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Fortaleciendo así la Capacidad Médica Integral.

jueves, 25 de junio de 2020

Mayor Riesgo de Deterioro de la Función Pulmonar en Hombres que Viven con VIH

Según un estudio de EE. UU. Publicado en la edición del 1 de julio de AIDS, los hombres VIH positivos tienen un mayor riesgo de intercambio anormal de gases pulmonares que los hombres VIH negativos. 

Estos datos refuerzan la evidencia de que las personas que viven con el VIH están más expuestas al deterioro de la función pulmonar que las personas VIH negativas. 

El estudio se realizó en 2017-18 dentro del MACS (Estudio de cohorte multicéntrico sobre el SIDA), un estudio de cohorte en curso en EE. UU. 

De hombres que tienen sexo con hombres, que viven con o sin VIH, que comenzó a inscribirse a mediados de la década de 1980. 

Su objetivo principal era comparar la función pulmonar entre los participantes con y sin VIH, con el uso de la espirometría y la capacidad de difusión del monóxido de carbono con un solo aliento, comúnmente denominado DLCO en la práctica médica.

La espirometría mide el flujo de aire dentro y fuera de los pulmones con un espirómetro, un dispositivo insertado en la boca. 

Ayuda a detectar la obstrucción pulmonar, causada por afecciones como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (comúnmente llamada EPOC) o el asma. 

Las medidas más comunes son: 
El volumen espiratorio forzado1 o FEV1, es decir, la cantidad máxima de aire que puede exhalar con fuerza en un segundo. 

La capacidad vital forzada o FVC, es decir, la cantidad total de aire que puede expulsar en una respiración completa, después de respirar profundamente. 

El porcentaje de aire expulsado en el primer segundo se calcula dividiendo su FEV1 por su FVC y multiplicándolo por 100. 

En los pulmones sanos y normales, será del 70% o más. DLCO es un valor calculado que determina la capacidad de los pulmones para transferir oxígeno a la sangre a través de los alvéolos pulmonares, llamados alvéolos. 

Se le pide que inhale, luego exhale, una pequeña cantidad de monóxido de carbono (CO), que se usa debido a su mejor afinidad que el oxígeno por los glóbulos rojos que circulan en los vasos sanguíneos detrás de los alvéolos. 

Los resultados de las pruebas se comparan con el valor normal previsto del individuo, en función de un cálculo que incluye su sexo, altura, peso y raza. 

Por ejemplo, cuando DLCO está por debajo del 75% del valor predicho, indica un problema que puede afectar el ejercicio y afectar la supervivencia a largo plazo de enfermedades y trastornos pulmonares. 

DLCO se usa con menos frecuencia que la espirometría, aunque puede ser una prueba más sensible para identificar anomalías pulmonares. 

A veces se le conoce como prueba de difusión pulmonar o transferencia de gas. 

El estudio El VIH se ha identificado como un factor de riesgo de enfisema (alvéolos dañados), limitaciones del flujo de aire espiratorio, anomalías en el intercambio de gases y síntomas respiratorios. 

Esto llevó al Dr. Ken Kunisaki y sus colegas a probar la hipótesis de que los hombres VIH positivos tendrían peores medidas del flujo de aire pulmonar que sus homólogos VIH negativos. 

Es de destacar que, hasta el momento, los estudios tuvieron un pequeño número de participantes, no midieron el DLCO y no siempre compararon individuos VIH positivos con individuos VIH negativos. 

1176 de 1305 (90%) de los participantes de MACS fueron reclutados en el estudio, y 1067 resultados de espirometría y 1042 DLCO estaban disponibles para su análisis. 

Los participantes también informaron dificultad para respirar y otros "síntomas de calidad de vida" en dos cuestionarios diferentes.

Como el envejecimiento puede afectar la función pulmonar, debe tenerse en cuenta que en la cohorte MACS, la mayoría de los participantes tenían entre 49 y 65 años (mediana de edad 57). 

Asimismo, muchos participantes fumaron o habían fumado:

Participantes VIH positivos: 
Uso de marihuana: 35%.
Tabaquismo actual: 26%. 
Antiguo consumo de tabaco: 42%. 

