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jueves, 23 de enero de 2020

La Vitamina E Podría Revertir el Desarrollo de Hígado Graso en Personas con VIH

La suplementación con esta vitamina podría ser útil mientras no se desarrollen terapias efectivas contra la esteatosis hepática. 

Un equipo de investigadores canadienses ha llevado a cabo un estudio, cuyos resultados han sido publicados en AIDS, en el que han concluido que la suplementación con vitamina E lograría la normalización de las transaminasas en el 85% de las personas con el VIH no coinfectadas por hepatitis víricas. 

La esteatosis hepática (hígado graso, también conocida como esteatosis hepática no alcohólica [NAFLD, en sus siglas en inglés]) y la esteatohepatitis no alcohólica (NASH, en sus siglas en inglés, un estadio de la NAFLD más grave) son condiciones –a la luz de lo investigado en los últimos años– cuya prevalencia sería más elevada entre personas con el VIH. 

Aun con el destacado papel que el tratamiento antirretroviral ha tenido para cronificar la infección por el VIH y reducir a la mínima expresión cualquier comorbilidad asociada a la replicación del virus, dicha terapia no logra detener la inflamación de bajo nivel y la activación continuada del sistema inmunitario. 

Estas condiciones, se especula, estarían detrás de determinadas patologías que aún son mucho más frecuentes en personas con el VIH que en la población general. 

Entre ellas se encontraría el hígado graso. 

Cabe destacar que el hígado graso es un problema emergente en la población general –en la cual está aumentando su incidencia–, por lo que, si el VIH es, además, un factor de riesgo, es de esperar que en los próximos años la incidencia dentro de la comunidad con el VIH presente un aumento importante. 

Dado que la inflamación podría explicar en buena parte el desarrollo de hígado graso en personas con el VIH, los autores del presente estudio partieron de la hipótesis que un antioxidante con afinidad por la grasa como la vitamina E podría presentar efectos beneficiosos en personas con el VIH y esteatosis hepática. 

Sobre dicha hipótesis desarrollaron el presente estudio, que contó con la participación de 27 personas con el VIH y NASH que tomaron suplementos de vitamina E (800 UI/día) durante 24 semanas. 

Todos los participantes tomaban tratamiento antirretroviral y tenían carga viral indetectable desde hacía, al menos, seis meses en el momento de entrar en el estudio.

Como criterios de exclusión del estudio se incluyeron las hepatitis víricas, el uso de drogas recreativas o un consumo elevado de alcohol. 

Durante el estudio, la salud hepática se evaluó con elastografía (FibroScan®) y niveles séricos de CK-18 (citoqueratina-18, asociada a la muerte de células hepáticas) y alanina aminotransferasa (ALT, una transaminasa hepática). 

La combinación de estos tres factores se había utilizado para diagnosticar el hígado graso en los participantes, aunque en 4 de ellos dicho resultado había sido confirmado con una biopsia hepática. 

El estudio duró un total de 72 semanas y fue dividido en tres periodos de 24 semanas cada uno: 

Los participantes fueron monitorizados, realizaron analíticas sanguíneas y elastografías los participantes tomaron vitamina E (una dosis diaria de 800 UI) y continuaron con monitorización, analíticas y elastografías 

Como en el primer periodo, los participantes fueron monitorizados y realizaron analíticas y pruebas elastográficas Tras la suplementación, en el 85% de los participantes se produjo una normalización de los niveles de ALT, lo que sugiere una disminución de la inflamación hepática que se mantuvo durante el tercer periodo, lo cual indicaría que los efectos de la suplementación tienen cierta persistencia. 

En la misma línea, el porcentaje de participantes con una acumulación de grasa hepática elevada disminuyó desde el 67% (al inicio del estudio) hasta el 41% (al final). 

En el 22% de los participantes se produjo la resolución de la esteatosis hepática. 

Once de los participantes experimentaron efectos adversos, siempre de intensidad leve o moderada, por lo que la suplementación evaluada se asoció en el estudio a buenos niveles de seguridad.

En un editorial adjunto al estudio, el Dr. Giovanni Guaraldi –experto en metabolismo y VIH– destacó que el 80% de los participantes del estudio eran obesos o tenían sobrepeso, por lo que –más allá de la vitamina E– una intervención importante para prevenir y revertir el hígado graso sería promover dieta y ejercicio, ya que existe una clara relación entre sobrepeso u obesidad y hígado graso o esteatohepatitis.

Cabe destacar que algunos estudios han vinculado que una pérdida del 10% del peso corporal resolvería hasta el 90% de los casos de esteatohepatitis. 

También destacó que una parte importante de los participantes llevaban más de 20 años diagnosticados de infección por el VIH, por lo que habían estado expuestos a antirretrovirales de primera generación, con un impacto metabólico mucho más grande que los actuales y con potencial para promover la esteatosis hepática. 

En todo caso, ante la falta de fármacos específicos para el tratamiento del hígado graso, el Dr. Guaraldi contempla a la suplementación con vitamina E como una “terapia puente”, ya que es de esperar que en los próximos años llegue al mercado alguna de las terapias específicas actualmente en fase clínica de investigación. 



Website AIDS Journal: 
https://journals.lww.com/aidsonline/pages/