Tras unos meses de pandemia por el SARS-CoV-2, causante de la COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por Coronavirus 2019), las personas con el VIH siguen preguntándose si tener dicho virus aumenta la probabilidad de adquirir el SARS-CoV-2 o si, en caso de contraerlo, la patología será de mayor gravedad que si no tuviesen el VIH.
Los datos disponibles hasta la fecha no indican que las personas con el VIH estén infectándose por el SARS-CoV-2 en altos porcentajes y la mayoría de las que se infectan no experimentan COVID-19 grave.
Este hecho ha llevado incluso a algunos investigadores a incluir medicamentos antirretrovirales en estrategias de profilaxis pre-exposición al SARS-CoV-2.
En el otro lado de la balanza se encuentran algunos datos publicados en China a inicios de la epidemia, donde se apuntaba a que las personas inmunodeprimidas tendrían una mayor probabilidad de experimentar formas graves de la COVID-19.
En todo caso cabe destacar que, gracias al tratamiento antirretroviral, la mayoría de personas con el VIH no se encuentran en estado de inmunosupresión e incluso en muchos casos tienen unos niveles de CD4 equiparables a los de personas sin el VIH.
Casi la mitad de las personas con el VIH son mayores de 50 años y muchas de ellas padecen comorbilidades en mayor medida que personas sin el VIH de edades similares, lo que, en principio, apuntaría a que hay, porcentualmente, más población susceptible a padecer formas graves de la COVID-19 entre la población VIH positiva que en la población general.
Los primeros resultados de un estudio realizado en Barcelona (Cataluña, España) apuntaron a que la infección por el VIH no aumentaría el riesgo de progresión grave de la COVID-19, aunque cabe tener precaución al interpretar los datos, pues la serie era de solo cinco casos y estas personas tenían edades inferiores a 50 años.
De forma más reciente, investigadores estadounidenses hallaron que de los 5.700 pacientes hospitalizados en el área de Nueva York (EE UU) solo 47 tenían el VIH.
Datos más anecdóticos de una clínica del VIH de la misma zona mostraron que las 77 personas con el VIH que dieron positivo al test del SARS-CoV-2 no requirieron hospitalización.
En San Francisco (EE UU) se publicaron datos de un hospital general.
El 2,9% de las 1.233 personas que habían diagnosticado de infección por SARS-CoV-2 tenían el VIH y ninguna de ellas desarrolló COVID-19 grave.
Los datos, aunque positivos, son escasos y todavía faltan los de personas con el VIH en exclusión que pueden no estar tomando tratamiento y padeciendo inmunosupresión.
Para evitar que la pandemia se cebe especialmente en estas personas es importante que las autoridades mantengan en funcionamiento todos aquellos dispositivos sociales y sanitarios encargados de proporcionar atención a estas personas.
En cuanto al posible efecto preventivo del tratamiento antirretroviral los datos son todavía más escasos.
Siendo cierto que estudios in vitro han evidenciado cierta eficacia de algunos antirretrovirales frente al SARS-CoV-2, los diversos datos clínicos ya publicados no han obtenido conclusiones positivas y los ensayos clínicos en funcionamiento aún no han publicado resultados.
También podría ser cierto –aunque se trate de una idea muy especulativa de base únicamente teórica– que cierta inmunosupresión leve (como la que tienen muchas personas con el VIH) podría evitar la hiperreactividad inmunitaria, que es la gran causante de complicaciones de la COVID-19 a través de la conocida como “tormenta de citoquinas”.
De confirmarse, podría ser que la evolución más benigna de la COVID-19 observada en personas con el VIH no se debería al tratamiento antirretroviral sino a la inmunosupresión leve.
En todo caso ello no aplicaría a personas que no se encuentran en tratamiento antirretroviral, ya que en estos casos la inmunosupresión suele ser grave y los riesgos aumentarían sin lugar a dudas.
En conclusión, los datos sobre el SARS-CoV-2 y la COVID-19 en personas con el VIH son aún muy escasos y es difícil todavía adoptar una postura muy definida al respecto.
Lo que sí parece bastante claro es que el VIH no parece ser un factor de riesgo ni para la adquisición del SARS-CoV-2 ni para que la COVID-19 evolucione con una mayor gravedad.
Website JAMA:
https://jamanetwork.com/journals/jama