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miércoles, 1 de julio de 2015

El 40% de los Diagnósticos de VIH en Europa Corresponden a Personas de Origen Inmigrante‏

Los inmigrantes no solo tienden a recibir el diagnóstico con un nivel más bajo de CD4 que la media, sino que también parece existir un vínculo entre el estado legal de estas personas y su tasa de mortalidad.

Entre 2007 y 2012 se registraron 156.817 diagnósticos de VIH en el Espacio Económico Europeo (EEE, compuesto por todos los países de la Unión Europea más Noruega e Islandia), de los que 60.446 casos (38%) correspondieron a personas de origen emigrante, según ha concluido un informe realizado por el Centro Nacional de Epidemiología de España.

Hay que señalar que este informe sólo tiene en cuenta el país donde se produce el diagnóstico, no donde tuvo lugar la infección.

Casi todos estos diagnósticos en personas de origen extranjero se produjeron en los países más ricos de Europa occidental, frente a apenas un 5% en Europa central y un 1% en Europa del Este.

El Reino Unido sigue siendo el país europeo donde se concentra el mayor número de diagnósticos de VIH en población emigrante, registrándose 6.358 casos en 2012. Francia es el siguiente país con mayor número de diagnósticos (4.066 personas en 2012).

Sin embargo, estos dos países han visto un descenso en el número de casos.

Por el contrario los siguientes seis países en la lista (Italia, España, Alemania, Bélgica, Grecia y Polonia) sí que han observado incrementos en el número de diagnósticos en esta población.

Las cifras se han duplicado en Italia y Grecia, lo que probablemente es un reflejo de la nueva ola de migración transmediterránea.

El estudio muestra que la proporción de diagnósticos de VIH entre personas inmigrantes bajó del 40% al 35% entre 2007 y 2012.

Esto se debe, en gran medida, a los descensos en la prevalencia del virus entre las personas de origen subsahariano, que a pesar de todo sigue constituyendo el grupo mayoritario de nuevos diagnósticos (53% de todos los nuevos casos detectados en inmigrantes).

Sin embargo, debido sobre todo a que las mujeres africanas siguen constituyendo el grupo de población inmigrante más grande diagnosticado de VIH, el 42% de los diagnósticos se produjo en mujeres (frente al 16% en el caso de las mujeres no inmigrantes).

Al contrario que en la población procedente del África subsahariana, el número de personas con VIH de otras partes del mundo ha aumentado.

Así, entre 2007 y 2010 se ha observado un notable aumento en la proporción de personas recién diagnosticadas procedentes de América Latina (aunque en conjunto suponen un 5% del total de nuevos casos en inmigrantes).

Sin embargo, a partir de ese año se ha producido un descenso que puede atribuirse, en parte, a los recortes económicos en el sistema sanitario realizados en España, el país que concentra con diferencia el mayor número de personas con VIH procedentes de esa región mundial.

Recientemente también se ha observado un aumento significativo en la proporción de personas (especialmente entre los hombres) procedentes de los países del antiguo bloque comunista en Europa central y entre las mujeres de Europa central y del este.

Los diagnósticos de VIH en la población de hombres gais y otros hombres que practican sexo con otros hombres (HSH) han aumentado en un 28% entre 2007 y 2012.

También se ha observado un gran aumento de los casos de VIH en usuarios de drogas intravenosas en Rumania y Grecia en ese mismo periodo.
En 2012, por primera vez en mucho tiempo, el número de nuevos diagnósticos entre hombres gais y otros HSH inmigrantes fue mayor que entre las mujeres de origen subsahariano (2.459 casos frente a 2.354), suponiendo casi el 50% de los diagnósticos de VIH en inmigrantes en toda el EEE.

Sin embargo, esta proporción de diagnósticos en hombres gais y otros HSH superó el 50% en poblaciones procedentes del Asia oriental, América Latina, Europa Occidental y (aunque muy pequeñas) las poblaciones procedentes de Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda.

Las personas de origen extranjero diagnosticadas de VIH tendieron a ser más jóvenes que las autóctonas.

Así, mientras que, en conjunto, la media de edad el momento del diagnóstico en el EEE fue de 38 años en hombres y 34 mujeres, entre los hombres procedentes de Europa del Este y América Latina fue de 32-33 años y entre las mujeres de Europa Central y del Este, la media fue de 29-30 años.

Otro aspecto a destacar es que casi todos los grupos de inmigrantes (excepto en los países de ingresos elevados) tuvieron más probabilidades de recibir un diagnóstico tardío (definido como un recuento de CD4 inferior a 350 células/mm3) que las personas nacidas en el país: 304 células/mm3 y 379 células/mm3 de media, respectivamente.