Participantes VIH negativos: 
Uso de marihuana: 25%.
Tabaquismo actual: 20%.
Antiguo consumo de tabaco: 49%. 

En el momento de la prueba pulmonar, el 90% de los participantes VIH positivos estaban tomando terapia antirretroviral y el 88.8% tenía una carga viral indetectable. 

Los recuentos actuales de células CD4 fueron altos, con un promedio de 674 células / mm3, mientras que el nadir de células CD4 osciló entre 235 y 525 / mm3. 

Además, entre los participantes VIH positivos, la prevalencia de antecedentes de SIDA (7,6%), neumonía por Pneumocystis (2,9%), hepatitis B (3,1%) y hepatitis C (7,3%) fue baja. 

Los investigadores destacan que “en comparación con los participantes del estudio VIH negativos, los participantes VIH positivos eran más jóvenes, más comúnmente de ascendencia africana, más propensos a informar sobre el tabaquismo actual y el uso de drogas ilícitas, más comúnmente infectados con hepatitis B o C, y con menos frecuencia inscrito en la ola inicial de inscripción de 1984-1985". 

Algunos de los análisis de los investigadores se ajustaron para estos posibles factores de confusión. 

Resultados
En la cohorte general, la mediana de FEV1 y DLCO fue del 97% y 85% de los valores normales predichos, respectivamente. 

En el análisis no ajustado, el FEV1 fue similar en ambas poblaciones, pero después del ajuste por posibles factores de confusión, pareció peor en individuos VIH positivos (2.2% peor puntaje). 

Los participantes VIH positivos también mostraron valores más bajos de predicción de DLCO (2.6% peor puntaje). 

Además, el 39% de los participantes VIH positivos tenían un DLCO por debajo del 80% de su valor previsto, en comparación con el 33% de los participantes VIH negativos. 

Con respecto al deterioro más grave de DLCO por debajo del 60% del valor predicho, esto se observó en el 5,8% de los participantes VIH positivos y 3,2% de los VIH negativos. 

Aquellos con VIH tenían el triple de riesgo de este resultado (odds ratio ajustado 2.97; 95% intervalo de confianza 1.36 a 6.47). 

Los investigadores del estudio dicen que su principal hallazgo es que el estado del VIH está más estrechamente asociado con las deficiencias en las medidas de intercambio de gases (DLCO) que las medidas de obstrucción del flujo de aire (FEV1 o espirometría). 

El VEF1 y la obstrucción del flujo de aire tendieron a ser peores entre los participantes VIH positivos que entre sus homólogos VIH negativos, aunque las diferencias no fueron estadísticamente significativas. 

Este es un hallazgo sorprendente, ya que la literatura hasta ahora ha informado que las probabilidades de EPOC, cuyo diagnóstico se basa en parte en el FEV1, entre las personas con VIH son significativamente más altas. 

Aún así, en línea con trabajos científicos anteriores, la prevalencia de EPOC fue del 9,7% entre los participantes VIH positivos, lo que no es una tasa baja. 

Los investigadores comentan:
"Dado el impacto de la EPOC sobre la mortalidad, la calidad de vida y la productividad del trabajo, la presencia de EPOC en casi el 10% de las personas VIH positivas debería impulsar una mayor investigación sobre la búsqueda de casos específicos de VIH, el tratamiento y las estrategias de prevención". 



Website Aidsmap:
https://www.aidsmap.com/ 

Website AIDS Journal: 
https://journals.lww.com/aidsonline/pages/ 

La Adherencia al Tratamiento del VIH en los EE. UU. Sigue Siendo Bastante Pobre

Un análisis reciente sugirió que solo una de cada cuatro personas en tratamiento antirretroviral toma el 95% o más de sus dosis. 

Numerosos factores, como el desempleo, la falta de seguro médico y la raza, están asociados con una menor adherencia al tratamiento antirretroviral (ARV) entre las personas que viven con el VIH en los Estados Unidos. 

En general, la proporción de la población con VIH a quienes se les recetaron ARV y se adhieren a su régimen diario a una tasa óptima sigue siendo bastante baja, informa MPR. 

