Los autores del estudio sugieren que las clínicas de salud sexual deberían ofrecer un apoyo adecuado para minimizar los riesgos de adquirir esta infección bacteriana.
Las relaciones anales sexuales sin protección constituyen el principal factor de riesgo de adquirir una infección rectal por el linfogranuloma venéreo (LGV) entre la población de hombres gais y otros hombres que practican sexo con hombres (HSH), según informa un grupo de investigadores del Reino Unido a raíz de los resultados de un estudio caso-control publicado en la edición digital de Sexually Transmitted Infections.
La práctica de fisting (introducción del puño en el recto) y el consumo de drogas también se identificaron como factores de riesgo de infección.
Dicho estudio también reveló que el 89% de los participantes que estaban infectados por LGV también tenían VIH.
El linfogranuloma venéreo es una infección de transmisión sexual de origen bacteriano provocada por la Chlamydia trachomatis. Aunque esta infección puede curarse mediante un tratamiento con antibióticos, si no se trata, puede provocar una enfermedad invasiva y ulcerosa.
Existe una epidemia activa de LGV entre la población de hombres que practican sexo con hombres en el Reino Unido (véase Actualización en Tratamientos de 03/05/2010).
A pesar de que los primeros casos de esta infección se registraron en fechas tan tempranas como 2003, aún existe cierto desconocimiento sobre sus factores de riesgo.
En consecuencia, un equipo de investigadores del Reino Unido diseñó un estudio tipo caso-control en el que participaron seis centros de tratamiento en Brighton, Glasgow y Londres, todos ellos con una elevada tasa de casos de LGV.
La población del estudio se restringió a los hombres que declararon practicar sexo con otros hombres.
Los participantes entraron a formar parte del estudio entre agosto de 2008 y diciembre de 2010.
El grupo de casos estuvo formado por 90 hombres con una infección rectal por LGV confirmada y hubo dos tipos de controles: hombres con síntomas rectales posiblemente relacionados con el LGV (n= 74) y hombres asintomáticos sin dichos síntomas (n= 69).
La mediana de edad de los participantes fue de 39 años, la prevalencia del VIH, en general, fue elevada y se comprobó que fue significativamente mayor entre el grupo de casos (89%) que en el grupo de control, tanto sintomáticos (48%) como asintomáticos (68%).
En cuanto al comportamiento sexual, los hombres inscritos en el grupo de casos fueron significativamente más propensos que los hombres del grupo de control asintomático a declarar que le practicaron fisting (22% frente a 1%), que practicaron fisting a otro hombre (37% frente a 4%) y que mantuvieron relaciones sexuales anales receptivas sin protección (93% frente al 43%).
Todas estas diferencias fueron estadísticamente significativas.
Los hombres en el grupo de casos fueron, en general, más propensos que los inscritos en los grupos de control a declarar haber tenido más de diez parejas sexuales recientes (45 frente a 24%) y haber mantenido relaciones con parejas anónimas (57 frente a 30%).
Los componentes en el grupo de casos también fueron más propensos que los del grupo de control a declarar el uso de determinadas drogas recreativas, especialmente GHB -gamma-hidroxibutirato- (57 frente al 21%) y metanfetamina (46% frente a 10%).
Una vez tenidos en cuenta los factores de confusión, se comprobó que los factores de riesgo de que los hombres tuvieran una infección rectal por LGV (en comparación con los hombres asintomáticos) fueron: practicar sexo anal receptivo sin protección, practicar fisting a otro hombre, mantener relaciones sexuales con parejas anónimas y mantener relaciones sexuales tras la toma de GHB.
En cuanto a la comparación entre las características de los hombres diagnosticados LGV frente a las de los hombres en el grupo de control sintomático, se comprobó que los primeros fueron más propensos a declarar relaciones anales receptivas sin protección, a afirmar haber tenido más de diez parejas sexuales recientes, a haberse realizado un lavado rectal como preparación para el sexo anal, el haber consumido GHB, haber consumido metanfetaminas, a haber mantenido prácticas de sexo en grupo, a haber mantenido relaciones sexuales anales sin protección con una pareja con VIH y a haber mantenido relaciones sexuales anales sin protección seroconcordantes (cuando los dos miembros de la pareja tienen VIH).
Entre los factores de riesgo independientes de infección por LGV estuvieron la práctica de sexo anal insertivo sin protección y el lavado rectal.
En las conclusiones del estudio, los autores afirman que han determinado que las relaciones anales receptivas sin protección consituyen un factor de riesgo clave de infección rectal por LGV en la población de hombres que practican sexo con hombres.
Según el equipo de investigadores, este hallazgo, aunque no es inesperado, respalda la hipótesis de que la infección rectal se puede producir de forma directa a partir de una infección uretral o de forma indirecta por transferencia de otra infección rectal tras la inserción de un pene (con o sin preservativo), un juguete sexual o un dedo, sin que la pareja insertiva tenga necesariamente una infección por el linfogranuloma venéreo.
Los autores consideran que sus hallazgos tienen implicaciones en las campañas de prevención del LGV, especialmente en lo que respecta a las recomendaciones de usar preservativos como protección frente al LGV y de tener especial cuidado en las prácticas de sexo en grupo.
También afirman que las clínicas de salud sexual deberían identificar a los hombres en situación de riesgo, alentar un cribado frecuente de infecciones de transmisión sexual, proporcionar un tratamiento adecuado y ofrecer un apoyo adecuado para minimizar los riesgos de infección por esta bacteria relacionados con el comportamiento sexual y el consumo de sustancias.
Fuente: Aidsmap
Referencia: MacDonald N et al. Risk factors for rectal lymphogranuloma venereum in gay men: results of a multicentre case-control study in the UK. Sex Transm Infect, online edition ahead of print, doi: 10.1136/sextrans-2013-051404.
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