La disponibilidad, en los últimos años, de nuevos antirretrovirales para pacientes en situación de rescate ha facilitado dicho descenso.
Según los resultados de un informe publicado en la edición electrónica de la revista Journal of Infectious Diseases, se observa en Europa Occidental un descenso significativo en la tasa de personas con VIH cuyo virus ha desarrollado resistencia a los fármacos.
La prevalencia de resistencia a la tres clases alcanzó un máximo de 4,5% en 2005 antes de iniciar el descenso que, en 2008, se situó en alrededor del 1% de los pacientes.
Es bien sabido que el VIH puede hacerse resistente a los fármacos.
La presencia de virus resistente a los fármacos antirretrovirales como consecuencia de su replicación descontrolada por diferentes causas podría provocar un descenso en el recuento de células T CD4 y, a su vez, un potencial aumento del riesgo de enfermedad y muerte.
La resistencia a los fármacos antirretrovirales fue un grave problema en los años inmediatamente anteriores a la introducción de la terapia antirretroviral de gran actividad en el año 1996.
Esto es así porque muchos pacientes habían recibido en el pasado terapias ineficaces basadas en uno o dos medicamentos.
Dichas terapias no eran lo suficientemente eficaces como para reducir la carga viral del VIH a largo plazo, lo que provocaba el desarrollo de mutaciones de resistencia.
Además, cuando se introdujeron las primeras pautas de terapia triple, los regímenes no tenían suficiente potencia, exigían una adhesión muy estricta (en términos de número de tomas y número de pastillas) y se asociaban con efectos secundarios graves, lo que podía comprometer la toma de la medicación y, por ende, el desarrollo de resistencia.
En la última década, se han producido mejoras importantes en el tratamiento y el cuidado del VIH.
Entre ésas, se incluye la llegada de nuevos fármacos más eficaces, menos tóxicos y más fáciles de tomar que, a menudo, tienen actividad frente a virus resistentes a fármacos.
Esto significa que, en la actualidad, el objetivo del tratamiento antirretroviral es el control viral para casi todas las personas con VIH.
En el informe que ahora sale a la luz, un grupo de investigadores quiso establecer las tendencias y los factores pronóstico de resistencia a los fármacos en personas con VIH que estaban tomando tratamiento antirretroviral en Europa.
Para tal fin, diseñaron un estudio retrospectivo que contó con los datos de 20.323 personas tratadas con fármacos antirretrovirales entre 1997 y 2008 en sietes ciudades de Europa Occidental.
La mayoría de participantes fueron hombres (74%) y estaban infectados por el subtipo B del VIH (64%).
La mediana de edad de los participantes fue de 40 años; la mediana del recuento de CD4 fue de 277 células/mm3 y la mediana del nivel de carga viral, de aproximadamente 8.000 copias/mL.
Los participantes habían estado tomando terapia antirretroviral durante una mediana de 64 meses en el momento en el que se les realizó un test de resistencia genotípica. Más de la mitad habían recibido en el pasado tratamientos subóptimos basados en mono- o biterapias.
En general, un 80% de los participantes tenían un virus que presentaba al menos una mutación primaria de resistencia a, como mínimo, un fármaco de las tres principales clases de fármacos antirretrovirales: análogos de nucleósido; no análogos de nucleósido; e inhibidores de la proteasa.
En concreto, dos terceras partes de los participantes presentaban virus con resistencia a un análogo de nucleósido; un 50%, a un no análogo de nucleósido; y un 33%, a un inhibidor de la proteasa.
Sin embargo, se observaron indicios claros de una disminución de la resistencia a los análogos de nucleósido y a los inhibidores de la proteasa después del año 2001 (p 0,001).
La resistencia a los no análogos de nucleósido alcanzó su máximo en 2004 y, a continuación, descendió de forma significativa (p 0,001).
La prevalencia de VIH multirresistente se elevó hasta un máximo de 4,5% en 2005 antes de descender.
La proporción general de participantes que se habían quedado sin opciones de tratamiento fue de un 11%.
Esta cifra alcanzó un máximo de 27-32% en el año 2000, pero disminuyó de forma espectacular a solo un 0,3-1% en 2008.
Los autores atribuyen esta reducción a la disponibilidad de nuevos fármacos, entre ellos algunos con nuevos mecanismos de acción.
“Las mutaciones de resistencia a las tres clases principales de fármacos antirretrovirales ha disminuido durante los últimos años”, señalan los autores.
Y añaden: “Este efecto se hace evidente a pesar la exposición sostenida a los fármacos a lo largo del tiempo; incluye todas las clases y casi todos los patrones de mutaciones diferentes, y persiste tras ajustar por potenciales factores de confusión”.
No cabe duda de que, en los últimos años, se han producido importantes avances en el campo de los tratamientos del VIH –tal y como confirman los esperanzadores resultados de este análisis–; no obstante, el fenómeno de la resistencia a múltiples fármacos sigue siendo una realidad.
Aunque el número de pacientes con VIH multirresistente podría estar descendiendo en la medida en que cada vez son más los pacientes que logran controlar la carga viral con fármacos nuevos y más tolerables, continúa existiendo la necesidad de conseguir regímenes antirretrovirales eficaces para un reducido grupo de pacientes multitratados que han agotado todas sus opciones de tratamiento y no disponen de ningún fármaco antirretroviral activo.
Añadir un antirretroviral activo de última generación a un régimen de fármacos que ha fracasado –lo que se conoce como monoterapia funcional– no solo no consigue controlar la replicación viral, sino que, muy probablemente, el virus acaba haciéndose resistente al nuevo medicamento.
Por ello, es necesario mejorar el paradigma de acceso precoz a nuevos fármacos del VIH para este tipo de pacientes sin ninguna opción de tratamiento.
Por ejemplo, a través de programas de acceso expandido (PAE) que incluyan varios fármacos en investigación a la vez. Para ello, se requeriría un acto de generosidad por parte de las compañías farmacéuticas (y las agencias reguladoras) para trabajar en colaboración y facilitar que un paciente pueda tener, al mismo tiempo, acceso a agentes experimentales de compañías distintas.
Programas de acceso expandido más pequeños e innovadores que incluyan varios fármacos en investigación no solo permitirían salvar vidas evitando el uso de una monoterapia funcional, sino también recopilar datos de seguridad de las nuevas combinaciones de antirretrovirales antes de que se utilicen ampliamente una vez estén disponibles.
Fuente: Aidsmap
Referencia: De Luca A, Dunn D, Zazzi M, et al. Declining prevalence of HIV-1 drug resistance in antiretroviral treatment-exposed individuals in Western Europe. J Infect Dis, online edition, 2013.
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