Buscando estimar las tasas de adherencia a los ARV, así como la prevalencia de resistencia a los medicamentos entre las personas con VIH, los investigadores analizaron los datos del Integrated Dataverse de la base de datos Symphony Health y la base de datos Monogram / LabCorp. 

El período que analizaron fue del 1 de enero de 2015 al 30 de septiembre de 2017. 

Publicado en AIDS and Behavior, el estudio midió la adherencia en función del porcentaje de días dentro de un período de 12 meses cubiertos por recetas surtidas por cada individuo.

En promedio, el 72% de los días en ese período fueron cubiertos por ARV entre las casi 170,000 personas incluidas en el análisis.

Se consideró que el 45% de los miembros de la cohorte del estudio tenían una adherencia deficiente porque menos del 80% de los días del año estaban cubiertos por ARV, mientras que el 30% tenía una adherencia subóptima (80% a poco menos del 95% de los días estaban cubiertos) y solo el 25% tenía una adherencia óptima (el 95% o más días estaban cubiertos).

En los estados del sur, el 50% de los individuos tenían una adherencia deficiente a los ARV. 

El estudio analizó casi 96,000 muestras proporcionadas para pruebas de resistencia a los medicamentos y encontró que el 31% mostró evidencia de resistencia a los ARV. De estado a estado, la prevalencia de resistencia a los medicamentos varió del 20% al 54%. 

De los cinco estados que tenían la mayor prevalencia de resistencia a los medicamentos, tres de ellos tenían una tasa de adherencia deficiente a los ARV superior al 40%. 

Los estados con mayores tasas de resistencia a los medicamentos tenían una mayor tasa de prevalencia del VIH. 

Tener una mayor prevalencia de adherencia deficiente o subóptima a los ARV en cualquier estado en particular se asoció con una mayor proporción de la población que vive con VIH, una tasa de diagnóstico de VIH más baja, una tasa de mortalidad relacionada con el VIH más alta y una tasa más baja de supresión total de la ARV virus. 

Otros factores asociados con la adhesión deficiente o subóptima a los ARV incluyeron educación inferior, pobreza, desempleo, no ser blanco y falta de seguro médico. 

“Este estudio es uno de los primeros en los EE. UU. En proporcionar una comprensión integral del estado actual de la adherencia al TAR], la prevalencia de resistencia a los medicamentos contra el VIH, los determinantes sociales de la salud que podrían asociarse con una adherencia pobre o subóptima y la resistencia al TAR", concluyeron los autores.

Agregaron que lo que se conoce como los determinantes sociales de la salud debe tenerse en cuenta al seleccionar un régimen ARV. 

Además, pidieron esfuerzos para mejorar la adherencia y prevenir el desarrollo de resistencia, por ejemplo, mediante el uso de regímenes de tabletas individuales que incluyen ARV que se sabe que protegen contra la aparición de resistencia a los medicamentos. 




Website Monthly Prescribing Reference (MPR): 
https://www.empr.com/ 

Website AIDS and Behavior: 
https://link.springer.com/journal/10461 

El Nuevo Refuerzo de la Vacuna contra el VIH Provoca una Respuesta Inmune de Larga Duración en los Monos

El hallazgo podría eventualmente usarse para hacer que una vacuna contra el VIH provoque una respuesta inmune más duradera en humanos. 

El nuevo refuerzo de la vacuna contra el VIH provoca una respuesta inmune de larga duración en los monos.

El hallazgo podría eventualmente usarse para hacer que una vacuna contra el VIH provoque una respuesta inmune más duradera en humanos. 

Los investigadores han desarrollado un nuevo refuerzo de la vacuna contra el VIH, o adyuvante, que ayudó a dar lugar a una respuesta inmune en los monos que duró hasta 12 meses en un estudio reciente. 

Al publicar sus hallazgos en Science Immunology, los investigadores vacunaron 90 macacos rhesus con antígenos del VIH basados en la envoltura viral o recubrimiento exterior, combinando esta vacuna con el agente de refuerzo 3M-052 en algunos de los animales. 

