Los hallazgos añaden más evidencia científica a la urgencia de tratar también a dichos pacientes con los nuevos antivirales de acción directa contra el VHC.
La incidencia de cáncer hepático se ha incrementado de forma excesiva a lo largo de la última década en personas coinfectadas por el VIH y el virus de la hepatitis C (VHC).
Ésta es la conclusión a la que llega un estudio español cuyos resultados han sido publicados en la edición electrónica del Clinical Infectious Diseases.
Además, la investigación remarca que el pronóstico fue en general pobre y solo una pequeña parte de los pacientes recibieron una terapia potencialmente curativa.
Es bien sabido que la enfermedad hepática es una causa importante y cada vez mayor de morbimortalidad en personas con VIH, sobre todo como consecuencia de la coinfección por hepatitis C.
El cáncer de hígado, también llamado carcinoma hepatocelular o hepatocarcinoma celular, es una complicación de la hepatopatía crónica que podrían desarrollar, según los expertos, entre un 1 y un 5% de las personas seropositivas con cirrosis cada año.
Con el fin de evaluar más a fondo si la incidencia de cáncer de hígado va en aumento en personas con VIH, un grupo de investigadores españoles analizó los datos clínicos de los pacientes tratados en dieciocho centros hospitalarios entre 1999 y 2010.
Durante dicha década, 82 pacientes con VIH desarrollaron hepatocarcinoma celular. Todos los casos estuvieron relacionados con la coinfección por hepatitis virales: 66 pacientes (81%) estaban coinfectados por VHC; seis (7%), por el virus de la hepatitis B (VHB); y 10 estaban coinfectados por el VHB y VHC.
Solo 22 (29%) de los participantes con hepatitis C habían recibido con anterioridad terapia antiviral para tratar dicha infección.
Seis de ellos lograron una respuesta virológica sostenida (RVS), lo que se considera una curación de la hepatitis C.
Un metanálisis publicado en la revista BMJ Open ha revelado que el tratamiento contra la hepatitis C reduce el riesgo de desarrollar cáncer de hígado incluso en pacientes que no consiguen una respuesta virológica sostenida.
En los seis pacientes que consiguieron responder al tratamiento y desarrollaron cáncer de hígado, la mediana de tiempo entre la RVS y el diagnóstico de cáncer fue de 28 meses. “Este hallazgo refuerza la necesidad de continuar realizando pruebas de ultrasonido a los pacientes que responden al tratamiento contra la hepatitis C para descartar carcinoma hepatocelular”.
En el momento del diagnóstico de cáncer, un total de 77 personas (94%) mostraban signos evidentes de cirrosis hepática.
El primer caso de carcinoma hepatocelular se diagnosticó en 1999 y, desde entonces, se observa un incremento constante en la frecuencia de tales diagnósticos hasta los últimos años, en los que el aumento ha llegado a ser espectacular: 66 (81%) de los nuevos diagnósticos de cáncer de hígado se produjeron después de 2004.
La incidencia de cáncer de hígado asociado a la coinfección por hepatitis C fue de entre 0 y 0,6 casos por 1.000 persona-años antes de 2003.
En el período 2008-2009, la incidencia aumentó a 2,8 casos por 1.000 persona-años. Los investigadores califican como ‘remarcable’ este aumento de 14 veces en la incidencia de cáncer hepático en personas coinfectadas por hepatitis C.
Entre los aspectos a destacar y a mejorar en la práctica clínica futura está que la mayoría de casos de cáncer de hígado fueron diagnósticos tardíos.
Únicamente en 26 personas (32%) el carcinoma se detectó durante las visitas clínicas rutinarias. Al resto de pacientes se les diagnosticó después de manifestar síntomas de la enfermedad.
Tras el diagnóstico, 33 pacientes (40%) recibieron tratamiento para el cáncer hepático y, de ellos, solo 11 recibieron terapia potencialmente curativa (por ejemplo, trasplante de hígado o extirpación).
En general, el pronóstico fue pobre: 65 personas (79%) fallecieron. La supervivencia mediana tras el diagnóstico de cáncer fue de solo 91 días.
Con todo, merece la pena remarcar que las tasas de mortalidad fueron significativamente más bajas en personas que habían recibido terapia potencialmente curativa (29%) que en aquellas que no habían recibido tales tratamientos (87%).
Se hallaron indicios claros de que el diagnóstico precoz se asocia con una mejora del pronóstico. La duración mediana de la supervivencia fue de 22 meses para los pacientes cuyo cáncer fue diagnosticado durante su cita clínica rutinaria y de solo dos meses para las personas cuyo carcinoma fue detectado cuando se manifestaron síntomas.
“Este estudio sugiere que la incidencia de hepatocarcinoma celular ha aumentado en personas con VIH en los últimos años en España”, señalan los investigadores. Y añaden: “Este hallazgo responde, principalmente, al notable incremento de la incidencia de carcinoma hepatocelular en personas coinfectadas por VIH y hepatitis C”.
Los autores ofrecen diferentes hipótesis para explicar este espectacular aumento de cáncer de hígado en personas coinfectadas.
Por un lado, la eficacia de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), que ha permitido que los pacientes coinfectados por VIH y hepatitis virales puedan vivir el tiempo suficiente como para desarrollar cáncer de hígado; por otro, el tratamiento convencional contra la hepatitis C (basado en la combinación de interferón pegilado y ribavirina), que tiene una eficacia limitada en personas seropositivas en las cuales, además, la infección por VIH podría acelerar la progresión de la hepatopatía.
Ppor último, las mejoras en el manejo de la cirrosis hepática en pacientes coinfectados que han proporcionado una mayor supervivencia que, a su vez, ha traído consigo el aumento de la probabilidad de poder desarrollar cáncer de hígado.
Los responsables de este estudio afirman en sus conclusiones que el hepatocarcinoma celular es una complicación cada vez mayor de la enfermedad hepática crónica en personas con VIH, sobre todo en aquellos que también están infectados por hepatitis C.
“El diagnóstico precoz que permita ofrecer a tiempo una terapia potencialmente curativa continúa siendo el principal desafío para los médicos”, subrayan los investigadores, quienes también consideran como prioritario proporcionar tratamiento contra la hepatitis C a todos los potenciales candidatos con el fin de conseguir una respuesta virológica sostenida que podría prevenir la emergencia del hepatocarcinoma celular.
La importancia de este estudio radica, asimismo, en el hecho de añadir más evidencia científica a la urgencia de tratar la hepatitis C de genotipo 1 en personas coinfectadas por VIH, especialmente con el uso de los nuevos agentes antivirales de acción directa, como telaprevir (Incivo®) y boceprevir (Victrelis®), que aumentan las probabilidades de curación de la hepatitis C también en esta población de pacientes.
Fuente: Aidsmap
Referencia: Merchante N, Merino E, López-Aldeguer J, et al. Increasing incidence of hepatocellular carcinoma in HIV-infected patients in Spain. Clin Infect Dis, online edition. DOI” 10.1093/cid/cis777, 2012.
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