prueba de detección y aquellos que resulten positivos al virus ingresen de inmediato a tratamiento?”.

Según cálculos de Censida, en México hay 225 mil personas infectadas por el VIH, pero más del 60 por ciento de ellas lo ignora y, por lo mismo, no está bajo tratamiento.

El doctor Del Río apunta un problema adicional: “Más del 50 por ciento de los pacientes que son diagnosticados positivos en la Clínica Especializada Condesa (del gobierno del DF) nunca llegan a la atención”, y añade que esto se debe a varios factores, como el estigma que pesa sobre las personas VIH positivas, pero un factor determinante es el retraso en los servicios de atención.

Al parecer, “el cuello de botella” de la respuesta a la epidemia está en el diagnóstico

No tanto en el diagnóstico del VIH como en el diagnóstico inmunológico y virológico del paciente: del conteo de linfocitos CD4 (prueba clínica que mide las “defensas” del organismo), y de la medición de la carga viral (estudio clínico que mide la cantidad de virus que circula en el organismo).

Como ambos diagnósticos son un requisito para dar el tratamiento, si no se tienen no se da, entonces el paciente desiste, siente que está perdiendo el tiempo, sobre todo si está asintomático. ¿Qué hace la mayoría de los pacientes? No inician tratamiento hasta que se sienten muy enfermos.

¿El efecto preventivo de los tratamientos funcionaría como estímulo?

Los pacientes tendrían mejor apego al tratamiento si saben que también disminuye el riesgo de que transmitan el virus a otros. Las personas con VIH en general están conscientes de ese riesgo y les preocupa.

La mayor parte de las transmisiones ocurren de las personas que no saben que están infectadas. El conocer el estado serológico tiene el efecto benéfico de que disminuye las prácticas de riesgo.

Nota Completa:
http://www.notiese.org/notiese.php?ctn_id=5421
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