La vacuna potenciada con 3M-052 dio lugar a una abundancia de células plasmáticas de larga vida, o células B maduras, que produjeron anticuerpos específicos contra el VIH en la médula ósea y el suero sanguíneo.

Cuando el refuerzo se combinó con un adyuvante preexistente similar, las respuestas inmunes duraron hasta 12 meses. 

"Hemos sabido que los adyuvantes son suplementos críticos que aumentan la inmunidad que ayudan a mejorar la efectividad de las vacunas", dijo en un comunicado de prensa el primer autor del estudio, Sudhir Pai Kasturi, PhD, de la Universidad de Emory.

“Hasta ahora, sin embargo, no estaba claro qué clase de adyuvantes pueden promover una inmunidad estable y duradera en modelos de primates no humanos. Nuestro estudio proporciona esa información". 

El coautor principal, Rafi Ahmed, PhD, director del Centro de Vacunas Emory, dijo: “La clave para una vacuna exitosa es la durabilidad de las respuestas inmunes.

Los anticuerpos proporcionan la primera línea de defensa contra los patógenos, y los niveles de anticuerpos se mantienen mediante la generación de células plasmáticas de larga vida que residen en la médula ósea. 

Nuestro estudio identifica un adyuvante que es efectivo para generar células plasmáticas de larga vida en la médula ósea". 

Los hallazgos han llevado a los investigadores a lanzar un ensayo clínico en fase I en humanos del refuerzo para evaluar su potencial cuando se administran con vacunas basadas en antígenos de la envoltura del VIH. 




Website Emory University:
http://www.yerkes.emory.edu/ 

Website Science Immunology: 
https://immunology.sciencemag.org/ 

Pocas Evidencias Sólidas Apoyan el Uso de Medicamentos Frente al VIH para el Tratamiento o la Prevención de la COVID-19

Es esencial volver a la rigurosidad en el desarrollo de los ensayos clínicos y en la metodología de revisión por pares de las publicaciones científica. 

Un artículo llevado a cabo por dos doctores con amplia experiencia en el VIH, publicado en HIV Medicine, ha apuntado a que los artículos científicos relativos a la eficacia de antirretrovirales en el ámbito de la infección por el SARS-CoV-2 –el Coronavirus causante de la COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por Coronavirus 2019) – se basarían en pocas evidencias científicas sólidas. 

En su análisis ven esencial la vuelta a la rigurosidad en los ensayos clínicos y en la metodología de revisión por pares de las publicaciones científicas, pilares básicos de una medicina basada en la evidencia de calidad. 

Los autores reconocen que la epidemia de la COVID-19 ha precisado de una rápida respuesta sanitaria y que utilizar fármacos ya existentes en nuevas indicaciones no es nada nuevo. 

De hecho, en los inicios de la epidemia causada por el VIH esta aproximación terapéutica permitió dar con Zidovudina (AZT), un fármaco que había resultado fallido para tratar el cáncer y que acabó siendo efectivo frente al VIH y sirviendo de modelo para el desarrollo de otros inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN). 

Sin embargo, probar un fármaco ya aprobado en una nueva indicación no debería ser excusa para evitar validaciones pre-clínicas en dicha nueva indicación. 

De hecho, un uso demasiado prematuro de un fármaco en una nueva indicación puede producir desabastecimientos para tratar condiciones con indicación ya aprobada o efectos secundarios inesperados que afecten al balance riesgo-beneficio en la nueva indicación. 

En el caso de la COVID-19, el uso de antirretrovirales comenzó al poco tiempo de detectarse los primeros casos de la nueva patología. 

El hecho de que en las dos anteriores epidemias causadas por Coronavirus (SARS y MERS) se hubieran utilizado inhibidores de la proteasa (aun con evidencias clínicas de eficacia muy limitadas) llevó a incluirlos rápidamente en los protocolos de tratamiento de la COVID-19, una estrategia que finalmente se demostró ineficaz. 

