Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, líderes mundiales y representantes de la sociedad civil se reúnen en Nueva York para participar en el 59º período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
Allí, examinarán los avances realizados desde la adopción hace 20 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, que fijó objetivos ambiciosos destinados a mejorar la vida de las mujeres en todo el mundo.
La Plataforma de Acción planteó que las mujeres y las niñas puedan ejercer su libertad y gocen de sus derechos a una vida sin violencia, ir a la escuela, tomar decisiones y tener acceso sin restricciones a una atención sanitaria de calidad, en particular a los servicios de salud sexual y reproductiva.
La respuesta al VIH ha logrado grandes avances durante los últimos 20 años, y las nuevas infecciones por el VIH y las muertes relacionadas con el sida siguen disminuyendo.
Sin embargo, ese éxito no ha sido compartido por igual en la reducción de las nuevas infecciones.
En 2013, el 64% de las nuevas infecciones entre adolescentes de todo el mundo afectaron a las chicas.
En el África subsahariana, las jóvenes de 15 a 24 años tienen casi el doble de probabilidades de infectarse con el VIH que los varones de la misma edad.
Las desigualdades de género, la pobreza, las prácticas culturales nocivas y las relaciones de poder desiguales agravan la vulnerabilidad de las mujeres frente al VIH.
No obstante, un compromiso y una acción concertada a escala mundial pueden revertir esa situación.
Hace veinte años, los líderes mundiales reconocieron que la desigualdad por razón de sexo es un obstáculo importante para que las mujeres alcancen el nivel más alto posible de salud y que las mujeres no tenían las mismas oportunidades para proteger su salud y su bienestar.
La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing reconoció como algo fundamental que los derechos humanos de las mujeres incluyen su derecho a asumir el control de los asuntos relacionados con su sexualidad, en particular la salud sexual y reproductiva, sin coerción, discriminación ni violencia.
Debería ser motivo de preocupación para todos que, 20 años después, el informe del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la Aplicación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing subraye el progreso inaceptablemente lento en muchos ámbitos, entre ellos la persistente negación de la salud y los derechos sexuales y reproductivos.
Los principios básicos de la Declaración de Beijing son también elementos centrales del compromiso de ONUSIDA para poner fin a la epidemia de sida.
En un momento en que el mundo avanza hacia un acuerdo en torno a los objetivos mundiales de desarrollo sostenible, tenemos que reafirmar el compromiso de no dejar a nadie atrás.
Entre los objetivos de la estrategia de Respuesta Rápida, ONUSIDA se ha propuesto reducir las infecciones por el VIH hasta menos de medio millón al año para el 2020.
Para alcanzar ese ambicioso objetivo tenemos que reducir las nuevas infecciones entre las mujeres y las niñas en al menos un 75 % en los cinco años venideros.
Igualmente importantes son los objetivos de tratamiento de 90-90-90, en un momento en que el sida es la principal causa de muerte a escala mundial entre las mujeres en edad reproductiva y entre las adolescentes de África.
Esos objetivos son que el 90 % de las personas que viven con el VIH conozca su estado serológico, que el 90 % de quienes conocen su estado serológico positivo reciba un tratamiento y suprimir la carga viral del 90 % de las personas en tratamiento, de forma que su sistema inmunitario se mantenga fuerte y no puedan transmitir el VIH.
Para poner fin a la epidemia de sida para el 2030, será fundamental fomentar la autonomía de las mujeres y las niñas para que puedan protegerse frente al VIH, tomar decisiones sobre su propia salud y vivir sin violencia, en particular sin la violencia relacionada con su estado serológico respecto al VIH.
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