Este nivel de CD4 fue aún menor entre las mujeres de origen inmigrante (290 células/mm3).

Uno de los motivos por los que se produce el diagnóstico tardío en esta población podrían ser las barreras para acceder al sistema sanitario o la falta de comprensión de cómo funcionan los distintos sistemas en Europa.

Estas barreras varían de un país a otro. Así, en algunos países donde anteriormente existía un acceso universal, la austeridad económica ha llevado a reformas cortoplacistas (y contraproducentes) que llevaron a excluir de la atención sanitaria a diversos grupos, como los inmigrantes en situación administrativa irregular (éste sería el caso de Grecia y España).

Por otro lado, en muchos países que tienen un sistema de atención sanitaria universal, la atención la realizan empresas o aseguradoras privadas, que exigen pruebas de residencia (Francia, Bélgica) o de pago de impuestos (Suiza) a las personas, excluyendo así a muchos inmigrantes.

Por su parte, Alemania cuenta con una exigencia especialmente represiva: cualquier organismo público, incluyendo hospitales, deben informar de cualquier posible persona inmigrante no documentada.

En diversos países, incluyendo el Reino Unido y España, la oposición a la legislación que excluía a los inmigrantes en situación irregular de la atención sanitaria ha tenido al menos un éxito parcial, aunque el informe constata la existencia de confusión entre el personal sanitario respecto a la aplicación de la ley, junto con disputas burocráticas entre las administraciones nacionales y autonómicas, además de otros organismos privados, sobre la responsabilidad de aplicar las decisiones.

Desde el año 2012, el Reino Unido había tenido una relativamente buena provisión a inmigrantes en situación irregular, debido principalmente a que no existe ninguna exigencia burocrática para que los médicos informen de los pacientes a los organismos aseguradores o legales, pero este país no lo está haciendo tan bien en el caso del número relativamente pequeño de inmigrantes con graves problemas de salud que son expulsados a la fuerza.

Por último, hay que mencionar que un estudio realizado por un grupo de expertos de Francia, Países Bajos y Dinamarca ha encontrado un vínculo entre el estado legal de los inmigrantes y su tasa de mortalidad.

Este grupo de investigadores empleó una escala para dividir los países en tres grandes grupos en función de las trabas legales para integrarse en el país de acogida.

Así, estarían los países “integradores” como Reino Unido, Países Bajos y Suecia, donde a los inmigrantes se les permite alcanzar la ciudadanía y otros estatus legales, al tiempo que pueden mantener su propia identidad étnica y comunitaria.

Por otro lado, estarían los países “excluyentes”, como Austria, Dinamarca, Grecia y Alemania, con una política restrictiva para la ciudadanía incluso para los inmigrantes de larga duración, considerándolos más como una fuerza de trabajo que como ciudadanos.

Por último, estarían los países “asimilacionistas”, como Francia o Suiza, que permiten alcanzar la ciudadanía, pero también esperan que los inmigrantes adapten su cultura a la del país anfitrión y tienen una menor tolerancia al multiculturalismo.

Como países representantes de cada uno de esas tres categorías se tomaron a Países Bajos, Dinamarca y Francia, y se procedió a estudiar las distintas causas de muerte en la población.

Como ejemplo se tomaron las comunidades inmigrantes de origen turco y marroquí ya que tenían una representación abundante en los tres países.

A partir estudios anteriores se planteó la hipótesis de que la mortalidad entre los inmigrantes sería superior en los países más excluyentes y menor en los más integradores.

Se encontró una mortalidad notablemente superior entre los inmigrantes en Dinamarca: más de dos veces superior a la de la población general.

Sin embargo, la tasa de mortalidad en Francia entre los inmigrantes fue inferior que la de la población general. Las diferencias en la mortalidad fueron más acusadas en hombres de mediana edad.

El equipo de investigadores afirmó que su principal descubrimiento respalda la idea de que los enfoques restrictivos en las políticas de inmigración y el clima social pueden contribuir a unas mayores tasas de mortalidad en la población inmigrante.

Sin embargo, también sugiere que el mecanismo a través del cual se produce esto es el estrés prolongado y la mala atención sanitaria más que el estrés agudo, la mala salud mental y la violencia.
Referencias:
Hernando V et al. HIV infection in migrant populations in the European Union and European Economic Area in 2007-2012; an epidemic on the move. JAIDS, early online publication: doi: 10.1097/QAI.0000000000000717. See abstract here. June 2015


Ikram UZ et al. Associations between integration policies and immigrants’ mortality: an explorative study across three European countries. PLOS One 10(6): e0129916. doi: 10.1371/journal.pone.0129916



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