Los autores del presente artículo hallaron solo 10 estudios publicados sobre el uso de inhibidores de la proteasa en SARS y MERS (de los cuales 6 eran estudios de un único caso) y en el caso de la COVID-19 identificaron 14 estudios (4 estudios de un único caso, 1 serie de casos, 8 estudios de cohorte retrospectiva y solo dos ensayos clínicos de distribución aleatoria [el tipo de estudio idóneo para probar un medicamento]). 

De todos modos, se halló cierta evidencia de que los inhibidores de la proteasa podrían tener utilidad si el tratamiento se inicia dentro de los primeros 12 días posteriores a la infección, algo que aún está siendo investigado. 

En todo caso, los estudios in vitro muestran que las dosis potencialmente eficaces del inhibidor de la proteasa Lopinavir/Ritonavir (especialidad farmacéutica genérica [EFG], Kaletra®) frente al SARS-CoV-2 serían muy superiores a las usadas frente al VIH, por lo que su potencial toxicidad al ser usado a dosis altas hace difícil que pueda tener algún tipo de utilidad. 

Otros usos que se están investigando de los antirretrovirales en la COVID-19 son como profilaxis pre-exposición (PrEP, en sus siglas en inglés) o dentro de estudios que investigan la profilaxis postexposición (PPE). Como PrEP se está investigando en España Tenofovir Disoproxilo Fumarato [TDF] / Emtricitabina (EFG, Truvada®) junto a hidroxicloroquina. 

El estudio que investigaba la PPE e incluía Darunavir (EFG, Prezista®) en su diseño, realizado en Cataluña, anunció recientemente que la estrategia fue ineficaz. 

TDF aparentemente podría tener cierto papel en la COVID-19 por su papel inmunomodulador, pero las evidencias son muy escasas sobre su potencial utilidad frente a esta condición. 

De hecho, el reciente fracaso de hidroxicloroquina (que también presenta actividad inmunomoduladora) lleva al escepticismo. 

Los autores del artículo concluyen que, al afrontar una nueva patología, es importante no olvidar la jerarquía de las evidencias científicas, que son las que deben guiar el diseño y la interpretación de los estudios. 

Los modelos teóricos pueden tener su sentido, pero siempre deben ser interpretados con precaución. También consideran esencial volver a los procesos de revisión por pares, los cuales suponen un filtro importante de cara a la publicación de artículos científicos con unos estándares de calidad adecuados. 




Website Aidsmap: 
https://www.aidsmap.com/ 

Website HIV Medicine: 
https://onlinelibrary.wiley.com/journal/14681293

Una Cuarta Parte de la Población Mundial con el VIH Tendría Hipertensión

Se observarían mayores tasas de hipertensión entre aquellas personas que toman tratamiento antirretroviral, aunque la mayor supervivencia de estos pacientes en tratamiento podría explicar esta diferencia. 

Un estudio publicado en Journal of Hypertension ha concluido que una cuarta parte de las personas con el VIH tendrían hipertensión.

Se trata de un metaanálisis que incluyó 194 estudios a escala mundial. 

La prevalencia de hipertensión fue máxima en Norteamérica y en Europa central y occidental, aunque más de la mitad de las personas con el VIH e hipertensión vivirían en el África subsahariana. 

La hipertensión estuvo más presente entre quienes tomaban terapia antirretroviral que entre quienes no la tomaban, aunque ello podría deberse tanto a efectos adversos de los antirretrovirales como a que las personas en tratamiento viven más años y la edad aumenta el riesgo de hipertensión.  
La hipertensión es el principal factor de riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular. 

En personas con el VIH, su papel es todavía más preocupante que en la población general, pues sus efectos perniciosos a nivel cardiovascular se vendrían a sumar a los derivados de la propia infección, que es en sí misma un factor más de riesgo cardiovascular. 

Reducir el impacto de la hipertensión en personas con el VIH es, pues, un importante objetivo para mejorar su estado de salud y su calidad de vida. 

Teniendo en cuenta que la población con el VIH está en proceso de envejecimiento (por las características específicas de la epidemia y, especialmente, por el notable aumento de la esperanza de vida que ha logrado la terapia antirretroviral), la carga de morbilidad cardiovascular será muy grande en los próximos años, por lo que llevar a cabo intervenciones de control de factores modificables que aumentan la probabilidad de padecer hipertensión debe ser visto como una intervención prioritaria en el ámbito de la salud pública global. 

