Este relato es de la vida real, el nombre del usuario fue cambiado para proteger la identidad de la persona, según lo estable la legisnación venezolana vigente.
Marcos es un joven como cualquier otro, profesional bien vestido y con un léxico envidiable, deja entrever que es una persona culta e inteligente.
Se levanta todos los días a las seis de la mañana para alistarse e irse a trabajar, con 34 años ocupa un cargo de gerencia en una empresa que le garantiza su estabilidad económica.
Su día a día transcurre con normalidad, desayuna, almuerza y cena, hace ejercicio cuando el tiempo se lo permite y logra de vez en cuando, compartir sus ratos de ocio con familiares y amigos.
Sin embargo su sanidad emocional depende del Estado, pues es VIH positivo y pende de estos medicamentos para “vivir”, tal y como han sido sus palabras al describir la importancia de tener sus antirretrovirales.
“Los antirretrovirales son mi vida”, expresó con angustia al recordar todas las calamidades que ha vivido por la escasez de medicamentos que ha sido consecuente en estos últimos dos años, así como también lo que representó el cierre de un centro asistencial de carga viral en su localidad, que afortunadamente fue reabierto recientemente.
Marcos se describe como una persona con valores y principios, su infancia transcurrió en un seno familiar religioso, (testigos de Jehová).
Nunca supo lo que era disfrutar de su sexualidad hasta que cumplió los 20 años, que fue cuando pudo declarar abiertamente su orientación sexual –Homosexual–.
A pesar de las hormonas y el desenfreno de la edad, Marcos se cuidó, usó preservativos cada vez….
Hasta que se enamoró.
Fue el 9 de octubre del 2003 cuando Marcos se entregó completamente al amor. Tenía 25 años y su pareja 21.
Estaba completamente enamorado llegaron incluso a vivir juntos. “Decidí que él era la persona con la que quería estabilidad y por primera vez en mi vida hice el amor sin usar condón.
Queriendo hacer las cosas bien, me salió todo mal”, expresó con lágrimas en los ojos, reviviendo esta experiencia que lo marcó de por vida.
El 3 de octubre del 2004 la pareja de Marcos cayó enferma, y tuvo que ser hospitalizada. En ese momento él se entera de la desagradable noticia: Su novio, el ser al que decidió entregarle su corazón, estaba muriendo con Sida.
“Esto me cayó como un balde de agua fría, sin embargo no pensé en mí, ni en recriminarle, solo quería estar con él y apoyarlo. El mundo se me derrumbó lo único que tenía en mente era: lo voy a perder”, recordó visiblemente afectado.
Mientras narra su historia a Marcos se le aguan los ojos y recuerda con gran dolor esta pérdida. Su novio murió el 26 de octubre del 2004.
“Recuerdo que dormía en una toalla debajo de su cama en el hospital y me levantaba todos los días a las 7am para ir a trabajar, así hice hasta que murió”, comentó intentando agarrar aire y fuerzas para continuar con el relato.
Marcos descubrió que tiene VIH el 19 de octubre del 2004 cuando se hizo la prueba. “Lo que me salvó de cometer un suicidio cuando murió mi novio fue precisamente el resultado de esa prueba, para mí tener VIH significaba una sentencia de muerte”.
Lo más duro que le tocó a Marcos asimilar fue el engaño de su pareja. “Me enteré que tenía más de tres años con la enfermedad y que dejó los medicamentos cuando inició su relación conmigo.
Nunca voy a entender por qué hizo esto, por qué a mí”.
El shock emocional de Marcos duró casi ocho años, luego de investigar profundamente sobre el tema, logró descifrar que tener VIH no es igual a una sentencia de muerte y que puede llevar una vida “normal” siempre y cuando tome sus medicamentos como lo indica el médico, que además son costosos, en su caso superan los tres mil bolívares mensuales.
Marcos asegura que desde que se enteró de su condición no ha dejado de chequearse, y siempre ha estado pendiente de adquirir sus medicamentos, pues no quiere que le suceda lo mismo que a su novio o que a un amigo cercano que también murió a falta de sus antirretrovirales.
“Mi estabilidad emocional depende de estas medicinas. El Estado tiene la obligación de garantizarnos los medicamentos a todas las personas con VIH que viven en el país.
Por favor dejen de comprar armas e inviertan en salud, no podemos estar en una angustia perenne. Yo no soy un promiscuo, soy un hombre que tiene VIH por haberse enamorado y así como yo hay muchas personas”, reiteró.
Marcos hizo un llamado a la reflexión: “Quiero decir que tengo VIH sin que sea una vergüenza, así como la gente dice que tiene Cáncer y necesita sus medicamentos.
Yo soy VIH y también necesito ser atendido, no es un favor es un derecho”.
Agradezco a Jhonatan Rodríguez y a StopVIH por siempre estar pendiente de nosotros, por trabajar incansablemente para multiplicar información y prevenir el sida, por defender los derechos de las personas con VIH y por permitirme la oportunidad de compartir con ustedes mi historia de vida, expresó.
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