El uso de una profilaxis pre-exposición (PPrE) inyectable podría constituir una estrategia viable, según se extrae de los resultados de las nuevas investigaciones realizadas con monos.
Dos estudios distintos han evidenciado que la inyección de GSK744LA (un inhibidor de la integrasa experimental) es capaz de ofrecer una protección duradera frente al VIH.
En uno de ellos, la inyección de una única dosis ofreció protección durante un promedio de ocho semanas.
Por su parte, los datos del segundo estudio evidenciaron que ninguno de los monos que recibió el fármaco se infectó al ser expuesto al VIHS (un virus híbrido que tiene una pauta de infección en monos similar a la del VIH en humanos) y los niveles del medicamento se mantuvieron en un nivel potencialmente protector transcurridas hasta cinco semanas después de la última inyección.
A raíz de estos resultados, el equipo de investigadores ha sugerido que las inyecciones mensuales con esta sustancia podrían bastar para proteger frente a la infección por VIH.
Los primeros estudios en humanos para valorar la eficacia del fármaco inyectable GSK744LA como profilaxis pre-exposición en humanos comenzarán este año.
Más del 12% de los hombres que practican sexo con otros hombres (HSH) jóvenes de etnia negra adquieren el VIH cada año, según revela un estudio realizado en Atlanta (Georgia, EE UU).
Esta tasa de nuevas infecciones es de una magnitud similar a la de las peores epidemias de VIH observadas en entornos con recursos limitados.
En el estudio participaron 562 HSH, tanto de etnia blanca como negra, en la franja de edad de 18 a 39 años.
Ninguna de estas personas tenía VIH al inicio del estudio y recibieron un seguimiento a lo largo de un periodo de dos años para comprobar su riesgo de adquirir el virus.
En total, el 6,6% de los hombres negros recibieron un diagnóstico de VIH, frente al 1,7% en el caso de los hombres blancos.
Entre los hombres de etnia negra, la incidencia de VIH fue especialmente elevada entre los más jóvenes (de 25 años o menos), llegando a una tasa del 12 %.
Por su parte, la tasa de incidencia en la misma franja de edad de los hombres blancos fue del 1,0%.
Según el equipo de investigadores, estas tasas de incidencia implican que un HSH negro que inicie su actividad sexual a los 18 años tendría un 60% de probabilidades de haber adquirido el VIH para cuando llegue a los 30 años.
Entre las explicaciones ofrecidas para esta elevada tasa de incidencia entre los jóvenes negros estuvieron el haber tenido parejas sexuales exclusivamente de la comunidad negra, la falta de seguro sanitario y la gran tasa de encarcelamientos en esta población.
Las tasas de transmisión del VIH de madre a hijo se han reducido en Sudáfrica, pero este dato no ha venido acompañado de una mejora en las tasas de mortalidad materna, según revela un estudio llevado a cabo en un hospital de Johannesburgo.
El equipo de investigadores analizó datos recogidos a lo largo de 15 años. Entre 1997 y 2012, en el hospital nacieron entre 17.000 y 23.000 bebés anuales.
Aproximadamente el 23% de las mujeres que dieron a luz en el hospital en 2012 tenían VIH.
En comparación, en 2004 se registró un máximo de casi el 31%.
Durante el período de estudio se registró un total de 589 fallecimientos entre las madres que acababan de parir.
Más de un tercio de dichas muertes no estuvieron relacionadas con el propio embarazo.
La proporción de mujeres con VIH que murieron aumentó desde un 54% en 2003-08 a un 66% en 2011-12, un valor muy por encima de la prevalencia local del virus.
El análisis de los datos determinó que no se había producido ningún cambio en la proporción de muertes maternas relacionadas con el VIH desde el año 2007.
Además, más de las tres cuartas partes de las mujeres con VIH fallecidas jamás habían tomado la terapia antirretroviral.
La mayor parte de los fallecimientos (54 % en 2011-12) registrados entre las madres con VIH no estuvieron relacionados con el embarazo, siendo las infecciones respiratorias y la tuberculosis las dos causas de muerte más comunes.
Por su parte las hemorragias y las sepsis fueron las causas de muerte más habituales relacionadas con el embarazo.
La proporción de mujeres que se sometieron a la prueba del VIH pasó del 54% al 66% a lo largo del período de estudio, pero esta tasa de cribado aun quedó muy por debajo del nivel necesario para eliminar la transmisión vertical del VIH (transmisión de madre a hijo).
La tasa de transmisión vertical del VIH descendió del 7% al 1,5 %, pero no se observaron grandes mejoras en la proporción de mujeres que tomaban terapia antirretroviral (sólo el 23% en 2011-12).
Tres cuartas partes de las mujeres que fallecieron tenían un recuento de CD4 inferior a 200 células/mm3.
La tasa de muertes relacionadas con el VIH parece haberse mantenido elevada debido a la mala integración de las mujeres en los servicios de atención médica y a la falta de tratamiento.
Históricamente, las directrices de tratamiento antirretroviral contra el VIH han recomendado el uso de una terapia combinada consistente en un par de inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de Nucleósido/Nucleótido de (ITIN) más un tercer fármaco de una familia de fármacos diferente, como por ejemplo un inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de Nucleósido (ITINN) o un inhibidor de la proteasa.
Sin embargo, los ITIN provocan efectos secundarios y toxicidades en algunos pacientes, por lo que la llegada de nuevas familias de antirretrovirales ofrece una mayor flexibilidad a la hora de pautar regímenes sin ITIN.