Detrás de la hipertensión vinculada al VIH pueden hallarse diversos factores de riesgo comunes a la población general (aspectos nutricionales, tabaquismo, consumo de alcohol, etc.) y otros de tipo más específico (principalmente la inflamación asociada al VIH y los efectos secundarios de algunos antirretrovirales). 

Un metaanálisis previo de estudios realizados entre 1996 y 2014 ya había detectado que el 25% de las personas con el VIH tenía hipertensión. 

Con el objetivo de actualizar y ampliar estos hallazgos, los autores del presente estudio seleccionaron para su metaanálisis estudios realizados entre los años 2007 y 2017. 

El acceso global a los tratamientos antirretrovirales se expandió de forma masiva durante este periodo, al mismo tiempo que los nuevos antirretrovirales resultaban cada vez más eficaces y seguros. 

Todo ello se ha traducido en un aumento importante de la esperanza de vida de las personas con el VIH. 

Los investigadores identificaron 194 estudios elegibles para el metaanálisis, que acumularon un total de 394.776 personas con el VIH. 

En el estudio se definió hipertensión arterial como tener mediciones de la tensión arterial superiores a 140 mm Hg y 90 mm Hg (en la tensión arterial sistólica y diastólica, respectivamente) y/o tomar medicamentos antihipertensivos. 

La mayor parte de los estudios (un total de 84) fueron llevados a cabo en Europa y Norteamérica. 

Un total de Cuarenta y dos estudios habían sido realizados en África Oriental o en África Meridional; 27 en América Latina o Caribe; 22 en la región Asia Pacífico y 17 en África Oriental o Central. 

Al analizar los datos en su conjunto, la prevalencia de hipertensión en personas con el VIH fue del 24%. 

Dicha prevalencia difirió de forma significativa en las diversas regiones analizadas. 

Así, la prevalencia fue máxima en Europa y Norteamérica (del 28%); seguida por África Occidental y África Central (del 24%); América Latina y Caribe (del 22%); África Oriental y África Meridional (del 20%) y la región Asia Pacífico (donde la prevalencia fue del 17%). 

La prevalencia de hipertensión fue mayor entre quienes tomaban tratamiento antirretroviral que entre quienes no lo tomaban (del 27% y el 16%, respectivamente). 

Este hecho explicaría por qué la prevalencia de hipertensión fue aumentando durante el periodo estudiado, a medida que el uso de antirretrovirales se iba expandiendo a nivel global. 

Sin embargo, ello no debe ser interpretado como un argumento en contra de tomar tratamiento antirretroviral, ya que a pesar de poder conllevar hipertensión como efecto secundario, es indiscutible el efecto beneficioso que la terapia antirretroviral tiene sobre la salud y la calidad de vida de las personas con el VIH, convirtiendo una infección de desenlace fatal en una infección de evolución crónica. 

De hecho, no solo la hipertensión como efecto secundario explicaría las diferencias observadas: las personas en tratamiento antirretroviral viven más años y la edad es un factor de riesgo de padecer hipertensión.

Los investigadores concluyeron que unos 9 millones de personas con el VIH tienen hipertensión arterial. 

A pesar de que la prevalencia de hipertensión en personas con el VIH es mayor en Europa y Norteamérica, el 59% de los casos se encuentran en el África Subsahariana (donde la prevalencia de la infección por el VIH es la mayor del mundo). 

En dicha área geográfica, el manejo de la hipertensión es particularmente complicado ya que es frecuente que los centros médicos no dispongan de aparatos para medir la tensión y los problemas de abastecimiento de fármacos antihipertensivos son habituales. 

Los autores consideran que, en la mayor parte de los casos observados, la hipertensión puede evitarse o manejarse interviniendo sobre diversos factores modificables.

Para ello, es esencial abordar factores de estilo de vida para reducir el riesgo de hipertensión tales como reducir el consumo de sal, dejar de fumar, aumentar el ejercicio físico y consumir más frutas y vegetales. 




Website Aidsmap:
https://www.aidsmap.com/ 

Website Journal of Hypertension: 
https://journals.lww.com/jhypertension/ 

Los Médicos Necesitan Documentar mejor la Orientación Sexual y la Identidad de Género

Al registrar tales detalles, los médicos pueden ayudar a mejorar las disparidades de salud LGBTQIA+, argumenta un investigador. 

Los proveedores de atención médica hacen un trabajo muy pobre al documentar la orientación sexual y la identidad de género (SOGI) de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, homosexuales, intersexuales y asexuales (LGBTQIA+), a pesar de las recomendaciones que señalan tales asuntos, así como el comportamiento sexual. en el expediente médico de cada paciente. 

Según un editorial en el American Journal of Public Health de Carl Streed Jr., MD, MPH, profesor asistente de medicina en la Facultad de medicina de la Universidad de Boston, la mayoría de los registros de salud electrónicos (EHR) no tienen campos de datos expandidos para facilitar la documentación de todos aspectos de orientación sexual e identidad de género. 

Además, las plataformas EHR no capturan de manera uniforme dicha información.

A pesar del hecho de que los proveedores de atención médica a menudo expresan que se sienten incómodos al preguntar sobre la orientación sexual y la identidad de género, los pacientes en general informan que se sienten cómodos cuando se les pregunta sobre estos factores. 

"SOGI es una dimensión importante de la autopercepción y el comportamiento individual y tiene profundos efectos sobre la salud, ya sea que un paciente se identifique como LGBTQIA+, cisgénero (no transgénero) o persona heterosexual", escribe Streed. 

Al registrar datos sobre SOGI en las historias clínicas, los médicos pueden ayudar a abordar las disparidades de salud que afectan a las personas LGBTQIA+, continúa Streed. 

"Las discusiones entre pacientes y proveedores sobre SOGI pueden facilitar una evaluación más precisa de la salud y los comportamientos autoinformados", escribe. 

"Además, si los médicos no conocen el estado SOGI y el comportamiento sexual de sus pacientes, se pueden ignorar los servicios terapéuticos y preventivos importantes, que incluyen la detección del VIH, las derivaciones apropiadas para la atención de la salud del comportamiento y los servicios de apoyo que incorporan las necesidades específicas de los pacientes". 

Dicha documentación también puede ayudar a la investigación para idear esfuerzos para reducir tales disparidades de salud. 

"La recopilación de datos estructurados SOGI en entornos clínicos a través de EHR ayudará a los médicos, investigadores, administradores de sistemas de atención médica y formuladores de políticas a comprender mejor la salud LGBTQIA+ con respecto a las disparidades en la cobertura del seguro, el acceso a la atención, el diagnóstico y el tratamiento de las condiciones de salud", afirma el editorial. 

"Como las personas LGBTQIA+ tienen un mayor riesgo de peores resultados de COVID-19, la recopilación de datos SOGI en EHR aclararía aún más las disparidades de salud pública e identificaría oportunidades para intervenciones". 

Streed quisiera ver políticas federales que ordenen, incentiven y apliquen la recopilación de datos sobre orientación sexual e identidad de género. 




Website American Journal of Public Health (AJPH): 
https://ajph.aphapublications.org/ 

Website EurekAlert!: 
https://www.eurekalert.org/ 

Encuesta Muestra que Muchas Personas Carecen de Tratamiento para el VIH para Varios Meses en América Latina

Una vez que se estableció la cuarentena de COVID-19 en su país, Marisela Mariño (no es su nombre real), una mujer transgénero que vive con VIH, contactó de inmediato a su proveedor de tratamiento, convenciéndole de que le suministrara terapia antirretroviral para por lo menos dos meses. 

"Me salvé al tener el número de teléfono de uno de los promotores de salud en la clínica a la que asisto", dijo Mariño. 

Pero ahora ella, como siete de cada 10 personas que respondieron a una encuesta regional para América Latina sobre las necesidades de las personas que viven con VIH durante la pandemia de COVID-19, no tiene suficientes medicamentos antirretrovirales para una cuarentena de más de 60 días. 