Los resultados de un estudio presentado en la conferencia han demostrado que un régimen sin ITIN compuesto por Raltegravir (Isentress) más Darunavir potenciado por Ritonavir (Prezista/Norvir) funcionó igual de bien que una terapia antirretroviral con los ITIN Tenofovir y Emtricitabina (los fármacos incluidos en Truvada) en las personas que comenzaban el tratamiento antirretroviral por primera vez.
El ensayo se llevó a cabo en 15 países europeos y en él participaron 805 personas con VIH que no habían tomado previamente un tratamiento antirretroviral.
Los participantes fueron distribuidos de forma aleatoria para recibir 400mg de Raltegravir dos veces al día o Truvada una vez al día, en ambos casos acompañados por Darunavir potenciado con Ritonavir.
Estas personas recibieron seguimiento durante 96 semanas.
Entre los criterios definidos para el fracaso de tratamiento por el equipo de investigadores se incluyó el tener que cambiar de tratamiento debido a una respuesta insuficiente antes de la semana 32 y tener una carga viral por encima de 50 copias/mL después de la semana 32.
Según estos criterios, a la semana 96, Raltegravir demostró no ser inferior a Truvada.
La probabilidad de cumplir uno de dichos criterios fue del 17% en el caso de Raltegravir y del 14% en el de Truvada, aunque esta diferencia no fue estadísticamente significativa.
A raíz de estos resultados, el equipo de investigadores concluyó que el uso de Raltegravir más Darunavir/Ritonavir "supone una alternativa" a Tenofovir/Emtricitabina más Darunavir/Ritonavir.
El tratamiento antirretroviral combina fármacos de diferentes familias, que actúan sobre diferentes fases del ciclo de reproducción del VIH, pero ninguno de los fármacos existentes actúa sobre la primera etapa, el acoplamiento inicial del virus a una célula huésped vulnerable.
En la conferencia se presentaron datos que ponen de evidencia que una terapia combinada en la que se incluyó un novedoso inhibidor del acoplamiento del VIH demostró tener un buen perfil de seguridad y eficacia.
Esto supone la promesa de una nueva familia de fármacos antirretrovirales que podría ser particularmente beneficiosa para aquellas personas cuyo virus presenta resistencia múltiple a los fármacos actualmente disponibles.
En el ensayo realizado en varios países para evaluar la seguridad y eficacia del inhibidor del acoplamiento (actualmente conocido como BMS- 663068) participaron 253 personas con experiencia en tratamiento.
Los participantes tenían un recuento promedio de CD4 de unas 230 células/mm3 y muchas de estas personas habían experimentado un fracaso terapéutico con la primera o segunda línea de tratamiento antirretroviral.
El virus de aproximadamente la mitad de los participantes presentaba al menos una mutación de resistencia importante, pero para poder ser elegido para el estudio, las personas tenían que tener un VIH que fuera sensible a Raltegravir (Isentress), Tenofovir (Viread, y también Coformulado con otros fármacos bajo otras marcas) y Atazanavir (Reyataz).
Los participantes fueron distribuidos de forma aleatoria en cinco grupos. Cuatro de estos grupos tomaron diferentes dosis del fármaco del ensayo y el quinto grupo fue el de control, donde los participantes recibieron Atazanavir potenciado con Ritonavir.
Además, a las personas de todos los grupos se les dio Raltegravir y Tenofovir para completar la terapia combinada.
A la semana 24, todos los grupos de dosificación presentaban unos resultados similares: el 80% de las personas que tomaron 400mg de BMS-663068 dos veces al día, el 69% de los que tomaron 800mg dos veces al día, el 77% de los que tomaron 600mg una vez al día y el 72% de los que tomaron 1.200mg dos veces al día presentaban una carga viral inferior a 50 copias/mL, frente al 75% de las personas en el brazo de control de Atazanavir.
En general, la toma de BMS-663068 se toleró bien en todas las dosis y no se registraron problemas de seguridad importantes.
La mortalidad asociada al cáncer es mayor en personas que viven con VIH que en las que no tienen el virus, según concluye un nuevo estudio estadounidense.
Los investigadores no tienen claras las razones subyacentes de esta observación, pero creen que entre las causas podrían estar las diferencias en la atención clínica y un efecto del propio virus.
Muchas personas que viven con VIH disfrutan, hoy en día, de una esperanza de vida normal.
No obstante, estudios realizados hace tiempo mostraron que las tasas de algunos cánceres no definitorios de sida son mayores entre personas con VIH que entre la población general.
En el presente estudio, el equipo de científicos decidió comprobar si el VIH influía sobre las tasas de supervivencia tras un diagnóstico de cáncer.
Para ello, compararon las tasas de supervivencia de personas con VIH con las de aquellas no infectadas, en ambos casos tras el diagnóstico de 14 cánceres frecuentes: orofaríngeo, colorrectal, anal, hepático, pancreático, de laringe, de pulmón, melanoma, de mama, de cuello de útero, de próstata, renal, de pelvis, linfoma de Hodgkin, linfoma de células B difusas.
Las tasas de mortalidad fueron elevadas entre aquellas personas con VIH que habían recibido el diagnóstico de nueve de estos cánceres.
En el caso de cáncer de mama, el riesgo se incrementó en un 270%; en el caso de cáncer de próstata, en un 80% y en el caso de cáncer de pulmón, en un 25%.
Pero, ¿por qué? Un cribado inadecuado del cáncer y unas menores tasas de derivación a los especialistas para recibir tratamiento podrían explicar las diferencias.
Los delegados también barajaron como posibles causas el hecho de que las personas con VIH podrían responder peor a la quimioterapia y también una posible desatención de la infección por VIH tras el diagnóstico del cáncer.
Website Aidsmap:
Website XXI Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections (CROI):
http://www.croi2014.org/