De la encuesta en línea, que fue respondida por 2300 personas de 28 países de la región, se observó que a pesar de los esfuerzos de comunicación de las autoridades nacionales de salud y las organizaciones internacionales que lideran la respuesta a COVID-19, el 31% de las personas declararon que no habían recibido suficiente información sobre cómo prevenir la transmisión del nuevo Coronavirus. 

Más de la mitad, el 56%, expresó que no tienen suficiente equipo de protección personal, mientras que solo el 22% de las personas piensa que las máscaras son una protección útil contra COVID-19. 

Claudia Cardenal (no es su nombre real), otra mujer transgénero en la región dice que la oferta de servicios adaptados a la pandemia COVID-19 no se refleja en las opciones para las personas que viven con VIH. 

La Sra. Cardenal solo tiene tratamiento antirretroviral para un mes más, a pesar de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de que las personas que viven con VIH deben tener un suministro de al menos tres meses. 

La encuesta también muestra que cinco de cada 10 personas tienen dificultades para obtener su tratamiento antirretroviral durante la pandemia y que menos de dos de cada 10 personas recibieron medicamentos antirretrovirales en sus hogares. 

Solo a tres de cada 10 personas se les ha ofrecido la opción de telemedicina, y cuatro de cada 10 personas que viven con VIH en América Latina afirman que necesitan apoyo psicológico para abordar la ansiedad generada por la COVID-19. 

El estigma y la discriminación continúan siendo una barrera importante para que las personas que viven con VIH tengan pleno acceso a sus derechos. 

Más de la mitad de las personas encuestadas, el 56%, creen que podrían sufrir violencia física, psicológica o verbal debido a que viven con VIH en medio de la pandemia de COVID-19. 

El cuarenta por ciento respondió que no sabe a dónde acudir o llamar en caso de sufrir violencia o discriminación por vivir con VIH, y el temor a la discriminación provocó que tres de cada 10 personas se abstuvieran de acceder a los servicios en medio de la cuarentena. 

El confinamiento puede aumentar e incentivar el estigma y la discriminación. 

Por ejemplo, en países que tienen restricciones de género para salir de casa durante la cuarentena, la violencia hacia las personas con una identidad o expresión de género diferente a la que aparece en su identificación oficial puede aumentar. 

La pérdida de empleo o la falta de ingresos fue una de las principales preocupaciones en los hallazgos de la encuesta. 

Las restricciones de movilidad y las cuarentenas obligatorias han privado de sus ingresos a cuatro de cada 10 personas que necesitaban salir de sus hogares para trabajar, dando como resultado que cuatro de cada 10 personas necesitan apoyo nutricional y/o transferencias de efectivo. 

A partir de los resultados de la encuesta, está claro que la respuesta a COVID-19 debería considerar las realidades de la vida de las personas y centrarse en eliminar las barreras que enfrentan para protegerse a sí mismas y a sus comunidades. 

Los países, los ministerios de salud y los programas nacionales contra el sida deben garantizar el acceso a tres meses o más de terapia antirretroviral para todas las personas que viven con VIH, incluidas las personas refugiadas y migrantes. 

Además, debe garantizarse la provisión de alimentos y otros servicios de protección social, incluidos refugios temporales para poblaciones clave, personas que viven con VIH y otras personas vulnerables. 

La prestación de servicios y apoyo a las poblaciones más afectadas por la violencia, especialmente las mujeres y las niñas, también debe ser una prioridad clave para los gobiernos. 

“Esta evidencia ha sido compartida con copatrocinadores, programas nacionales de sida y organizaciones de la sociedad civil. 

Les exhorto a continuar los esfuerzos para adoptar la dispensación de varios meses de la terapia antirretroviral, las medidas de protección social centradas en poblaciones clave y las personas que viven con VIH y el apoyo a iniciativas de salud mental", dijo César Núñez, Director del Equipo de Apoyo Regional de ONUSIDA para América Latina y el Caribe. 

Vídeo de la Presentación Completo





Website UNAIDS/ONUSIDA: 
https://www.unaids.org/es